En España hay alrededor de 40 especies de garrapatas, pero preocupan cinco, las que son capaces de inocular patógenos, además de a los animales, a los humanos, algunas tan graves como la fiebre hemorrágica de Crimea Congo. En primavera y verano la alarma se dispara y cada año la sensación de peligro crece entre la población convencida de que el campo está lleno del parásito chupasangre. Los científicos advierten de la falta de datos que confirmen el aumento del ácaro en un porcentaje concreto, aunque, en general, la subida de las temperaturas, con inviernos más suaves, provoca que el inicio de la actividad de las más comunes se adelante un mes, que su mortandad sea menor y que su distribución cambie, apunta Agustín Estrada-Peña, asesor del Ministerio de Sanidad. Los cambios de uso de suelo o la proliferación de animales silvestres también pueden afectar a su aparición por más lugares. “Antes los escandinavos apenas tenían garrapatas en el sur de Suecia o en la costa noruega, pero ahora llegan hasta el golfo de Boptnia (Suecia) o hasta el Círculo Polar Ártico (Noruega)”, pone como ejemplo Estrada-Peña de como avanzan hacia nuevos territorios por el mundo. Existan más o menos, la única forma de mantenerlas a raya es la prevención y acabar con los bulos y creencias que se han forjado en torno al poco apreciado artrópodo. ¿Si me pican, qué hago? “Lo principal es quitarlas lo antes posible con unas pinzas o la mano enguantada, sin retorcer, ni aplastar, cogiéndola lo más próximo que se pueda a la base de la piel donde está fijada y tirando de forma perpendicular”, explica Sonia Olmeda, coordinadora de Gares, un proyecto del Ministerio de Sanidad que persigue la creación de un mapa de garrapatas en España para su vigilancia. Y si hay dudas, lo mejor es acercarse al centro de salud. Se desaconseja la retirada con sistemas tradicionales como algodón con alcohol, aceite, vaselina, petróleo, anestésicos, cortarlas con una tijera, aplicar calor, entre otros productos. El problema es que si se manipula o se comprime el cuerpo se facilita la inoculación de patógenos. Una vez fuera, “la garrapata se debe guardar en un bote durante un mínimo de cuatro semanas, porque puede ayudar al diagnóstico en caso de sufrir complicaciones”, indica José Antonio Oteo, experto del CRETAV, Centro de Rickettsiosos y Enfermedades Transmitidas por Artrópodos Vectores del Hospital Universitario San Pedro en Logroño.Otro bulo extendido es creer que cuando se quita puede quedar dentro la cabeza y crecer después. “No pasa nada, lo primero porque sería el aparato bucal, no la cabeza, y no puede volver a crecer a partir de ahí”, responde Olmeda. Una garrapata puede medir desde un milímetro a más de un centímetro y a veces se detecta porque se ve una mancha en la piel que se puede confundir con un lunar. Pero si el lunar se mueve o tiene patas, es una garrapata. Se deben seguir las mismas indicaciones en el caso de que sea una mascota la afectada. Una garrapata Dermacentor. picture alliance (dpa/picture alliance via Getty Images)¿Cómo y qué patógenos transmiten? No todas las garrapatas transmiten organismos infecciosos, ni pican a humanos, y cada especie inocula, si está infectada, un determinado patógeno. Para alimentarse, el artrópodo necesita hospedadores y pasar de larva a ninfa y finalmente a adulta. En ese proceso es cuando contagian. Lo habitual es que se enganchen a animales silvestres y domésticos: ratones, conejos, reptiles, aves y ungulados como ciervos, jabalíes, vacas, ovejas, entre otros. Al hombre le pican si pasa por un lugar en el que abunden. La lista de patologías es larga: desde infecciones asintomáticas a cuadros clínicos muy graves y reacciones alérgicas, explica Oteo. Todas son muy molestas y muchas peligrosas, además que pueden ser mortales si no se diagnostican a tiempo. Una de las más preocupantes es la fiebre hemorrágica de Crimea Congo, emergente en España y que inocula la garrapata Hyalomma marginatum, muy abundante en el centro y suroeste peninsular y oeste hasta la zona del Bierzo. La primera detección del virus en garrapatas se realizó en 2010, aunque podría haber estado antes, y desde 2013, cuando se produjo el primer caso en humanos, se han detectado 16 pacientes, el último, el mes pasado en Salamanca, y han muerto seis personas. “Suele provocar infecciones asintomáticas o leves-moderadas, pero es capaz de matar a las personas en elevado porcentaje cuando se produce el cuadro de fiebre hemorrágica”, concreta Oteo. Otra garrapata, Ixodes ricinus, la que más picaduras provoca en el norte de España, transmite la borreliosis de Lyme. Son también muy frecuentes la fiebre botonosa y DEBONEL, transmitidas por las del género Rickettsia.En el hospital ven con frecuencia la alergia por alpha-gal, una sustancia presente en la carne del ganado, que lo pueden pasar las garrapatas. Si luego pican a personas, estas pueden desarrollar una reacción alérgica que en ocasiones llega a ser muy seria. “Te pica una garrapata y se acabó comer chuletón”, ironiza. ¿A qué síntomas hay que estar atento?Hay que prestar atención en las siguientes cuatro semanas por si aparece fiebre o lesiones cutáneas. Hay casos como “El desarrollo de una parálisis facial también debe poner en alerta de que sea una manifestación neurológica precoz de la borreliosis de Lyme”, plantea Oteo.La protección es vital Para evitar las picaduras se pueden usar biocidas autorizados por Sanidad y repelentes, que se aplican sobre la piel expuesta ―nunca en piel cubierta por ropa― y repelen al artrópodo, pero no lo matan. Pueden ser necesarias aplicaciones cada tres o cuatro horas, y cuando se llega a casa lavar la piel con agua y jabón, indica el Ministerio de Sanidad. Los repelentes no están aconsejados en niños menos de dos meses y a los menores de un año, solo en el caso de que haya un riesgo elevado de transmisión de enfermedad por artrópodos. La mejor protección es vestir ropa que deje las menores zonas del cuerpo expuestas: camisetas de manga larga y pantalones largos. Usar calcetines y calzado cerrado en vez de sandalias, también es efectivo. Y la ropa de color claro permite localizarlas antes. Evitar ir campo a través, mejor transitar por el centro de caminos para evitar el contacto con la vegetación. Y al llegar a casa, revisar bien todo el cuerpo, con especial atención a axilas, ingles, cabello, ombligo, zona posterior de las orejas y alrededor de la cintura, sus zonas preferidas para engancharse. Lo ideal sería que unas personas revisen a otras, para que no pase ninguna desapercibida. ¿En qué lugares es más habitual encontrarlas y en qué fechas?Están muy extendidas y aunque antes era más complicado encontrar garrapatas de octubre a febrero, ahora permanecen activas en invierno en casi toda Andalucía, Extremadura y el Mediterráneo, responde Estrada-Peña. Pero el riesgo principal para los humanos se presenta en primavera y verano, cuando se incrementan las actividades al aire libre. Además, se están acercando a las zonas urbanas, “porque la gente sale más al campo y lleva a sus mascotas, hay especies silvestres como los conejos que viven en los parques y los jabalíes cada vez se acercan más”, describe Jorge Galván, director general de Anecpla (Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental). De momento, no es un problema grave, pero es una “amenaza potencial”, asegura.¿Para qué sirve una garrapata?“Tenemos una visión muy simplista de la naturaleza en la que todo lo que no nos gusta no sirve, pero hasta las garrapatas tienen su función”, dice Olmeda, coordinadora del proyecto Gares. Su función es el mantenimiento del equilibrio natural. Cuando su hospedador prolifera, ellas también porque tienen más comida, pero a la vez inoculan más patógenos y los animales más débiles morirán devolviendo el equilibrio al sistema.El problema es la alteración del medio que provoca el hombre. “La propia ganadería es una modificación, que hace que aumenten las garrapatas”.

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