[Esta pieza es una versión de uno de los envíos de la newsletter semanal de Tendencias de EL PAÍS, que sale todos los martes. Si quieres apuntarte, puede hacerlo a través de este enlace].La FDA estadounidense es la agencia del medicamento más influyente del mundo, por encima de la europea EMA y de cualquier otra cosa similar que exista en el planeta. Su nuevo jefe de ciencia y medicina, Vinay Prasad, desoyó a finales de mayo a todos los científicos que asesoran a la agencia para imponer su propia visión del tema, consistente en rechazar la aprobación de la última vacuna de la covid desarrollada por Moderna y de una alternativa diseñada por Novavax. Se podrán usar para niños, pero no a partir de los 12 años.¿Argumentos? Aquí flojeamos. Prasad dice que, ahora que el virus ya no supone una amenaza grave, los riesgos de esas vacunas superan a sus beneficios. Podría ser un argumento si los riesgos fueran reales, pero no lo son. Los científicos de la FDA especializados en el tema dicen que esas vacunas de la covid son seguras y eficaces, como demuestran los ensayos clínicos con miles de pacientes. Y ahora agárrate: Prasad no discute la validez de esos ensayos, pero alega que puede haber efectos secundarios que todavía no se han descubierto. Vale. Por la misma razón podríamos eliminar todos los tratamientos contra el cáncer, ¿no? Y las aspirinas, ya puestos.Todo esto es parte de la política vacunal implantada por el secretario de Salud, Robert Kennedy, uno de los nombramientos estrella de Donald Trump. No solo la FDA, sino también los centros de control de enfermedades (CDC) y los Institutos Nacionales de La Salud (NIH) han quedado bajo el mando de este abogado antivacunas, pseudocientífico e irracional. Trump llama a esto “ciencia de patrón oro” (gold-standard science). Puede llamarlo como quiera, porque a sus votantes todo esto les importa un pimiento.Pero en la FDA sí importa, y mucho. Unos 3.000 empleados de la agencia, más o menos el 15% de su plantilla, han sido despedidos o se han largado antes de serlo. Y la escabechina está muy lejos de haber acabado. Prasad también está a cargo de la división de terapia genética y celular. Si les aplica el mismo tipo de políticas que ha impuesto a las vacunas, el avance de la biomedicina puede sufrir un bloqueo arbitrario, dañino y gratuito. Algunas de las instituciones científicas más importantes del mundo están en grave peligro de convertirse en agencias de comunicación de la irracionalidad política.Antes del nombramiento de Kennedy, un científico comentó que eso sería como poner a un terraplanista al frente de la NASA. Y eso es justo lo que tenemos ahora. La comunidad científica internacional está perpleja, irritada y muy preocupada por esta invasión de los ultracuerpos en las cuestiones que consideran sagradas, que son los fundamentos de la práctica científica. Los destrozos tendrán efectos durante décadas por venir, y la única beneficiaria será la ciencia china.La resistencia de los científicos estadounidenses está siendo admirable. Seis de las principales sociedades médicas presentaron el lunes una demanda contra Kennedy alegando que sus restricciones a las vacunas son anticientíficas y perjudiciales para los ciudadanos. Los demandantes piensan que el secretario de Salud lleva décadas sosteniendo sin la menor prueba que las vacunas son más peligrosas que los virus contra los que se dirigen, lo cual es rigurosamente falso. Su empeño en destruir las vacunas es una manía, propia de un ignorante y propagada por las tuberías de estupidez que circulan por las redes sociales e intoxican a los votantes.Los delirios pseudocientíficos de Kennedy no solo apuntan a la FDA, ni mucho menos. Los CDC de Atlanta, encargados del control de epidemias, ya despidieron en junio a los 14 científicos que les asesoraban sobre vacunas y los sustituyeron por una serie de expertos sin ningún conocimiento sobre vacunas ni la menor experiencia en el tema. Y ya en mayo anunció que los CDC iban a suprimir su recomendación de las vacunas de la covid para los niños y las embarazadas. De nuevo, no esperes leer ningún argumento racional para tomar esa medida, porque no lo hay. Es el mero capricho de un ignorante, no les des más vueltas.La política arancelaria de Trump ha sido analizada hasta la saciedad. Su política científica es aún más dañina, porque aquí está claro que no se trata de una negociación, por torpe que sea, sino de un ataque frontal al avance del conocimiento. Es más que posible que los trumpistas españoles lleguen al Gobierno en las próximas elecciones. Mal asunto.Tendencias es un proyecto de EL PAÍS, con el que el diario aspira a abrir una conversación permanente sobre los grandes retos de futuro que afronta nuestra sociedad. La iniciativa está patrocinada por Abertis, Enagás, EY, Iberdrola, Iberia, Mapfre, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Redeia, y Santander, WPP Media y el partner estratégico Oliver Wyman.Puedes apuntarte aquí para recibir la newsletter semanal de EL PAÍS Tendencias, todos los martes, de la mano del periodista Javier Sampedro.

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