La gestación subrogada, más conocida como el alquiler de vientres, se convirtió en un negocio que crece sin control en Colombia. En 2024, al sistema judicial ingresaron 8.435 demandas de impugnación de la maternidad y la paternidad. Son 445 más que en 2023, según cifras del Consejo Superior de la Judicatura, y muchas de esas acciones legales, en el caso de las madres, fueron interpuestas por clínicas de reproducción asistida que operan en el país y que ofrecen, en su mayoría a parejas homoparentales extranjeras, el servicio de maternidad subrogada. La práctica consiste en utilizar el útero de una mujer “donante” para gestar el embrión producto de una fecundación artificial. En la mayoría de los casos, con material genético de uno de los padres que adquieren el servicio y el proveniente de bancos de esperma o de óvulos que, casi siempre, también se adquiere de forma transaccional.Al existir dinero de por medio, el motivador común suelen ser las precariedades económicas de las mujeres gestantes, muchas de las cuales son migrantes venezolanas.Las normas colombianas permiten la maternidad subrogada solo si no hay transacción económica. De hecho, el alquiler de vientres es considerado hoy en muchas naciones del mundo una práctica de explotación reproductiva.En el país, como parte de un paquete ‘todo incluido’ que ofrecen algunas clínicas de fertilidad, se oferta el servicio de abogados para apartar a la madre gestante de cualquier relación con el bebé. Esto porque después del nacimiento en el registro civil aparecen, por ley, el nombre de la mujer que da a luz y el del padre que aportó el material genético. Pero para todos los efectos legales, incluido sacar del país al niño, se requiere ‘borrar’ el nombre de la madre. Por eso las oficinas jurídicas de esos centros están impugnando centenares de maternidades anexando las pruebas de ADN que demuestran que el bebé no comparte material genético con la mujer que lo dio a luz.En Colombia solo está permitida la gestación subrogada con fines altruistas. Foto:IstockLa ley establece dos causales para impugnar la maternidad: el falso parto (el caso de las mujeres que fingen un embarazo) y un eventual ‘cambiazo’ de recién nacidos. Ambas condiciones son altamente inusuales, por lo que abogados consultados por este diario resaltan que el efecto colateral de la maternidad subrogada se está viendo en los juzgados de familia. En la mayoría de esos casos, los operadores judiciales se encuentran con declaraciones juradas de las madres gestantes en las que expresamente renuncian a cualquier derecho sobre el recién nacido. Esas conformidades son parte clave los acuerdos contractuales, así como la obligación de firmar los permisos de salida del país que exige la ley colombiana en el caso de los menores de edad.En internet y redes sociales se pueden encontrar anuncios que pintan casi un cuento de hadas para enganchar a quienes por diversos factores han visto truncado su sueño de tener un hijo. De acuerdo con fuentes consultadas por este diario, las parejas extranjeras pueden pagar hasta 300 millones de pesos por un proceso que está amparado por la ley solo si el acuerdo con la mujer que llevará en su vientre al bebé no está sujeto a un pago por ese ‘servicio’.De esos 300 millones, la madre puede recibir en el mejor de los casos unos 40 millones de pesos, que incluyen mensualidades para su manutención durante los nueve meses de gestación y “bonificaciones”, la forma en la que se maquilla la mercantilización en los contratos de maternidad subrogada. La sola asesoría jurídica y los trámites para el registro civil de los menores de edad oscilan entre los 28 y los 32 millones de pesos.“Para el programa de subrogación ofrecemos un plan 360 grados que cubre todos los aspectos necesarios para que puedan lograr tener un bebé sano en casa al final del proceso. Para lograr esto ofrecemos asesoría con los mejores abogados especializados en proceso de subrogación del país, también nos hacemos cargo del proceso completo con las GS (gestantes subrogadas) y del proceso médico completo, incluyendo si es necesario la consecución de óvulos o semen donado. Adicional a esto ofrecemos el seguimiento del embarazo completo por parte de un médico ginecólogo perinatólogo, el cual no reemplaza el seguimiento de la EPS, pero sí lo complementa”, ofrece una de las clínicas en su página web.Sin embargo, según testimonios de personas involucradas en este medio, existe un mercado alterno, ‘de garaje’, en el que se “consiguen” vientres desde los 8 o 10 millones de pesos y en el que se valen de mujeres en condición de vulnerabilidad, sobre todo migrantes.Un borrador de un proyecto de ley que estaba cocinando el Ministerio de Justicia durante en la era de Ángela María Buitrago y al que tuvo acceso EL TIEMPO alerta por la zona gris en materia legal que está dando pie al mal llamado “turismo reproductivo” en Colombia, con graves riesgos tanto para la madre gestante como para el niño.“La gestación subrogada transnacional puede derivar en graves afectaciones como el nacimiento de niños apátridas por vacíos en el reconocimiento de la filiación entre países, la negación de la nacionalidad o pasaportes de los Estados comitentes, el abandono del menor de edad si surgen conflictos o arrepentimiento entre las partes y la exposición de la persona gestante a explotación u otras situaciones de riesgo”, señalaba el Ministerio.La gestación subrogada transnacional puede derivar en graves afectaciones como el nacimiento de niños apátridas por vacíos en el reconocimiento de la filiación entre países, la negación de la nacionalidad o pasaportes de los Estados comitentes, el abandono del menor de edad si surgen conflictos o arrepentimiento entre las partes y la exposición de la persona gestante a explotación u otras situaciones de riesgoMinisterio de JusticiaBorrador de proyecto de leyNiños sin patriaVarias tutelas que han llegado a la Corte Constitucional y que han dado pie para hacer un llamado urgente al Congreso a regular la maternidad subrogada tienen que ver con el retiro de la nacionalidad colombiana a bebés que, tras aprobarse la demanda de impugnación de la maternidad, quedan solo con padre o madre extranjera. “Personas de otros países se desplazan a Colombia para realizar el proceso de gestación por sustitución, ocasionando un grave problema a los nacidos, pues quienes tienen padres extranjeros y no se domicilian en el territorio colombiano no tienen derecho a la nacionalidad, a pesar de que esta sea un derecho fundamental reconocido en la Convención sobre los Derechos del Niño. Lo anterior ocasiona que se genere el fenómeno del nacido apátrida”, dice el proyecto de Buitrago, que hasta ahora, que se conozca, no está en la lista de prioridades de su sucesor, Eduardo Montealegre.Ese fue el caso de una niña nacida en territorio colombiano el 11 de julio de 2022 a la que la Corte llamó Leticia en su expediente y quien terminó en Ucrania sin nacionalidad alguna. Su nacimiento fue fruto de una gestación subrogada y, como en la mayoría de estos casos, en su registro civil de nacimiento figuraban, además del padre de nacionalidad ucraniana, los datos de la madre sustituta colombiana. Así se expidió, a los tres meses de nacida, su pasaporte, con el que el padre pudo llevársela a su país de origen. Tras una impugnación de la maternidad, un juzgado falló a favor de las pretensiones del padre y declaró que la mujer gestante no tenía vínculo genético con la niña por lo que su nombre fue eliminado del registro civil.“En virtud de esta modificación, dado que el padre no acreditó su domicilio en Colombia al momento del nacimiento de la niña, la oficina de pasaportes negó la expedición de una nueva libreta y se produjo la cancelación del documento anterior. Posteriormente, el accionante intentó obtener el reconocimiento de la nacionalidad ucraniana de su hija en distintos países, sin tener éxito”, dice la Corte en la sentencia.En Colombia pueden ofrecer como bonificación hasta $40 millones a las madres sustitutas. Foto:iStockEl ucraniano interpuso una acción de tutela para que se reconociera la nacionalidad colombiana de su hija, pero el amparo fue negado por un juez. La revisión de la Corte se centró en resolver si se habían vulnerado los derechos de la menor a la identidad y la igualdad por haber nacido en territorio colombiano.El alto tribunal terminó reconociéndole la nacionalidad a la niña y declaró vinculante su decisión para casos similares, mientras el Congreso decide meterle el diente al tema. Eso sí, no sin antes lanzar un duro llamado sobre las “condiciones de posibilidad creadas por el Estado colombiano para la vulneración de los derechos” de los bebés que nacen por este método de reproducción asistida. “El modelo tolerante de la gestación por sustitución, la ausencia de una regulación con plazos precisos y la interpretación restrictiva del procedimiento para reconocer la nacionalidad por nacimiento a hijos e hijas de extranjeros sin domicilio en Colombia en riesgo de apatridia fueron todas condiciones de posibilidad creadas por el Estado colombiano para violar los derechos fundamentales de Leticia”, advirtió el alto tribunal.La Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia también ha sentado jurisprudencia y se ha sumado al llamado de la Rama para que se expida, cuanto antes, una regulación que aborde variables como las licencias de maternidad o paternidad, la filiación, la apatridia (que solucionó temporalmente la Corte Constitucional) y otros aspectos claves para la protección de los derechos fundamentales de estos niños y niñas.“Una regulación integral sobre esta materia debe abordar de manera detallada, y desde un enfoque de género, entre otros aspectos, las etapas de las técnicas de reproducción humana asistida; los intervinientes en ellas, sus derechos y obligaciones; la naturaleza, alcance y efectos de los acuerdos celebrados para su desarrollo; las condiciones para prestar el consentimiento, las posibilidades de modificarlo y el momento oportuno para hacerlo; el destino posible de los gametos y embriones conservados, así como el tiempo durante el cual pueden mantenerse, la responsabilidad de las clínicas y del personal sanitario que participa en el proceso y los efectos en materia de filiación”, exhortó la Corte Suprema en la sentencia 357 de 2022.Desde 1998, se han radicado al menos 16 proyectos de ley en el Congreso de la República con el propósito de establecer este marco legal. Sin embargo, todas estas iniciativas han sido archivadas. La maternidad subrogada –como la eutanasia, el matrimonio y la adopción de parejas homosexuales y el aborto– sigue siendo una realidad invisibilizada por los legisladores colombianos.El testimonio de una mujer que ‘alquiló su vientre’Con videos y fotos llamativas de padres –casi siempre extranjeros– sosteniendo orgullosos a sus hijos, nacidos del cuerpo de otra mujer a través de la gestación subrogada. Así promocionan varias clínicas en Colombia este servicio, dirigido a un doble público: las parejas interesadas y las mujeres ‘donantes’.Tiene 35 años, es esposa y madre de un niño pequeño. Un día se encontró con un documental sobre reproducción asistida. Le llamó la atención al punto de buscar por internet clínicas que permitieran ‘prestar’ su vientre para gestar el hijo de alguien más.Las madres sustitutas deben cumplir con el contrato firmado entre la clínica y los padres comitentes Foto:iStockDice que estaba satisfecha con su familia de tres, y que quiso ayudar a una pareja cuyo sueño de ser padres pudiera cumplirse a través de ella. Encontró en internet la clínica con la que arrancó su proceso de gestación subrogada. Según le contó a EL TIEMPO, nadie la buscó ni la convenció: fue ella quien escribió, y “rapidito” le agendaron la primera cita.Antes de firmar, pasó una rigurosa entrevista. Luego vinieron decenas de exámenes físicos, mentales y visitas domiciliarias para evaluar su entorno familiar. “La clínica debe garantizarle a la familia un bebé sano”, dijo.El primer contrato lo firmó con un hombre que quería ser padre soltero, pero luego de tres intentos fallidos de transferencia embrionaria, decidió retirarse. Días después, la clínica le propuso una nueva familia: una pareja australiana homoparental. Esta vez, el implante del embrión funcionó en el primer intento.El documento –bastante detallado– establecía una serie de derechos y deberes. No como salario, sino como “bonificación”, recibiría un total de 50 millones de pesos, divididos entre las mensualidades de manutención durante la gestación y otros gastos asociados.Ella debía asistir a todos los controles prenatales, tomar suplementos recetados por los médicos de la clínica, alimentarse bien y evitar situaciones de riesgo. Se presentaba rigurosamente a los controles, pues la clínica enviaba reportes periódicos a Australia, detallando el estado de la gestación.Es consciente del costo que asumieron los padres del bebé que gestó. “Son cientos de millones de pesos, incluyendo el pago a la clínica, estadía y trámites legales. Del 100 % de las parejas, el 95 % son extranjeras”, aseguró.Son cientos de millones de pesos, incluyendo el pago a la clínica, estadía y trámites legales. Del 100 % de las parejas, el 95 % son extranjerasMadre sustitutaDe 35 añosAunque el contrato le prohibía tener contacto con los padres comitentes o con la bebé una vez naciera, en su caso la relación fue cercana. El padre biológico estuvo presente en la cesárea, y siguen en contacto desde hace dos años. “Me escriben casi todos los días, me mandan fotos de la niña, me cuentan de su vida”.Desde el primer segundo, la bebé fue entregada a la pareja y, una vez salieron de la clínica, no volvió a verla en persona. La niña viajó a los tres meses, una vez obtuvo el pasaporte.El registro civil, como en otros casos, consignó el nombre de la mujer que dio a luz y el del padre biológico. La niña quedó con esos dos apellidos. Como la demanda de impugnación de maternidad toma tiempo, la bebé salió del país con un permiso firmado por ella.Una vez fallada la acción judicial –a favor del padre, tras comprobar que la mujer gestante no tenía vínculo genético– se actualizaron los registros. Aunque nació en Bogotá, la niña perdió la nacionalidad colombiana y adoptó la australiana, quedando registrada solo con el apellido de su padre.Como ella ya tenía claro que no quería tener más hijos, dice que la entrega fue menos dolorosa. “Ellos quisieron estar presentes, y eso me ayudó. Me recordaban todos los días que esa bebé no era mía, que tenía otros papás. Eso me ayudó a evitar el apego”.Sin embargo, cuenta que otra mujer con la que compartió el proceso –ambas inseminadas y con parto casi al mismo tiempo– vivió un fuerte duelo al entregar al bebé. Otro caso que le impactó fue el de una gestante que desapareció con el niño.El vacío legal en Colombia –como han advertido la Corte Constitucional y la Corte Suprema– obliga a que la definición de la maternidad y los trámites de nacionalidad se resuelvan por vía judicial. Aunque algunas mujeres, como en este caso, llevan un proceso consciente, consensuado y seguro, reconocen que hay muchas zonas grises, y que no todas viven la misma experiencia.María Cristina Hurtado, abogada y politóloga, explica que la gestación subrogada termina por entender el cuerpo de la mujer como un bien, cosa que desconoce la normativa internacional sobre derechos humanos. “Los tratados internacionales sobre derechos humanos declaran que el cuerpo o ninguna parte de él puede ser motivo de transacción”, dijo.Los tratados internacionales sobre derechos humanos declaran que el cuerpo o ninguna parte de él puede ser motivo de transacciónMaría Cristina HurtadoAbogada y politólogaEl problema, a su juicio, es que esta práctica se está viendo desde el derecho civil y no los derechos humanos del bebé. Y que en este único enfoque se los pone en riesgo de caer en redes de tráfico, trata de personas, abandono e indefensión, entre otros peligros.Según cuenta, el hecho de plantear la regulación de la gestación subrogada da a entender que en el centro se está poniendo el interés de las personas que tienen dinero para pagar para convertirse en padres sobre los derechos humanos de los niños y mujeres.Sara Valentina Quevedo DelgadoRedacción JusticiaJusticia@eltiempo.comMás noticias de Justicia:

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