El día que Manuel Vital secuestró el bus 47 era 7 de mayo de 1978, un domingo, así que no había colegio. El día siguiente, lunes, los niños de Torre Baró contaron llenos de excitación a sus profesores cómo el autobusero había llevado el bus al barrio para demostrar a las administraciones que el vehículo sí que podía subir y bajar esas cuestas pedregosas y dar un servicio tan reclamado por los vecinos. Juan Poderoso, de ocho años, escribió una crónica del suceso que se publicaría en el número de junio de la revista de la escuela, Entre nosotros: “En Torre Baró un autobús se tiró por una cuesta que era muy estrechica y toda la gente de Torre Baró tenían que empujar. Raul empujó, también yo y Carlos y también Sergio Pallejá. Cuando llegamos a Ciudad Meridiana, nos metieron en la carcel y yo le pegué a un policia que tenia las llaves y menos mal porque si no nos mandan al Juzgado”, escribe el chaval en un texto con tantas faltas de ortografía como invenciones sobre el desenlace del secuestro del 47.En la imagen, el bus a su paso por la meridiana junto a un bus actual. [ALBERT GARCIA]

Albert GarciaPese a las fantasías del joven Poderoso, esta sucinta crónica del secuestro del bus es, según afirman vecinos, sindicalistas y comunistas de la época, casi más fiel a la realidad que lo que vieron en pantalla cuando salió la película El 47. “Habla de cómo se implicó todo el barrio, no solo Manuel Vital”, explica Adela Alòs, quien junto con Anna Monjo está elaborando un libro con entrevistas y testimonios como el de este texto escolar sobre las luchas de Torre Baró que, a su juicio, quedan olvidadas en la película. “Vital fue muy valiente, pero en la película parece que surgió como una seta, que iba por libre. Y no, era una persona organizada”, añade Mercè Claramunt i Bielsa, abogada y sindicalista de CC OO, que durante muchos años fue la única mujer delegada sindical en TMB. También fue quien, como secretaria general del comité de empresa, recibió la llamada avisándola de que Vital había secuestrado el autobús.Alòs, Claramunt y otros sindicalistas y comunistas históricos, así como veteranos vecinos de Torre Baró, se han subido este miércoles a un autobús histórico articulado, de la misma serie que el bus que secuestró Vital —aunque de color verde y no rojo como el que aparece en la película, ya que los dos colores convivieron en los autobuses durante esos años—, para reivindicar una parte de la historia del barrio y del autobusero que no aparece en el filme: que Vital era afiliado a CC OO y miembro del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), y que la del transporte fue solo una más de las muchas reivindicaciones que se llevaron a cabo en Torre Baró. El trayecto ha servido además de pistoletazo de salida del 13º Congreso de CC OO Cataluña, que se celebra entre este miércoles y el viernes, y en el que saldrá elegida Belén López como nueva (y primera mujer) secretaria general en sustitución de Javier Pacheco.Lo cierto es que el célebre conductor de autobuses sí que fue un poco por libre, en el sentido de que no avisó a su sindicato de que iba a llevar a cabo esta acción —aunque sí avisó al PSUC—. “El secuestro no fue una decisión de CC OO, lo decidió Vital, pero no nos extrañó porque la idea estaba en el ambiente, y él lo iba diciendo”, dice Claramunt. Luego del secuestro Vital fue llevado a la comisaría, y el sindicato intercedió para liberarlo.La película, explican los pasajeros de este trayecto histórico del 47, deja de lado y no menciona la afiliación política y sindical de Vital, y desdibuja la fuerza de los trabajadores en las relaciones laborales, por ejemplo en la escena en la que la dirección despide a trabajadores sin aparente contestación de la plantilla. “Es aterrador lo que sale en la película, porque el sindicalismo estaba en primera línea de combate, y esto nos provocó mucha indignación”, explica Claramunt. De esa indignación surgió la celebración, en enero, del 50 aniversario de la constitución formal de la Comisión Obrera en los autobuses, y de esa reunión surgió la idea de hacer un recorrido reivindicativo con un 47 histórico.En la imagen, López (3i) junto a otros sindicalistas en el interior del bus. [ALBERT GARCIA]

Albert GarciaHistóricos del sindicalismoEl trayecto del bus, entre Fabra i Puig y plaza de Espanya (donde se celebra el congreso de CC OO) ha empezado accidentado: durante la noche alguien ha robado el cartel de “47″ y se ha tenido que improvisar un nuevo cartel. En el bus han viajado un histórico como Josep Maria Rodríguez Rovira —que fue el presidente del primer congreso de CC OO en España con Marcelino Camacho, y uno de los fundadores de CC OO Cataluña— y la que será la nueva secretaria general, Belén López. También Miguel Bonilla, sindicalista en la época y que con los años pasó a los órganos directivos de TMB, o Antonio Gómez, de 71 años, vecino que recuerda otras luchas de Torre Baró, como la de tener agua corriente: “Cortamos la carretera dos veces, y a la tercera vino toda la policía de Barcelona para impedirlo”. “Yo entiendo que una película de ficción no puede explicarlo todo, quizá para contar todas las luchas tendría que hacerse un documental”, admite. Teresa Esparbé, secretaria general de Educación de CC OO y vecina de Torre Baró, recuerda que en el barrio a día de hoy todavía hay muchas carencias: “En muchas calles no tenemos acera, no tenemos cloacas soterradas, muchos días se va la luz y faltan muchos servicios. Hay que invertir más”.Según los pasajeros, la película —dirigida por Marcel Barrena, galardonada con el Goya a la mejor película y que ha sido un éxito en taquilla con más de cuatro millones de euros de recaudación y más de siete meses en cartelera— tiene más errores. “Se dice que no había escuela en Torre Baró, y que se hacía clase en unos tranvías. Esto ocurrió, pero diez años antes. En la época del secuestro sí que había escuela”, explica Lluís Filella, que fue maestro en Torre Baró entre 1974 y 1980. En la película también aparece Pasqual Maragall —interpretado por Carlos Cuevas— como uno de los pasajeros habituales en el 47. “Esto lo hablas con los conductores de la época y no era así para nada”, señala Alòs.Pero lo que más les molestó es la falta de mención al activismo. “Yo lo perdono todo, pero no que no diga que este señor pertenecía a un sindicato y a un partido. Tampoco habla casi de la inmigración”, dice Antonio Quijada, de 76 años, y que llegó a Torre Baró en los años 50 con su padre para construir ahí una barraca cerca de la de los Vital. Militante de CC OO y del PSUC, fue detenido y torturado varias veces y, carambolas de la vida, se enamoró de la hija de un policía, uno de los grises. “Al principio mi padre no lo aceptó, y para yo ir a verlo a la cárcel tenía que pedirle permiso”, explica la pareja de Quijada, Aurora Roche. Cree que tener memoria es lo más importante, también en las películas: “La gente cree que los derechos surgen de la nada, pero mucha gente sufrió por ello”. A lo que Alòs añade, taciturna: “Si se olvida, cuando nos muramos todos los del PSUC, el PSUC no habrá existido”.

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