El futuro contractual de Xabi Alonso en el Madrid penderá de un hilo muy fino, cada vez más fino si cabe, pero los vestigios del viejo Bernabéu también tienen algo que decir sobre los jugadores. Y, en especial, sobre Vinicius.En cuanto el balón se puso en circulación, en cada ataque del Sevilla, en cada equivocación blanca o tras cualquier acción que no saliera bien para los locales, de la grada surgieron pitos. No perdonaban ni una. Por un error de Huijsen —otra vez muy disperso—, por una ocasión que se le escapó a Isaac Romero o por un regate que no culminó Vini. A la menor, o a la mayor, silbidos al aire en un ambiente muy tenso en la Castellana. El gran rapapolvo se lo llevó el siete blanco, protagonista central de una trayectoria madridista que marca un antes y un después en la temporada desde el clásico de marras, y que este sábado fue despedido por un sector de la afición en el minuto 83, todavía con un angustioso 1-0 para los locales, con una pitada. El brasileño, a diferencia de lo que ocurrió contra el Barcelona, se retiró manso, lento, masticando cada silbido. Hubo también quien lo aplaudió, pero el enfado de una parte nada despreciable del anfiteatro quedó a la vista de todos y se convirtió en la noticia de la noche más allá del pobre triunfo merengue. Vini completó al paso un desfile amargo para él que marca un punto de inflexión en la relación con su gente, al menos, en este momento de crisis. Curiosamente, esta vez, después de entregar el brazalete de capitán a Courtois, todavía saludó al técnico al que desautorizó de forma muy grave la tarde del Barça. No habló después del partido, pero sí tomó una decisión personal nada menor: quitó su foto de perfil de Instagram con la camiseta del Madrid y publicó otra con la de Brasil. “La afición es soberana y libre de expresar su opinión”, se limitó a decir Xabi en una reacción protocolaria y ausente de un gesto de cercanía con el jugador, con el que, según aseguró, no había tratado el tema en el vestuario. No quiso comentar más sobre el asunto y, acto seguido, volvió a su mensaje de la noche: debían mejorar el juego e insistió en que el bajón de fútbol se debía casi exclusivamente a las lesiones.El anfiteatro había permanecido bastante impasible en el último año pese a la evidente caída de tensión del equipo, pero la crisis del último mes ha despertado al lobo dormido. En medio de la gran e irreversible internacionalización del recinto, cada vez cuesta más encontrar las señales de ese estadio censor que no perdonaba a los suyos el ahorro de carreras, lo único innegociable en Chamartín, un lugar que ha generado sudores fríos a más de un jugador madridista en la historia. Sin embargo, el desplome desde el clásico ha ido agotando la paciencia del empedrado. El enfado ya asomó hace dos semanas contra el Celta, el partido que acabó por desatar esta gran inestabilidad en torno a Xabi, y tres días más tarde ante el City, donde Vinicius fue uno de los señalados. Desde entonces, el Madrid había ganado con el agua al cuello en Vitoria y Talavera, dos victorias que lejos de amainar el ruido lo han elevado. Y en el regreso a casa, la parte más contrariada de la grada no dejó pasar la oportunidad para pasar factura a los jugadores y, de entre todos, el foco apuntó especialmente a Vini.Desde el anuncio de las alineacionesEl brasileño, protagonista del episodio contra el Barcelona después del cual ya nada ha sido lo mismo en el Madrid, se encuentra en la mirilla de no pocos. Al cuarto de hora, una acción rutinaria en la que no pudo irse de dos rivales, disparó los pitos del Bernabéu. Y no era la primera vez. Unos minutos antes, cuando anunciaron las alineaciones, de entre la masa brotaron algunos silbidos.El cambio de Camavinga por Güler en el 72 confirmó que el enfado no era igual con todos. El turco, que anda de capa caída, fue despedido con aplausos tibios, pero aplausos. No le ocurrió lo mismo a Vinicius. Nada más retirarse, con el Madrid apurado de nuevo pese a que el Sevilla jugaba con diez, Kylian Mbappé igualó de penalti los 59 goles de Cristiano Ronaldo en un año natural (2013). Eso sí, el portugués los consiguió en 50 encuentros y 4.216 minutos, según Opta, mientras el francés ha necesitado 59 duelos y 4.900 minutos. Tuvo varias ocasiones para superar a CR, pero se quedó con las ganas la noche en la que el Bernabéu apuntó a Vini, que además lleva 14 partidos sin marcar. La rajada de Almeyda contra el árbitro: “No soy ningún payaso”El entrenador del Sevilla, expulsado en el descanso por doble amarilla por protestar, cargó con mucha dureza contra el árbitro, Alejandro Muñiz. “Los entrenadores reclamamos. Cuando es con respeto, es válido para mí. Este señor me dijo que estaba cansado de que le dijera lo del respeto. Me expulsó porque reclamé una falta. Me gustaría que escuchen los audios. Si hay una falta de respeto, que la expongan. Yo no soy ningún payaso de ningún circo, tengo mi historia en el fútbol y como hombre”, se arrancó el argentino. “Los hombres dialogan y la falta de humildad como la de este señor supera lo que puede ser un diálogo cordial o no… Estamos haciendo del deporte algo que es autoritarismo. Me duele mucho decirlo, pero si no queda que me expulsaron porque insulté. En algún momento van a tener que suspender a un árbitro porque dirigen mal”, continuó el técnico, que puntualizó que no estaba diciendo que el Madrid hubiera sido beneficiado. “¿Cómo no voy a reclamar una falta si me hierve sangre? Tiene que haber un punto medio y no expulsar por expulsar. Me da hasta vergüenza decirlo. Pero no va a cambiar nada porque soy entrenador del Sevilla. Aprendí una cosa en la vida: entre el que calla y el que habla con respeto, me voy a quedar con el que habla. El que calla es un traidor y yo traidor no soy”, concluyó.

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