La agricultura regenerativa —que apuesta por técnicas como no labrar, mantener una cubierta verde y no aplicar insumos externos, pesticidas o herbicidas— se reivindica como solución para mitigar la emergencia climática y la pérdida de biodiversidad, pero sus críticos señalan que no puede sustituir a la convencional porque produce menos. Un estudio realizado en ocho fincas de Cataluña (cuatro regenerativas y otras tantas convencionales) muestra en sus resultados preliminares que la producción de este modelo es parecida y, además, reduce los gastos. “Son los primeros datos científicos para desmontar esos mitos”, dice Javier Retana, coordinador del proyecto RegeneraCat. Este modelo no cuenta todavía con una certificación, como sí ocurre con la ecológica. La iniciativa, impulsada por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf), ha tomado como ejemplo la producción de calabacines, uvas, peras y leche de vaca. “Hemos escogido cuatro fincas regenerativas y otras cuatro muy parecidas de producción convencional”, apunta Retana, que también es investigador del Creaf y catedrático de Ecología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). “Medimos las actividades que hace cada explotación cada día, para ver el tiempo de personal, maquinaria, cantidad de abono y fitosanitarios que se vierten, para calcular los costes, la huella de carbono y la huella hídrica, así como el nivel de producción”, prosigue. En las primeras, que además están certificadas en ecológico, usan técnicas como no labrar, emplear solo fertilizantes naturales, mantener una cubierta vegetal verde o seca todo el año, instalar hoteles para insectos, colocar bandas florales entre hortalizas, o emplear animales, como ovejas, vacas y asnos, para fertilizar la tierra. En las segundas, en cambio, se labra, se emplean herbicidas y fertilizantes químicos y se arrancan las hierbas. “La producción ha sido igual o incluso mejor en las cuatro primeras fincas, pero además los costes son mucho menores, porque hay que usar mucha menos maquinaria y combustible y no hay que comprar fertilizantes ni fitosanitarios”, apunta el experto. El cálculo no contempla la inversión inicial necesaria para restaurar la salud del suelo, un proceso que puede requerir varios años antes de lograr esta rentabilidad. La parte positiva es que sí que demuestra que ambos modelos producen el mismo y, una vez establecida, con un coste económico igual, o incluso, menor, en el caso del regenerativo. Los expertos piden ayudas para este difícil momento de transición. Gallinas comiendo en la finca regenerativa Planeses, en Sant Ferriol (Girona). Massimiliano MinocriErnest Mas, de Verdcamp Fruits —uno de los agricultores participantes— señala que en su caso pusieron dos parcelas parecidas en Cambrils (Tarragona), y en la que aplica técnicas regenerativas ahorraron un 30% de gasto para obtener los mismos calabacines. “Empleamos cubiertas vegetales, asociamos cultivos, plantamos flores para promover la biodiversidad y usamos abonos orgánicos. El suelo retiene más agua y es más eficiente. Con todo eso se ahorra mucho”, señala. El problema es la transición de un sistema a otro. “Si coges un suelo donde no haya una inercia de actividad biológica y lo metes en regenerativo, hasta que no se recupera es difícil, pueden pasar de uno a cinco años, depende mucho del estado inicial y del manejo”. Otra es Pomona Fruits (Ivars d’Urgell, Lleida), que incorpora restos de poda, microorganismos vivos y materia orgánica en el suelo. “Convertimos los restos de lana en aminoácidos para obtener nitrógeno, hacemos compost y caldo de ortigas para aumentar la fertilidad del suelo y para polinizar apostamos por plantar flores e impulsar a las abejas”, dice Gema Llanes. “En el reciente periodo de sequía, la finca regenerativa mantuvo la producción de peras, mientras que la que no está aplicando estas técnicas casi no produjo nada”, añade. Pastoreo racional Mientras, en Planeses (Sant Ferriol, Girona) han dividido el terreno en 80 parcelas para dar de comer pastos a vacas lecheras, que mueven cada día con Pastoreo Racional Voisin (PRV): solo están un día en cada parcela, así comen la hierba y abonan el terreno, pero no compactan demasiado el suelo. “Comparamos este modelo de movimientos diarios, que requiere un manejo de unos 10 minutos al día, con el convencional, donde los animales están estabulados y hay que producir forraje, cosecharlo, secarlo, empacarlo, transportarlo, dárselo al animal y recoger el estiércol para transportarlo después. Y el resultado es que nuestro modelo regenerativo es muchísimo más barato tanto en recursos como en tiempo”, comenta Marc Gràcia, que trabaja en Planeses y además es investigador del Creaf. Retana apunta: “En Planeses hemos comprobado además que el suelo regenerativo acumula más agua que un suelo convencional, lo cual es importante en periodos de sequía”. La cuarta finca es la de Familia Torres (Pacs del Pendès, Barcelona), que saca rebaños de ovejas y gallinas para que pasten entre las viñas y tienen instaladas cajas nido de murciélagos y pájaros. Los datos apuntan a que las parcelas regenerativas y convencionales producen una cantidad similar de uva. El proyecto durará dos años y, más adelante, publicarán artículos científicos con todo el proceso. Dado que la agricultura regenerativa no cuenta por ahora con una certificación, España no cuenta con datos sobre cuánto terreno se dedica a estas prácticas. Sin embargo, un portavoz del Ministerio de Agricultura explica: “España tiene un gran interés en aplicar sistemas de producción que garanticen la viabilidad de los ecosistemas. Por eso, desde hace tiempo se han ido desarrollando prácticas agrícolas que incorporan la dualidad productiva-medioambiental. Así, se están fomentando prácticas como la siembra directa o las cubiertas vegetales o inertes, o la rotación con especies leguminosas, con un beneficio claro para la biodiversidad, la estructura y condición de los suelos, la elusión de la erosión, etc. En periodos de sequía prolongada, por ejemplo, se ha demostrado la mejor adaptación de los terrenos en los que este tipo de prácticas se realiza”.Desde el ministerio recuerdan que hace dos años se publicó el decreto de nutrición sostenible de los suelos agrarios “que contempla la fertilización de forma global, buscando, precisamente, minimizar su impacto en el medio ambiente y, en la medida de lo posible, mejorar parámetros de los suelos como el contenido en materia orgánica, disminución de contaminantes y metales pesados o la racionalización de la fertilización”. Así, “se traslada parte de los principios de la agricultura regenerativa al modelo productivo español”.

Un estudio en Cataluña muestra que la agricultura regenerativa produce lo mismo con menos gasto | Clima y Medio Ambiente
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