El pasado lunes Roberto Saviano cerró en parte una herida abierta hace 17 años. La Corte de Apelación de Roma, el tribunal de segunda instancia, dictaminó que en marzo de 2008 el clan de los Casalesi, el más temible de la Camorra en ese momento, le amenazó de muerte realmente y condenó por ello al capo Roberto Bidognetti y al abogado del clan, Michele Santonastaso. El letrado fue quien leyó en la sala de vistas de un gran juicio a la Camorra un texto para pedir el traslado del proceso a otra sede judicial, y acusó directamente a Roberto Saviano, que había publicado Gomorra en 2006, y a la periodista Rosaria Capacchione, de condicionar a los magistrados con sus informaciones. Es decir, que cargó sobre ellos la responsabilidad de una posible condena, que luego llegó efectivamente. Más informaciónEse día cambió la vida de Saviano porque desde entonces ha tenido que vivir escondido y con escolta, que ya tenía incluso desde dos años antes. Se fue de Italia, ha vivido durante varios periodos en Estados Unidos. La historia del escritor, que ha vendido millones de libros y ha sido traducido en más de medio centenar de países, es conocida en todo el mundo, pero la Justicia italiana aún no lo había establecido en una sentencia. Para Saviano, que contesta a EL PAÍS por escrito, ha sido una victoria moral y se derrumbó tras escuchar el fallo, no podía parar de llorar. Estos años ha sufrido numerosas críticas, sobre todo de un parte de la política, acusándole casi de vivir del cuento y enriquecerse con ello. Ya Berlusconi le reprochó en 2010 que ensuciaba la imagen de Italia. Ha chocado principalmente con la ultraderecha, por sus críticas a su política de inmigración, que ha reaccionado incluso amenazándole con quitarle la escolta. Con el Gobierno de Giorgia, también le suspendieron un programa en la RAI. La sentencia ahora le da la razón. Pregunta. ¿Temió por un momento que la sentencia no fuera esta?Respuesta. Sí, por supuesto. Aunque el veredicto de primera instancia, que fue una condena, pareciera inamovible, nunca se puede estar seguro del resultado de un juicio.P. ¿Qué pasó por su cabeza en ese momento? Debieron de venirle encima muchísimas imágenes y recuerdos. ¿Qué fue lo primero que pensó?R. Mientras la juez leía la condena del jefe del clan Casalesi, Francesco Bidognetti, y su exabogado Michele Santonastaso, me pasó por delante toda mi vida, no solo los últimos años con escolta, sino también, y sobre todo, los años anteriores, los de la libertad. Pensé en cuánto tiempo de mi vida he desperdiciado en una lucha que me ha convertido en un blanco, no solo para las organizaciones criminales, sino también para la política que, incapaz de afrontar el fenómeno criminal, acusa a cualquiera que hable de él de difamar a Italia.P. Un lector extranjero, poco familiarizado con toda la historia, podría pensar que las penas son muy leves (un año y medio para Bidognetti, y un año y dos meses para su abogado). ¿Puede explicar la importancia de la sentencia, su significado?R. En primer lugar, esta es la pena impuesta para ese tipo de delito: amenaza con circunstancias agravantes mafiosas. Añado un detalle importante: este tipo de delito es dificilísimo de probar, por lo que el hecho de que el jefe y su exabogado hayan sido condenados indica que la amenaza se hizo de forma tan descarada que no deja lugar a dudas. Esta condena, además, tiene un valor inmenso porque establece y demuestra por primera vez que las organizaciones criminales temen que se hable de ellos, que alguien lo cuente, más que cualquier otra cosa. Las investigaciones, los juicios y las condenas, si nadie lo cuenta, quedan circunscritos a los pocos que siguen el tema. El relato llega a todos, revela las dinámicas y las hace reconocibles.Roberto Saviano llora tras la sentencia, el 14 de julio de 2025 en Roma.
Cecilia Fabiano/LaPresse (LAPRESSE)P. Fuera de Italia es difícil de entender que lo que pasó en 2008 no estuviera ya clarísimo, que aquello fue una amenaza mafiosa. Quizá por eso la noticia ha tenido tanta repercusión fuera, porque ha sorprendido que en Italia todavía no estuviera claro.R. Aquel texto fue inmediatamente calificado de “proclama” por el entonces fiscal general de la República, Vincenzo Galgano, y el fiscal nacional antimafia, Pier Luigi Vigna, que conocían las dinámicas del proceso y, en particular, de ese tipo de procesos, porque se hacía eco de las declaraciones de las organizaciones terroristas. Aquel documento declaraba que, si los capos eran condenados, sería culpa nuestra: por nuestros artículos, nuestras denuncias, nuestra influencia sobre los magistrados. Tras la lectura del documento, algo completamente inusual, ya que las solicitudes de remisión [traslado del proceso a un tribunal de otra localidad] suelen presentarse y no leerse en audiencia pública, el abogado de Bidognetti se quitó la toga. Un gesto simbólico para indicar que, a partir de entonces, la partida se jugaría fuera de esos muros, porque la lectura de esa proclama tenía precisamente ese propósito: informar a los de fuera, en caso de condena, de quiénes eran los responsables. Así que diría que también en Italia todo estuvo claro desde el principio, sobre todo porque, tras leer ese documento, me aumentaron la escolta del tercer al segundo nivel. Lo que faltaba era una sentencia definitiva, y podríamos abrir un capítulo muy largo sobre esto, hablando de la lentitud del sistema judicial italiano, una lentitud que protege eficazmente a las organizaciones criminales: un delito cometido hoy será castigado al cabo de 10, 15 o 20 años. P. ¿Qué significa que la justicia tarde casi 17 años en establecer la verdad?R. No es justicia si no protege a las víctimas en tiempos humanos… y 17 años son objetivamente demasiados.P. Al escuchar sus palabras, e incluso en el artículo que publicó en el Corriere della Sera el día de la vista, casi parece que se reprochara todo a sí mismo, como si se sintiera culpable de todo esto. Dijo tras la sentencia: “Me han robado la vida y he dejado que me la robaran”. ¿Pero qué debería haber hecho de forma distinta?R. La lista es larga, es decir, la lista de cosas que podría haber hecho de forma diferente para protegerme, para no arruinarme la vida, arruinarla para mí y para quienes me quieren. Al escribir Gomorra podría haber usado nombres ficticios, ese habría sido el primer paracaídas. Podría haber dejado de defender mis palabras, incluso ante una política obtusa, que ha preferido acusarme de enriquecerme, que ha prometido eliminar mi escolta, antes que ver el volumen de negocio de las mafias y meter mano a lo que la CGIA de Mestre define como la cuarta industria más grande del país, con una facturación anual superior a los 40.000 millones de euros, una estimación a la baja, considerando solo lo que sale a la luz de las investigaciones y las condenas en los juicios. En cambio yo me expuse, seguí escribiendo, sin darme cuenta de que estaría solo.El guionista y escritor Roberto Saviano posa durante un photocall para promocionar la película ‘La Paranza dei Bambini’ (Pirañas) en la 69ª edición del Festival Internacional de Cine de Berlín (Berlinale), en Berlín, Alemania, el 12 de febrero de 2019.Annegret Hilse (REUTERS)P. La impresión es que es muy severo consigo mismo, casi como si hubiera cometido el error de buscar la notoriedad o el éxito.R. El asunto parece complejo, pero en realidad es muy simple. Quería hablar de mi territorio y de lo que ocurría allí. Logré demostrar que las organizaciones criminales se llevan la mano de obra de donde hay pobreza, pero invierten en las zonas más ricas del país, principalmente en el norte de Italia. Cuando conté todo esto, fui atacado por las organizaciones criminales de las que había hablado y por gran parte de la política nacional, que quería y sigue queriendo defender su inercia frente a la economía criminal. Me acusaron de informar para buscar fama y éxito, y lo hicieron a pesar de que llevo 20 años con una vida blindada. Creo que es responsabilidad mía no haber salvado mi cuerpo de este martirio.P. Ya desde hace años dice en las entrevistas que con Gomorra arruinó su vida, pero aun así había una fuerza que le impulsaba a seguir adelante. En los últimos tiempos es como si algo hubiera cambiado, es más pesimista, parece más cansado. ¿Qué ha pasado? ¿Ha habido algún momento puntual que ha desencadenado una crisis?R. Si te amenaza la Camorra y te demanda la primera ministra Giorgia Meloni y su viceministro Matteo Salvini, creo que mi pesimismo es comprensible. [Salvini le ha denunciado por definirle “ministro de la malavita” (delincuencia). Meloni se querelló contra él en 2020 por llamarla “bastarda” tras la muerte de un niño migrante en el Mediterráneo y sus ataques a las ONG que salvan vidas en el mar. Saviano fue condenado a pagarle 1.000 euros en 2023].P. ¿Cree que haber tenido la amenaza de muerte de la Camorra a sus espaldas durante años le ha hecho no tener miedo de todo lo demás? Críticas, polémicas, querellas. Usted es un autor que no rehúye ningún debate ni batalla política.R. Exacto, así es. A lo largo de los años he pensado que no hay nada peor que las amenazas mafiosas. Si de un lado esto es cierto debido a su peligrosidad, por otro, los ataques políticos son muy insidiosos porque buscan construir una narrativa paralela y falsa sobre ti. Muchos políticos me han utilizado, y siguen utilizándome, para hacer propaganda política, y esto ha generado un clima de odio y desconfianza hacia mí.Una escena de la película ‘Gomorra’ (Matteo Garrone, 2008), basada en la novela homónima de Roberto Saviano.P. ¿Ha recibido mensajes de apoyo y solidaridad de políticos?R. No, ninguno. No cuento los privados, porque la política debe tener la valentía de mostrar su solidaridad públicamente. Los mensajes privados sirven de poco.P. ¿Cómo es posible que la política italiana no apoye a uno de los escritores italianos más leídos y conocidos?R. Porque la mayor parte de los políticos italianos es completamente incompetente en lo que respecta a las organizaciones criminales, la infiltración en el tejido económico legal, desde la construcción hasta la sanidad, desde la gestión de residuos, al turismo hasta el control de los principales puertos de Italia. Tan incompetentes que prefieren el silencio, y también prefieren que cualquiera que alce la voz tenga la menor visibilidad posible. Y cuando no es posible silenciarlo, surgen las amenazas: “Cuando gobernemos, quitaremos la escolta a Saviano”, amenazó Salvini durante su campaña electoral. Es un disco rayado.P. Desde fuera de Italia, resulta incomprensible que políticos como Matteo Salvini, y el partido de Meloni pongan en duda que debe llevar escolta. ¿Cómo se lo explica? ¿Ignorancia, mala fe…?R. Propaganda política. Además, necesitan asegurar a sus votantes que harán todo lo posible por silenciar a Saviano, quien, al denunciar la infiltración criminal, está dañando la reputación de Italia.P. ¿Ha reconocido ese aislamiento y ese abandono de las instituciones que han sufrido antes que usted muchas otras personas que han luchado contra la mafia, policías, jueces, periodistas?R. No quiero hacer una comparación inapropiada: pero Giovanni Falcone, el juez asesinado por la mafia en 1992, solo tuvo amigos después de su muerte. Antes de eso, fue acusado de todas las infamias. Un genio del derecho antimafia, el hombre que sentó las bases para la lucha mundial contra las organizaciones criminales, en Italia fue llamado “vanidoso”, acusado de hacer todo por su carrera y visibilidad.Sentencia en el Tribunal de Apelación por el juicio contra Francesco Bidognetti y su abogado Michele Santonastaso por amenazas al periodista Roberto Saviano, en Roma el 14 de julio de 2025
Cecilia Fabiano/LaPresse (LAPRESSE)P. Pero durante estos años, ¿siempre se ha sentido solo? ¿No ha sido posible tener una novia, amigos, cenar en navidad con los seres queridos?R. Respondo así, y creo que se entiende perfectamente lo que quiero decir: en cautividad nada bueno puede nacer, nada bueno puede resistir.P. Habla a menudo del deseo de ir en moto. ¿Hace cuánto tiempo que no lo hace, por qué lo echa de menos?R. Es un deseo que siempre he tenido. Arrancar una moto y partir, sin destino y sin tener que avisar a nadie de dónde voy. Bueno, nunca lo he hecho. La última vez que conduje una moto iba con los coches de escolta detrás.P. ¿Qué debería pasar para recuperar su libertad y su tranquilidad? ¿Es posible, por así decirlo, una anulación de la sentencia por parte del clan de los Casalesi, una revocación pública de la sentencia en su contra, o nunca ocurrirá?R. No tengo ni idea, mi libertad es un sueño que no sé si se hará realidad ni cuándo. Tengo la sensación de que mucho depende de mí, pero la verdad es que no sé por dónde empezar.P. Supongo que habrá pensado alguna vez que muchos arrepentidos de mafia logran rehacer una nueva vida y nunca les encuentran, ¿por qué usted no puede hacerlo?R. Porque debería irme lejos, dejar todo y a todos. No soy capaz de hacerlo.P. Tiene una historia similar a la de Salman Rushdie, y son amigos. ¿Le impresionó lo que le pasó en 2022, cuando un joven le atacó con un cuchillo?R. Me aterrorizó, pero voy a decir algo absurdo, que también comenté con Rushdie. Después del ataque, hablamos, nos vimos en vídeo, y luego en persona, y noté una enorme calma en él. Lo pensé un rato antes de hacerlo, pero luego le pregunté: “Salman, dime la verdad. Pareces tranquilo. ¿No será que este atentado ha demostrado que la fatwa contra ti era real?“. Sentí un dolor inmenso al escuchar su respuesta: “Sí”. Para ser creído, hay que morir, como Falcone, o arriesgarse a morir. ¿En qué mundo vivimos?El escritor y guionista Roberto Saviano en la Feria Internacional del Libro de Turín. Turín (Italia), 22 de mayo de 2023.Alessandro Vargiu/Archivio Alessandro Vargiu/Mondadori Portfolio via Getty ImagesP. El joven que atacó a Rushdie ni siquiera había nacido cuando se dictó la fatwa contra él en 1989. ¿El fanatismo que le persigue a usted es el mismo?R. Es muy parecido, sí. Se acepta una misión, incluso años después, que permite ascender en la jerarquía mafiosa. Domenico Noviello era un empresario de Castel Volturno que denunció la extorsión en 2001 e inspiró otras denuncias. Fue asesinado el 16 de mayo de 2008 como castigo por la valentía que demostró al denunciarlo. Le acababan de quitar la escolta y el clan había esperado casi diez años para vengarse.

Roberto Saviano: “Para que te crean hay que morir, como Falcone, o arriesgarse a morir. ¿En qué mundo vivimos?” | Cultura
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