Vladímir Putin ordenó la invasión de Ucrania por tierra, mar y aire hace ya más de tres años. Durante este tiempo, Europa ha enviado a Kiev miles de millones de euros en ayuda militar y financiera. El consenso general —salvo Hungría y más recientemente Eslovaquia, considerados los submarinos del Kremlin en la UE— se ha mantenido prácticamente sin fisuras. Ahora, el debate sobre el grado de respaldo al país invadido se ha vuelto a abrir por factores como el alejamiento de Estados Unidos, la conversaciones para un alto el fuego, la posibilidad de enviar tropas a Ucrania para mantener la seguridad tras un acuerdo de paz y la carrera de Europa hacia el rearme y, sobre todo, por el temor a perder el paraguas protector estadounidense. Estos factores, aderezados con los coqueteos del presidente Donald Trump con su homólogo ruso y sus ataques a Kiev y a la UE, han desvelado que aunque el apoyo persiste fuerte, hay una cierta fractura política y social. Sobre todo, en los países más alejados del país invadido, con fuerzas de ultraderecha importantes o con una relación histórica con Moscú.Mientras que una mayoría de ciudadanos europeos cree que hay que seguir enviando ayuda económica y militar a Ucrania, según las encuestas, el potencial envío de tropas o los planes de rearme no generan consenso en la mayoría de los países europeos. En Países Bajos, por ejemplo, la mayoría del Congreso se ha mostrado opuesta a los planes de defensa europeos porque que incluyen un compromiso de deuda común. En Alemania, aunque una mayoría de ciudadanos defiende la ayuda militar a Ucrania, según los sondeos, en torno a un tercio de la población es contraria a este apoyo. Partidos como Alternativa para Alemania (AfD) o los poscomunistas de La Izquierda, críticos a la posición de los partidos moderados respecto a la guerra, que juzgan belicista, lograron avances notables en las elecciones del 23 de febrero. Ambos, aunque ideológicamente opuestos, sumarán en el Bundestag más de un tercio de escaños, lo que les dará una minoría de bloqueo.Respecto a Ucrania y Rusia, la división no es solo entre los partidos del centro moderado (democristianos, socialdemócratas, verdes y liberales) y los de los extremos del hemiciclo. Ucrania también divide Alemania entre el oeste, la vieja República Federal anclada en la UE, la OTAN y EE UU, y el este, la vieja República Democrática, antiguo territorio del bloque comunistas, donde el apoyo al compromiso de Alemania con Ucrania es menor que en la parte occidental, y las simpatías con Rusia, mayores.La radiografía alemana desvela a grandes rasgos un patrón que se repite en otras zonas no demasiado cerca del frente de batalla. El Kremlin y su órbita han cultivado durante décadas las relaciones con los grupos ultraconservadores mundiales, con los que comparte ideología sobre la familia tradicional y la severidad del Estado; además de todo un halo de admiración hacia los hombres fuertes de la política.Pero Moscú también ha tratado de mantener los vínculos con parte de los partidos a la izquierda de los socialdemócratas en muchas partes del mundo y de vivir de las rentas de la antigua Unión Soviética y de las posturas antiimperialistas, pese a que la guerra contra Ucrania es una invasión colonialista. A eso se le suma que una parte de la izquierda europea, como en Alemania o España, critica por belicismo el apoyo militar a Ucrania y cree que la UE debería aparcar la idea de rearmarse y abrazar el antimilitarismo.En Italia, una votación en el Parlamento Europeo el pasado miércoles sobre el sostén a Kiev y el plan de rearme diseñado por la Comisión Europea, que aspira a movilizar 800.000 millones de euros, puso en evidencia una total fragmentación en la política. Tanto en el Gobierno como en la oposición. Entre los tres socios del Ejecutivo, el partido ultraderechista de Giorgia Meloni, Hermanos de Italia, y Forza Italia, de la familia popular, votaron a favor del plan; pero la Liga de Matteo Salvini, soberanista, euroescéptica afín al nacionalpopulista Viktor Orbán y con una antigua relación con el Kremlin, en contra. Sin embargo, en la resolución de apoyo a Ucrania, la formación de Meloni, que trata de afianzar sus vínculos con Trump, se abstuvo, porque pensaba que era ofensiva para el mandatario.En la oposición, la grieta fue incluso peor. El Partido Democrático (PD), que es el más numeroso del grupo socialista y demócrata, se partió en dos (11 a favor y 10 abstenciones), e incluso en tres en la resolución de sostén a Ucrania.Seguridad, y no solo defensaLejos del frente, Italia es uno de los países que, como España, plantea ampliar el foco en este debate y hablar sobre seguridad y no solo de defensa, y percibe quizá también más la amenaza desde su flanco sur. Alí, las encuestas reflejan un cierto cansancio por la guerra y frialdad con el plan de rearme. Un sondeo publicado por el diario Corriere della Sera este sábado apuntaba que mientras que el apoyo a Ucrania era de un 57% al inicio del conflicto armado, ahora es del 32%; solo el 28% está a favor del rearme y el 38% es contrario.En Francia, hay un apoyo mayoritariamente al gran plan de rearme europeo, que también está orientado a seguir manteniendo el sostén. No solo para que Ucrania llegue lo más fuerte posible a la mesa de diálogo, sino para blindarlo tras la guerra con el objetivo de disuadir a Rusia de futuras agresiones. El presidente Emmanuel Macron y el primer ministro británico, Keir Starmer, tratan de sacar adelante un plan para la postguerra que incluye el despliegue de tropas de seguridad europeas.,Sin embargo, las fisuras también se repiten en Francia. El miércoles, tras más de seis horas de debate en la Asamblea Nacional, se aprobó por mayoría una resolución de apoyo al país invadido por Rusia. Pero el resultado, con 288 votos a favor y 54 en contra, de un total de 474 diputados registrados, está lejos de reflejar la unión nacional que algunos esperaban.Los parlamentarios querían demostrar su voluntad de construir una defensa europea y financiar la resistencia ucrania sin depender de Estados Unidos. Pero la formación de izquierdas La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon votó en contra —piden una resolución del conflicto por la vía diplomática y advierten sobre los discursos belicistas dirigidos contra Rusia, una potencia nuclear— y el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen se abstuvo.La ultraderecha euroescéptica de Le Pen, que ha tenido vínculos históricos con el Kremlin, además, se ha mostrado en contra también de compartir el paraguas nuclear francés (un debate que se ha activado ante la perspectiva de perder el de EE UU), tras alegar que rompe la soberanía nacional en defensa.En el Reino Unido, la otra punta de lanza actual del apoyo europeo a Kiev, Gobierno y oposición coinciden plenamente en la necesidad de incrementar el gasto en defensa. El anuncio de Starmer de un futuro incremento de la inversión militar hasta el 2,5% del producto interior bruto (desde el 2,3% actual) para abril de 2027 contó con el respaldo inmediato del Partido Conservador, que ya había asumido el mismo compromiso durante la anterior legislatura.En Polonia, vecino de Ucrania y con una larga experiencia histórica sobre las amenazas e invasiones rusas, la situación es un poco diferente. Mientras que hay un enorme consenso político sobre la necesidad de invertir en defensa —el país del este es ya el que más gasta de los 32 de la OTAN, un 4,2% de su PIB, que aspira a subir hasta el 4,7% este año— y de seguir apoyando militarmente a Ucrania (aunque con algunos cortocircuitos por las perspectivas del ingreso de Ucrania en la UE y viejas desavenencias con Kiev), la idea de aportar fuerzas de paz a la coalición de voluntarios que tratan de coordinar Paris y Londres es otra cosa. El 86,5% de los polacos rechaza enviar soldados, según una encuesta de marzo de United Surveys para Wirtualna PolskaEn el gran socio del este se ve la invasión rusa como una amenaza existencial a su propia integridad. El Gobierno argumenta que todos sus esfuerzos deben concentrarse en blindar su frontera este, que comparte con Bielorrusia y el enclave ruso de Kaliningrado, aunque se ha mostrado abierto a dar apoyo logístico a la coalición, según detalló el primer ministro, Donald Tusk.“Como en Polonia, en Finlandia, Suecia, Dinamarca y los países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, también existe un amplio consenso a favor de elevar aún más el gasto militar —todos invierten ya más del 2% del PIB— y de seguir apoyando militarmente a la causa ucrania”.En Hungría, el primer ministro, Viktor Orbán, uno de los grandes apoyos de Putin en la UE, se ha opuesto al apoyo a Ucrania y ha reclamado una negociación directa con Rusia. La oposición, sin embargo, respalda el sostén europeo a Kiev. Este sábado, en una concentración multitudinaria en Budapest, Peter Magyar, el principal rival de Orbán, que ya le adelanta en las encuestas, advirtió al primer ministro en ruso: “Se acabó”.En Portugal, el país europeo más alejado de Ucrania, se ha mantenido estos tres años una política de respaldo al país y a su líder, Volodímir Zelenski, frente a la agresión rusa. Son políticas de Estado que no se alteran con los cambios políticos. El socialista António Costa defendió la solidaridad con Ucrania y el respaldo a las decisiones de la OTAN. Y su sucesor Luís Montenegro, de centroderecha, ha continuado haciéndolo. El primer ministro ya ha dicho que Portugal está dispuesto a participar en la misión de paz en el marco de una operación europea. Sin embargo, la población está totalmente dividida ante esa posibilidad. El 44% está a favor del envío de tropas portuguesas, y otro 44% está en contra.Con información de Rafa de Miguel, Tereixa Constenla, Marc Bassets, Daniel Verdú, Gloria Rodríguez-Pina, Íñigo Domínguez, Carlos Torralba e Isabel Ferrer.

El envío de tropas a Ucrania y los planes de rearme fracturan a los europeos | Internacional
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