Puede que la mayoría de los que en el verano de 2024 se personaron en el Mercadona entre las siete y las ocho de la tarde y colocaron una piña boca abajo en su carrito no estuvieran realmente pensando en ligar. O sí. Puede que solo lo hicieran por la broma, para subirlo a redes y echarse unas risas, pero esta mediática moda pasajera también es síntoma de algo. La gente prefiere encontrar el amor ―o lo que surja― en un supermercado y mirarlo cara a cara antes que buscarlo en una aplicación. Las apps de citas, como Tinder o Bumble, perdieron 17 millones de suscriptores en el segundo trimestre de 2024 y las descargas bajaron un 20%, según The Economist. También se ha desplomado el valor en Bolsa de sus compañías matrices, con pérdidas que superan los 40.000 millones de dólares desde 2021. La propia directora de marketing de Tinder, Melissa Hobley, echaba piedras sobre su tejado en una entrevista con The New York Times: “Puede sonar gracioso viniendo de alguien que trabaja en la aplicación de citas más grande del mundo, pero si estás en un bar con gente interesante, deja el teléfono a un lado”.Muchos se han cansado de chatear, de hablar de banalidades durante horas para quedar y comprobar, decepcionados, que la otra persona no es como esperaban. Se han hartado de que cuando sí lo es, de repente, el otro desaparezca sin previo aviso. De mirar un catálogo infinito de cuerpos, caras y datos entre los que cuesta discernir qué es real y qué es ficción. Pero pese al creciente desencanto con estas herramientas lo que no decae es la esperanza de encontrar el amor, y para quienes precisan de algo de ayuda ―o mucha― a la hora de buscar candidatos, la figura del matchmaker parece estar convenciendo a un nuevo público que ya se ha frustrado suficiente con el cortejo online. “Mi opinión es que las redes sociales o las aplicaciones son la discoteca del siglo XXI. Que allí va todo el mundo, tanto las personas que realmente buscan pareja como las que no, y dentro de esa jungla es muy difícil encontrar a alguien”, señala Maria del Carme Banús, fundadora de SamSara Matchmaking.Más informaciónLa figura del matchmaker, que literalmente significa casamentera en inglés, se encarga de organizar citas entre personas compatibles de su catálogo de clientes. Cuando Banús abrió su agencia en Barcelona hace 30 años, había otras 12 o 13 como la suya, según recuerda. Ahora dice que en la ciudad condal quedan como mucho tres. Sin embargo, algo está volviendo a cambiar porque han despertado el interés de un nuevo tipo de cliente. “Hace ya cuatro o cinco años que el 80% de las personas que vienen han estado anteriormente en aplicaciones y vienen desencantadas con ellas. Algunas dicen que se han cansado de chatear, otras que a ver si nosotros aquí tenemos personas normales. No sé qué personas hay en las aplicaciones, pero vienen buscando personas normales”, asegura.Muchos usuarios de las aplicaciones de citas se han cansado de chatear, de hablar de banalidades durante horas para quedar y comprobar, decepcionados, que la otra persona no es como esperaban.Luis Alvarez (Getty Images)Las principales ventajas de un servicio como el que ofrece SamSara, según enumera, se basan en que solo presentan a clientes ―que pagan una cuota― a los que conocen personalmente y de los que tienen documentación, solo hacen presentaciones con personas que realmente consideran que son compatibles y todo el proceso es totalmente confidencial. Esto último es muy importante para sus clientes. “Muchas personas no quieren que su foto esté en una aplicación y la pueda ver cualquiera. Recuerdo un señor que era profesor de universidad y me dijo que en uno de estos portales de citas vio a un alumno y se lo borró enseguida”, comenta Banús.El hastío de la gente por las aplicaciones de citas, sumado al renovado interés por saltarse el primer paso y darse a conocer directamente en persona, ha propiciado que en los últimos meses proliferen también nuevas propuestas para encontrar a alguien especial. En ciudades como Madrid y Barcelona, por ejemplo, han empezado a popularizarse las veladas de The First Round. “Olvídate de las conversaciones incómodas: aquí solo encontrarás buen ambiente, charlas interesantes y un grupo que se adapta a ti”, se anuncia en la página web, en la que se pueden adquirir los tickets para reservar un hueco en sus cenas secretas (a 11 euros, más la comida y bebida). Antes de participar hay que responder a un cuestionario con el objetivo de que los organizadores puedan buscar “un buen match” a los comensales, que son divididos en grupos (no parejas). La velada promete “conexiones reales” y “conversaciones auténticas” como principales reclamos. “En persona”, añade como algo novedoso.En ciudades como Madrid y Barcelona han empezado a popularizarse las veladas de The First Round. “Olvídate de las conversaciones incómodas: aquí solo encontrarás buen ambiente, charlas interesantes y un grupo que se adapta a ti”, se anuncia en la página web.SolStock (Getty Images)Otra alternativa es la que propone el madrileño Mercado de Motores, que desde hace meses celebra sus Speed Dating & Friends, pensadas “para personas que quieren conocer gente nueva a través de charlas rápidas de cinco minutos”, según su página web. Los tickets cuestan 15 euros (más gastos) y los participantes se dividen en dos grupos: uno de personas de 25 a 35 años y otro de personas de 35 a 45 (aproximadamente). “Siéntate, relájate y deja que la magia suceda mientras conversas con cada participante. ¡Ven a disfrutar de una experiencia única donde el amor y la amistad pueden encontrarse en el lugar menos pensado!”, se publicita. Esa es otra, pues incluso los usuarios de aplicaciones de citas no necesariamente buscan siempre una relación amorosa o sexual: mientras Bumble tuvo una caída del 8% de los usuarios en el último trimestre de 2024, Bumble For Friends, el apartado de la app destinado a ampliar el círculo de amistades, experimentó un aumento del 540% en comparación con el año anterior.De hecho, no es casualidad que este tipo de ideas, servicios y agencias tengan éxito sobre todo en grandes urbes, llenas de personas que se mudan a ellas para buscarse la vida dejando su círculo social atrás. Personas sin tiempo, fuerzas ni maña para conocer a alguien fuera del entorno laboral. “Algo fundamental para una agencia como la nuestra es tener una base de datos grande”, explica Banús. “Nosotros en un momento determinado abrimos siete delegaciones en toda Cataluña. ¿Qué pasaba? Que las personas de Girona, de Tarragona, de Lleida… que querían encontrar pareja, a veces preferían venir a Barcelona por confidencialidad”, ejemplifica. Por estadística, hay más probabilidades de conocer a gente nueva y diferente donde hay mucha gente.En 1995, los clientes que recurrían a SamSara eran principalmente personas divorciadas, separadas y viudas, todavía jóvenes, que querían volver a pasar por el altar. “Lo que querían era formar una familia porque es lo que les pedía la sociedad”, afirma la fundadora. Ahora que la sociedad ha evolucionado, también se encuentran con nuevos perfiles que les están haciendo replantearse los objetivos de una agencia matrimonial. “El otro día vino una clienta de 23 años y yo le dije que no le podíamos dar servicio porque la edad de nupcialidad, según mi experiencia, se ha retrasado 10 años. Y los chicos que le podemos presentar son a partir de los 30… pero ella dice que no quiere chicos de su edad, que los chicos de su edad quieren otra cosa. Así que estamos trabajando para ofrecerle presentaciones”, admite.La edad media de los usuarios de Tinder y Bumble es de 26 años ―hay que tener un mínimo de 18 para abrirse un perfil―. Así que, en ese sentido, las agencias de matchmaking también se refuerzan como una opción para aquellas personas que han vivido casi toda su vida sin móviles ni apps, que no encuentran su espacio en ellas, pero que reclaman su derecho a tener citas y divertirse. “Hace poco me llamó un cliente de 77 años que se le acababa el contrato con la agencia y me quería dar las gracias. Me dijo: ‘Señora Banús, me han presentado a seis señoras supermajas que me hubiera costado conocer por otros medios, pero además ahora, con esta última señora que me han presentado, hemos salido cuatro o cinco veces y hemos dicho que nos queremos conocer más. Estoy supercontento”, relata. A lo mejor en el caso de este cliente a la sexta va la vencida, o no, pero al menos se ha ahorrado un montón de conversaciones superficiales en un chat.

Shares: