El 15 de diciembre de 2024, dos viejos petroleros rusos con más de 50 años de servicio se partieron por la mitad en el estrecho de Kerch, en el Mar Negro, vertiendo miles de toneladas de fueloil a sus aguas. Gran parte del combustible se solidificó en el fondo marino por las bajas temperaturas y las autoridades prometieron que todo estaría limpio para la temporada veraniega. No ha sido así. Llegaron las vacaciones y las playas de Anapa, uno de los principales destinos turísticos de Rusia, han sido —oficialmente— cerradas. En sus arenas se entremezclan miles de pequeñas bolas de chapapote, muy peligrosas para niños pequeños y animales. Pero cientos de rusos toman el sol y se dan un chapuzón pese a que los carteles que dicen “prohibido bañarse”.“Desde lejos parece que todo está limpio, pero el fueloil se extiende por todas partes. El viento lo cubre un día y lo destapa al siguiente”, lamenta Serguéi, un socorrista que pala en mano limpia como puede una de las playas afectadas en el distrito de Vitiazevo. “Si se hubiera actuado bien, esto no habría sucedido”, afirma mientras recorre con este periódico una zona moteada por pequeñas piedras negras.Son las bolitas de fueloil, fácilmente confundibles con barro o conchas. Al rozarlas se abren y un líquido verde se adhiere a la punta de los dedos y la ropa. Pese a los muchos intentos de limpiarlo, sus trazas siguen en las zapatillas días después. La intención de las autoridades rusas era que los trabajos de limpieza hubieran acabado el 14 de mayo.“Esto no desaparecerá en un año. Quizás en 10 o 15 años se vuelva a la normalidad”, pronostica el socorrista mientras destaca el enorme daño medioambiental sufrido en el Mar Negro. “Tío, la situación es realmente mala. Todavía aparecen peces, delfines muertos. Sobre todo los pequeños, que se comen estas bolitas. Hace apenas dos días apareció un delfín muerto en la orilla junto con varias crías”. A unos cientos de distancia del socorrista, en una playa próxima, un delfín yace sobre la arena. “Pudo haber muerto por cualquier motivo. A lo mejor los sónares le han desnortado”, elucubra a regañadientes un miembro de Protección de Animales mientras aguarda a que llegue la grúa para retirar los restos.Dvd 1273 (06-07-25). Playas del mar muerto todavía contaminadas por el vertido de hace seis meses de petróleo.En otras playas de Anapa, cuervos y otras aves picotean la arena y las redes donde se acumulan los restos de chapapote.Los buques Volgoneft 212, construido en 1969, y Volgoneft 239, puesto en servicio en 1973, transportaban unas 9.200 toneladas de fueloil cuando una tormenta los sorprendió hace siete meses. Los dos petroleros formaban parte de una flota de 1.500 navíos fluviales, la clase Volgoneft, que fueron alargados en los noventa con unas enormes soldaduras para transportar más carga en mar abierto. El Volgoneft 212 se partió en dos y se fue al fondo cerca del cabo Takil. Allí también acabó la proa del Volgoneft 239, separada limpiamente del resto del barco por el corte realizado hace tres décadas. Su popa encalló sobre tierra en el cabo Panagia, donde pudo ser aislada con montículos artificiales.“La costa está parcialmente contaminada, pero lo más importante es que todavía queda mucho fueloil en el mar y volverá a aparecer en la costa con las tormentas. Será imposible limpiar completamente la costa en varios años”, advierte por teléfono Vladímir Sliviak, copresidente de la ONG medioambiental rusa Ekoszachita! —¡Ecodefensa!, en castellano—. Sliviak fue declarado agente extranjero por el Kremlin hace tres meses, una designación con la que el Ministerio de Justicia ruso proscribe a activistas y políticos independientes.Las autoridades locales y federales no han contestado las peticiones de este diario para analizar la catástrofe ecológica. Tampoco han querido participar las asociaciones de voluntarios que trabajan con permiso del Gobierno en la limpieza de las playas y el rescate de los animales. “No estoy autorizado a hablar. Solo te puedo decir que el trabajo continúa”, afirma el jefe de un grupo que rastrilla la arena.“Es la mayor catástrofe marítima vivida con Putin”, sentencia Sliviak. “Las autoridades reaccionaron muy tarde, un mes después. No había un plan de acción y la principal prioridad de Putin ha sido la guerra con Ucrania”. En 2007, otro navío Volgoneft se hundió con 1.600 toneladas a bordo, seis veces menos que ahora, y se estima que unas 30.000 aves murieron. Esta vez no hay ninguna cifra oficial de animales muertos.Los navíos hundidos transportaban el fueloil desde el interior de Rusia a los puertos del Mar Negro para su probable trasvase a la flota gris de petroleros con los que el Kremlin elude las sanciones occidentales. Ahora el objetivo es bombear el combustible que almacenan en el fondo marino y sacarlos a la superficie en 2026.Sin embargo, el miedo a nuevos vertidos persiste. El centro de mando de la región de Krasnodar negó la pasada semana que el hallazgo de rastros de fueloil en la ciudad vecina de Novorossiysk tuviera relación con los dos petroleros hundidos. Según su versión, el derrame se produjo durante el abastecimiento de un buque en el puerto de la localidad.Prohibido bañarseLa soledad de Anapa, uno de los mayores destinos turísticos del país, es demoledora. Cuanto EL PAÍS visitó la zona este 1 de julio, temporada alta, el parque acuático de Vitiazevo estaba cerrado. En sus hoteles, por cada habitación ocupada hay decenas más vacías. En sus mercadillos y restaurantes, los empleados miran al infinito aburridos por la ausencia de turistas.El exalcalde de Anapa, Vasili Shvets, decretó el 2 de junio el cierre de las playas donde se llevan a cabo trabajos de limpieza. Tres semanas después dimitió y fue ascendido a otro cargo —no especificado aún— en la capital rusa.Dvd 1273 (06-07-25). Playas del mar muerto todavía contaminadas por el vertido de hace seis meses de petróleo.Los miembros de los Servicios de Emergencia, los voluntarios y algunos trabajadores de la hostelería tamizan las playas en un intento de salvar la temporada. La agencia estatal Rospotrebnadzor —que debe velar por la salud pública— no ha revelado los criterios para considerar una zona contaminada. Según el medio Bereg, el tope serían cinco miligramos de fueloil por kilogramo de arena, aunque a las dificultades para aplicar este baremo se suma que no todos los componentes son igual de nocivos. El benzopireno, que suele ser absorbido por los pescados, es potencialmente cancerígeno.“Es un desastre”, resume la gerente de un hotel sobre la temporada turística. Pese a los enormes descuentos que ofrece la hostelería, en la orilla donde años antes tomaban el sol miles de personas ahora hay apenas unas pocas decenas de turistas debido a las restricciones y las informaciones sobre el fueloil. “¡No mires las noticias!”, recomienda con una carcajada la gerente bajo la petición de mantener su anonimato. “Aquí no detienen ni multan a nadie. No controlan nada, la gente pasea y se baña tranquilamente”.Andréi, vendedor de un pequeño comercio de Feya-2, lamenta la ausencia de clientes. “¡No sé qué temen! El negocio va mal. No es que haya poca gente, es que está todo vacío”.En otra playa próxima juegan cientos de niños traídos en varias excursiones diferentes. Lo hacen a más de 20 metros del agua. Cerca varias familias disfrutan de las vacaciones.“Hemos venido a ver el mar, no nos hemos bañado. Cumplimos todas las medidas de seguridad”, afirma María, una madre acompañada de dos hijos adolescentes y otra niña menor, todos ellos en bañador. “Trabajo todo el año, necesitaba un poco de descanso y por eso vinimos aquí”, justifica.Anastasiya, empleada de la administración de Anapa, cree que el cierre de las playas ha sido “una decisión política” para recibir más fondos federales. “Les da igual lo que pase con los trabajadores”, afirma. El Gobierno asignó en enero 1.500 millones de rublos —16 millones de euros— a la restauración de esta catástrofe medioambiental, pero a finales de mayo añadió otros 7.500 millones. Otro socorrista, Arshak, se protege del calor en un puesto de helados cerrado. “Aviso si alguien nada en el agua. Visualmente, el agua parece limpia, pero el fueloil tiene unas características especiales. Cuando está frío se queda sumergido en el fondo, pero cuando sube la temperatura, por encima de 30 grados, comienza a derretirse y flota”.Los vertidos no han afectado igual a todas las playas de la región de Krasnodar. En el estuario de Buganski, a una docena de kilómetros de la ciudad, no se aprecian las bolitas de gasoil y no hay ningún cartel que prohíba acceder a su salvaje orilla, mientras que en playas como Feya-2, en plena Anapa, varias excavadoras rastrillan la arena ante la atenta mirada de los bañistas. Toman el sol junto a una barrera de arena tapada por una red que se extiende varios kilómetros a lo largo de la costa. Las autoridades levantaron esta protección a una decena de metros del agua. Los limpiadores retiran la suciedad en el lado que da al mar, pero más allá, en la profundidad de la playa, brillan miles de gotas de fueloil que alcanzaron la arena antes.“Llevamos aquí un mes y esta es la segunda vez que venimos a la playa”, dice otra madre acompañada de una amiga y sus dos hijas, de unos cinco años. Proceden de San Petersburgo, aunque prefiere no decir su nombre. “Son muy pequeñas para bañarse y esta zona de arena está limpia”, agrega justo cuando un cazabombardero ruso irrumpe sobre el cielo.Anapa está pegada a Crimea, anexionada ilegalmente por Rusia en 2014. Debido a la guerra en curso su espacio aéreo está cerrado a los vuelos comerciales, por lo que trasladarse hasta allí desde Moscú implica viajar unas 24 horas de media entre trenes o aviones a otras ciudades. No obstante, la guerra no preocupa a los turistas. “Aquí no hay ataques como en otras regiones. Rara vez escuchas los antiaéreos por algún dron”, precisa esta madre.

Chapapote, bañistas y delfines muertos: los vertidos de dos petroleros ennegrecen el corazón del turismo ruso | Clima y Medio Ambiente
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