Imagine una situación hipotética en la que un padre crea una réplica su hijo fallecido usando inteligencia artificial (IA). Si este fantasma estuviera acotado a esa edad, siempre se comportaría como un niño pequeño: su misma forma de hablar, su nivel de madurez, su apariencia. ¿Pero qué ocurriría si se tratara de una versión que evoluciona? ¿Se convertiría esta réplica en adolescente o adulto?Este dilema es solo un ejemplo del futuro que pueden traer los fantasmas generativos con IA, un término acuñado en un nuevo artículo científico de Meredith Ringel Morris, de la empresa Google Deepmind, y Jed Brubaker, de la Universidad de Colorado Boulder. ¿Qué opciones reales hay de que la IA se use para generar vida artificial tras la muerte? “Las probabilidades son altas, sobre todo ahora que la IA es cada vez más potente, accesible y común”, dice Brubaker. “Ya hay personas que usan la IA para conservar voces o imitar a seres queridos fallecidos. Los memoriales online también se han vuelto algo habitual, los fantasmas generativos podrían ser lo siguiente, especialmente como parte de la conmemoración, la planificación del final de la vida y la historia”.Ya hay empresas que han visto una salida comercial a estas elucubraciones. Re;memory permite crear una versión virtual interactiva de alguien después de entrevistarle y grabarle durante siete horas. Otro ejemplo es HereAfter AI, una app que entrevista a la persona con la idea de crear, con tiempo, una versión digital para después de su muerte. Con diferencias, ambas permiten conversar con una especie de chatbot que representa a su ser querido, y que puede compartir fotos, grabaciones de voz y recuerdos de su vida.En algunos países asiáticos, donde tienen una relación particular con la muerte y los antepasados, algunas de estas prácticas ya son más normales. “Parece que países de Asia oriental como China y Corea del Sur van por delante, en parte porque sus tradiciones culturales ven normal seguir teniendo una relación con los antepasados. En los países occidentales, en cambio, la adopción depende más de cómo cada persona vea la tecnología, la muerte y el duelo”, dice Brubaker.Charlar del Papa con un muertoPero los tipos de fantasmas generativos pueden ser mucho más que un simple chatbot, que no es poca cosa: habrá familias que encontrarán consuelo para comentar con alguien fallecido una noticia como la muerte del Papa o una novedad más cercana como la boda de la hija. Otro de los próximos pasos en IA son los agentes, programas que podrán hacer gestiones por nosotros. En el futuro no será raro encontrarse con personajes fallecidos que hayan dejado su propio agente. Ya no será solo un chatbot, que podría por ejemplo incluso resolver una pelea por su propia herencia, sino inteligencias artificiales que puedan ejecutar tareas incluso de trabajo después de que alguien se jubiló o por supuesto se muera. “Estos fantasmas también podrían ayudar a los familiares dando consejos sobre cosas que solían hacer en vida (como cocinar su plato favorito o arreglar el grifo de la cocina). En algunos casos, incluso podrían generar ingresos si participan de alguna forma en la economía, y así ayudar económicamente a la familia”, dice el artículo.Este tipo de trabajos no serán actividades tan raras para una IA entrenada con un corpus determinado: “Algunos podrían escribir libros, responder preguntas o actuar como asesores virtuales, sobre todo si eran expertos en vida. Por ejemplo, el fantasma de un profesor podría seguir dando clases, o el de un músico podría crear nuevas canciones. Suena un poco futurista, pero no es tan loco si pensamos en lo rápido que está avanzando la IA”, dice Brubaker.El perfil de las personas o familias que pueden tender a crear este tipo de avatares no está claro ni hay estudios que lo analicen, dice Brubaker, pero ya hay algunos casos que son públicos. “En general es gente con cierto dominio de la tecnología, preocupada por dejar un legado o que está enfrentando enfermedades graves. Sus motivaciones suelen estar relacionadas con necesidades emocionales y de conexión con los demás”, dice.Muchos riesgos previsiblesEl apartado de peligros previsibles es extenso. “No es que haya necesariamente más riesgos, pero sí que son más complejos y muchas veces no tan evidentes”, dice Brubaker. “Los beneficios, como el consuelo o dejar un legado, se entienden fácil. Pero los riesgos necesitan más explicación para poder preverlos y evitarlos”, añade.Uno claro es la dependencia emocional de una máquina que representa a alguien que ya no está. Aunque en el artículo los autores usan la palabra reencarnación para definirlo. “Es sobre todo una metáfora”, avisa Brubaker. “Nos sirve para describir un fantasma generativo que actúa imitando a una persona fallecida. Es muy fácil de imaginar a una IA que imite la voz y los manierismos de una persona”, añade.Pero hay otros más difíciles de prever, como los problemas de reputación o de privacidad. Una IA programada con textos o frases del abuelo puede de repente revelar que sus opiniones eran en realidad racistas o despectivas para algunos grupos, ya fuera verdad o no, porque estos fantasmas podrían sufrir alucinaciones como cualquier IA. También puede descubrir alguna amante o acción que la persona muerta preferiría que nunca se hubiera sabido.Hay gente que incluso podría programar a sus fantasmas generativos para que siguiera molestando a alguien desde el más allá. “Además de los fantasmas que podrían usarse para acosar o trolear a los vivos después de la muerte, también podrían crearse versiones malintencionadas que hagan actividades ilegales para generar ingresos para la herencia del fallecido o para apoyar ciertas causas, incluso algunas que podrían ser criminales”, dice el artículo.

Así serán los ‘fantasmas’ con IA: trabajar tras nuestra muerte, aconsejar a los nietos o revelar sin querer una aventura | Tecnología
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