La noche frente al intercambiador de Avenida de América se parece más a una estación de la India que a la entrada a la capital por la carretera de Barcelona. Decenas de personas que nunca pensaron que terminarían durmiendo en la calle pasaron esta noche envueltas en mantas a las puertas del intercambiador. Cada uno traía una historia bastante mejor que esto: renovar el pasaporte, visitar a una amiga… Y se encontraron con una ciudad que poco a poco recupera la normalidad. Los semáforos que ahora regulan el cruce entre María de Molina y Francisco Silvela, durante todo el día estuvieron apagados, generando un caos como pocas veces se ha visto. Casi todos los que ahora duermen en este cruce llegaron o quieren ir a Barcelona. Uno de ellos era Randy Dado, un cocinero filipino, el rey del ramen, dice él, que ha bajado esta noche de un autobús que salió a las dos de la tarde de Barcelona, cuando se ha dado cuenta de que absolutamente nada funcionaba, dice mientras acomoda su mochila en un banco que, por suerte es para él solo. “Iba a quedarme en casa de una amiga, pero no he podido llegar hasta allí. Creo que ya me quiero volver a Barcelona. No tiene sentido estar en Madrid y ahora no sé qué hago en la calle”, dice como si acabara de aterrizar de otro planeta.A su alrededor, decenas de personas como él se preparan para pasar la noche. Edwing y su familia, venezolanos todos, también llegaron de Barcelona para renovar unos documentos y ahora acomodan su ropa en un banco de la calle. El trámite era simple: entregar los papeles en la Embajada, dormir con unos parientes en Torrejón y regresarse. Pero nada de eso pasó, no pudieron entregar los documentos y el pariente no se presentó. “Y ningún hotel de los que podemos pagar nos coge el teléfono”, responde la familia de dos adultos y un niño de 10 años en la calle.En Madrid hacía en ese momento 14 grados, pero la luz anaranjada de las farolas, las jardineras secas y el adoquín de la estación no son el lugar más amable. Dos decenas de policías nacionales vigilan la zona después de un día de locos en el que han tenido que organizar colas kilométricas para que la gente pudiera subir ordenadamente en los pocos autobuses que salían desde Madrid hacia el norte y noroeste de la comunidad. A cuentagotas y durante todo el día, han ido saliendo como podían los autobuses a Torrejón, Loeches, Alcalá, Guadalajara…En Atocha se repiten escenas parecidas. Decenas de personas varadas esperando a las puertas de la estación para poder salir en los primeros trenes de la mañana. En Barcelona funcionarios con megáfonos animaban a los pasajeros varados a dormir en gimnasios, pero en Madrid, el rellano de Avenida de América y de Atocha son los lugares más acogedores de una capital que terminó exhausta el día desde que a las 12.33 del mediodía un apagón dejó a oscuras la península ibérica.

Las estaciones acogen a los perdedores del apagón en Madrid | Noticias de Madrid
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