En la actualidad, la edad media de la mujer para tener el primer hijo se sitúa en 32,6 años, lejos de los 28,85 que el INE registró en 1975. Las principales razones para este retraso son personales, profesionales y, sobre todo, económicas. El problema es que, para las mujeres, esta decisión de retrasar la maternidad lleva consigo una disminución irreversible de la fertilidad relacionada con la edad debido a la disminución de la cantidad y calidad de los ovocitos.Por lo tanto, la decisión de formar una familia más adelante en la vida puede provocar infertilidad y resultados adversos del embarazo. Como resultado, han surgido opciones de lo que erróneamente se denomina “preservación de la fertilidad” para ayudar a las mujeres a superar estas graves consecuencias.La vitrificación es la técnica de congelación ultrarrápida de los óvulos, obtenidos a través de una punción vaginal, y posteriormente almacenados en nitrógeno líquido. Los ovocitos pueden descongelarse más adelante, cuando la mujer lo desee, pero para obtener una mayor probabilidad de embarazo tiene que realizarse cuando la mujer tiene menos de 37 años, y tener al menos 18 ovocitos congelados. En ningún caso se garantiza que con el empleo de estos óvulos en el futuro se vaya a conseguir la gestación. Sin embargo, esta técnica ha aumentado de forma exponencial en los últimos años.En Estados Unidos, los ciclos de criopreservación de ovocitos han aumentado de 2.676 en 2012 a 16.945 en 2021. Igualmente, en Reino Unido, aumentaron de 410 en 2012 a 2.267 en 2022. En España, de 75 mujeres que congelaron sus óvulos por motivos no médicos en 2012, se ha pasado a 5.677 en 2023.Se ha propuesto que, al igual que la píldora anticonceptiva, la criopreservación planificada de ovocitos ha supuesto una revolución social al ofrecer autonomía reproductiva mediante una mayor esperanza de vida fértil y la capacidad de criopreservar gametos sin pareja.Sin embargo, la falta de pareja no es la principal razón para una criopreservación de ovocitos. Sin la presión del “reloj biológico”, las mujeres pueden elegir en función de sus circunstancias personales cuando están preparadas para tener hijos. En algunos casos, incluso, muchas mujeres también eligen esta técnica simplemente porque está cubierto por su empresa.En este sentido, cuando se comenzó a emplear la congelación de óvulos, algunas empresas como Facebook decidieron favorecer a sus empleadas financiando este tratamiento. Elegir posponer la maternidad puede facilitar el desarrollo profesional de las mujeres, especialmente porque los años de mayor fertilidad coinciden con los de consolidación y mayor exigencia profesional. Ofrecer la congelación de óvulos como beneficio laboral puede impulsar que más mujeres opten por posponer la maternidad y, por lo tanto, que más mujeres progresen en sus carreras. Sin embargo, esta medida obtuvo algunas críticas en tanto que la empresa no apoya tanto la maternidad como el aplazamiento de esta. Cuando la inversión en la criopreservación no va acompañada de políticas favorables a la infancia o incluso se implementa a expensas de dichas políticas, se transmite un mensaje claro de que el empleador prefiere que la empleada aplace la maternidad.La llamada congelación social de óvulos es un fenómeno ampliamente difundido por los medios de comunicación en los últimos años, publicitado por la mayoría de los centros de reproducción y, más aún, como una propuesta para ser incluida en la cartera de servicios de la medicina pública. No obstante, en todos estos casos se destacan únicamente los aspectos positivos del método, sin mencionar los posibles riesgos.En primer lugar, la obtención de ovocitos requiere la realización de una punción ovocitaria que, si bien no suele conllevar complicaciones, no se descarta que puedan producirse, llevando a una medicalización de la reproducción cuando no es realmente necesario.Además, existen numerosas consideraciones éticas, ya que surgen cuestiones como el efecto psicológico en las mujeres, y la presión social hacia estas para tener hijos. Debido a esta presión, se les insta a considerar la congelación de óvulos para poder ser madres en el futuro.Desigualdad de géneroLa posibilidad de que se refuerce la desigualdad de género es una consideración ética adicional. La congelación social de óvulos puede promover involuntariamente la idea de que las mujeres deben elegir entre el crecimiento laboral y la vida familiar, al brindarles una forma de priorizar sus objetivos profesionales. Esto pone de relieve la importancia de superar los prejuicios de género generalizados y promover una distribución más justa de las responsabilidades de cuidado.Otro tema en debate es el límite de edad de las mujeres que desean embarazarse tras la congelación de ovocitos. Las mujeres mayores pueden tener mayor estabilidad financiera y un entorno familiar estable, pero muchas veces se subestima el impacto de la edad en su fertilidad. Estudios recientes muestran que los embarazos en mujeres sanas de 50 años o más que utilizan óvulos donados de mujeres más jóvenes presentan un mayor riesgo de preeclampsia y diabetes gestacional, así como una mayor probabilidad de cesáreas. Estos riesgos persisten en mujeres de edad materna avanzada que utilizan óvulos congelados.Pero, finalmente, mi conclusión es que, para muchos problemas, la solución más eficaz es abordar las causas subyacentes. En este caso, el descenso de la natalidad, debido, entre otras causas al retraso de la maternidad. Pero la solución no es poder criopreservar los ovocitos. En nuestro contexto, esto implicaría erigir barreras a la educación y el mercado laboral para las mujeres. Se necesitan cambios sociales como la conciliación de la vida laboral y privada y que permita a las mujeres tener hijos a una edad más temprana. Sin embargo, es mucho más difícil cambiar la sociedad que ofrecer una solución médica más inmediata, que no resolverá el problema existente.La verdadera autonomía solo puede lograrse fomentando un clima en el que las mujeres reciban una educación completa, no estén sujetas a influencias externas y puedan tomar decisiones coherentes con sus propias aspiraciones.Rocío Núñez Calonge es doctora en Biología y Máster en Bioética, experta en reproducción asistida y coordinadora del Grupo de Ética y Buena Práctica Clínica de la Sociedad Española de Fertilidad.
 

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