Los algoritmos han penetrado en los aspectos más íntimos de las personas y ahora también marcan el ritmo del reloj biológico femenino. Instagram, Spotify y YouTube inundan a las mujeres con publicidad sobre fertilidad. En menos de media hora en redes, una mujer de 30 años puede recibir más de una docena de anuncios: “Es tiempo de planear. Congela tus óvulos”, “Ahora tienes el poder de parar el tiempo. 55 euros al mes”, “Congelar también es amor propio”. El tratamiento de extracción y congelación de óvulos cuesta entre 2.000 y 5.000 euros, sumados al coste de la medicación y a unas cuotas anuales de almacenamiento de unos 500. Se recomienda realizarlo antes de los 35 años.Luisa Ávila, de 28 años, asegura que lleva viendo este tipo de anuncios desde hace tres años. “Primero empezaron los de donación de óvulos y, recientemente, los de congelación. Van por temporadas, pero siempre vuelven”, cuenta esta técnica de voluntariado y comunicación en una ONG. Reconoce, además, que es un tema recurrente en sus conversaciones con amigas: “Recuerdo que surgió en una charla porque era justo la publicidad de cabecera de algunos pódcast, como Estirando el chicle o Saldremos mejores. Está tan normalizado que te lo encuentras ahí, entre bromas y risas”.La publicidad le transmite sensaciones muy distintas según el mensaje: “Donar óvulos te hace sentir joven, válida, como si tu cuerpo sirviera para ayudar a otros a cumplir un deseo. En cambio, cuando empiezan a salirte los de congelar, sientes justo lo contrario: que se te acaba el tiempo, que ya vas tarde. Y ahí tienes que hacer un esfuerzo por decirte que todavía tienes 28 años”.Anuncios de clínicas de fertilidad en redes sociales.La ginecóloga Sara López Sánchez, especialista en reproducción asistida en la clínica privada CIRH del grupo Eugin, en Barcelona, recuerda que la mayoría de sus pacientes ya llegan decididas: “Algunas no saben si querrán ser madres o no han encontrado la pareja ideal, pero prefieren tener esa opción”. López considera positivo que las redes hayan ayudado a visibilizarlo. “Lo importante es informarse bien: la reserva ovárica es finita y no estamos toda la vida pudiendo ser madres”, asegura. Aun así, insiste en que la congelación no es una solución, sino una alternativa. “La verdadera solución sería tener condiciones laborales y económicas que permitan ser madre sin retrasarlo. La ciencia solo nos da un respaldo para decidir más adelante”, sostiene.Según el grupo privado Dexeus Mujer, referente de obstetricia, ginecología y medicina reproductiva, la edad media para congelar óvulos por motivos no médicos entre sus pacientes ha bajado de 38 a 35 años entre 2012 y 2023. Mientras tanto, el número de mujeres que opta por hacerlo se ha multiplicado por 75 en una década: de 75 en 2012 a 5.677 en 2023, según la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), la entidad que lleva el registro anual de todas las técnicas de reproducción asistida en España. Solo tres de cada 10 veces se hace por motivos médicos.La digitalización ha añadido una nueva capa de presión. Luana Mathias Souto, investigadora del grupo Género de la Universitat Oberta de Catalunya, que desarrolla el proyecto Thelma (Reproductive Health Under Algorithm Surveillance) advierte: “La vigilancia algorítmica aplicada a la salud reproductiva puede utilizarse para influir de forma encubierta en las decisiones de las mujeres, aumentar las desigualdades y vulnerar derechos”. El estudio de Mathias Souto concluye que los anuncios “priorizan la lógica comercial frente a la información objetiva”, al usar reclamos como “preservación de la fertilidad” o “tasas de éxito”, sin detallar riesgos ni limitaciones. “Estos mensajes persuaden más que informan y trasladan toda la responsabilidad a las mujeres, cuando el problema de fondo es social: la precariedad laboral, la vivienda o la conciliación”, argumenta la investigadora.Más informaciónAl echar un vistazo a la biblioteca pública de anuncios de Meta, donde se muestran las campañas activas en sus plataformas, se encuentran los anuncios de las clínicas más conocidas de España. En concreto, las que hablan de vitrificación están dirigidas a mujeres entre 30 y 47 años, mientras que las que promocionan donar ovocitos van de los 18 a los 32. Meta ofrece diferentes vías para contratar publicidad en Facebook e Instagram, según describe Ángel Cuevas, profesor titular del departamento de Ingeniería Telemática de la Universidad Carlos III de Madrid. La más directa consiste en crear audiencias personalizadas donde el anunciante sube un archivo con nombre, correo electrónico y teléfono de al menos 1.000 personas para que sean objetivo de sus campañas: la plataforma cruza esos datos con los que tiene en su base para llegar a esos perfiles o a otros similares. La segunda opción es definir el género, edad, geolocalización y comportamientos de la audiencia. “Cada usuario tiene decenas de intereses asignados con base en lo que hacemos en las plataformas, los perfiles que visitamos… Vamos dejando muchas señales y algunas son sobre temas sensibles”, explica Cuevas. Una tercera opción, más reciente, consiste en dejar que la plataforma analice el contenido del anuncio y encuentre automáticamente los posibles clientes mediante la información que almacena su inteligencia artificial.TikTok tiene un sistema similar, aunque prioriza el contenido orgánico. Por ello, en esta red cobran protagonismo las influencers que comparten su proceso de vitrificación y los médicos que muestran su método de trabajo. A Fernanda Caballero, de 43 años, estudiante de doctorado, lo que más le incomoda no es el contenido, sino la sensación de vigilancia: “Estos anuncios me generan la impresión de que ya lo saben todo de nosotros: los deseos, las necesidades, los miedos. Es como si te estuvieran espiando”. Y añade: “Antes había cosas que eran íntimas, privadas, y ahora parece que hasta lo más personal se usa para venderte algo”.Ruth Romero, ginecóloga experta en medicina reproductiva del Instituto Bernabéu, que es un grupo de clínicas privadas especializadas en fertilidad, afirma que cada día reciben más pacientes jóvenes interesadas en congelar sus óvulos. “La técnica se ha perfeccionado, es segura y eficiente, pero no es una garantía. Hay que hacerlo con buena información y a la edad adecuada, no solo por un impulso creado por la publicidad”, aclara. El procedimiento dura unos 12 días, según la doctora, que explica que comienza con unas pruebas y analíticas: “Y luego un tratamiento hormonal con inyecciones diarias durante 10 días y tres visitas de control. Finalmente, se extraen los óvulos mediante una punción vaginal con sedación”.La mayoría de las mujeres nunca llega a utilizar los óvulos, que se preservan en tanques de nitrógeno líquido. En Europa, solo el 13% de las mujeres recurre a ellos; en EE UU, apenas un 6%. Romero detalla: “Muchas logran un embarazo espontáneo; otras simplemente no los necesitan. Congelarlos aporta una tranquilidad psicológica, una sensación de control”.
La promesa de elegir cuándo ser madre convertida en negocio: cómo los algoritmos impulsan la congelación de óvulos | Sociedad
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