¿Está empeorando el rendimiento educativo de los estudiantes? Andreas Schleicher, creador del Informe PISA, la mayor evaluación internacional, que en su última edición examinó a 690.000 alumnos en 81 países, cree que sí. “Observamos un declive en el rendimiento de los estudiantes en muchos países, también en España, aunque en su caso la tendencia es menos pronunciada que la media de la OCDE (la organización, formada principalmente por países ricos, que organiza las pruebas de PISA)”, responde a EL PAÍS. Otros expertos en educación, como Miquel Àngel Alegre, director de proyectos de la Fundació Bofill, y José Saturnino Martínez, director de la Agencia Canaria de Evaluación Educativa, son, para el caso de España, menos rotundos. Pero admiten que, al menos, está sucediendo algo que no estaba en el guion a principios de siglo: “Se invierte más por estudiante. Hay un mayor acceso a la cultura. Los progenitores están más formados. Hay más gente que ha ido a la educación infantil. Hace 20 años estábamos absolutamente convencidos de que habría una mejora importante para estas fechas, pero la realidad nos contradice, porque en general hay más bien estancamiento”, resume Martínez.Sin ser dramáticas, las grandes evaluaciones educativas reflejan bajadas en el rendimiento. En PISA, que examina a estudiantes de 15 años, los resultados de España y la OCDE caen desde 2015 en matemáticas, ciencia y lectura. Lo mismo sucede con las pruebas PIRLS y TIMSS, organizadas por la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo, que mide las mismas tres competencias en alumnado de primaria. Hay un descenso en la habilidad lectora que mide la prueba PIAAC, que realiza la OCDE, para la población de edad de 16 a 24 años entre los años 2012 y 2023, aunque es pequeña y hay que tomarla con precaución por la dificultad de comparar las dos oleadas. Y los resultados de otro tipo de exámenes, como los que se realizan para acceder a las carreras de Magisterio en Baleares y Cataluña, o las evaluaciones de competencias que realizan algunas comunidades autónomas españolas también muestran, en general, caídas o estancamiento. Una tendencia que afecta a buena parte de los países occidentales.El debate sobre si el nivel de los estudiantes está cayendo es delicado y se mezcla con frecuencia con posturas ideológicas. En España, una parte de quienes opinan que sí lo achaca a los cambios metodológicos de los últimos años, y alaba la escuela de los años ochenta, olvidando que por entonces una cuarta parte de los estudiantes no completaba la EGB, equivalente en años de escolarización al actual segundo curso de la ESO. La causa del descenso o estancamiento de los resultados parece, en todo caso, más compleja y multifactorial. Los docentes y otros especialistas educativos consultados para este artículo mencionan entre ellos el uso intensivo de los teléfonos móviles y las redes, cambios en los modelos de crianza, precarización de las clases medias, incremento de estudiantes procedentes de países menos desarrollados, y (relacionado con lo anterior) aumento de la pobreza infantil, así como la creciente distancia que muchos chavales perciben entre lo que se les enseña en la escuela y su realidad fuera del centro educativo.Ana Franch es directora del instituto público Serrà d’Espadà en Onda, Castellón, enseña Historia desde hace 23 años, y no tiene “una visión idealizada del pasado escolar”, pero sí ha percibido un cambio en el alumnado: “Desde hace no muchos años me parece que les cuesta mucho concentrarse, mantener la atención durante una clase; es casi imposible que te estén atendiendo más de un tiempo corto”. Y otra cosa: “Yo siempre intento ligar lo que explico con la actualidad, y de un tiempo a esta parte, veo unas carencias enormes. En un contexto de sobreinformación, están más desconectados que nunca. No ven la tele, no se informan, y aunque he ido estando en las mismas redes sociales que ellos, ahora por ejemplo en TikTok, por el algoritmo a ellos y a mí no nos sale lo mismo”.Las evaluaciones, nacionales o internacionales, están hechas para obtener resultados. Es difícil, admite Andreas Schleicher, saber qué factores influyen en los cambios que detectan. Los cuestionarios que en pruebas como PISA acompañan a los ejercicios, sí permiten, sin embargo, apuntar algunas causas. “Lo que vemos claramente en PISA es que los estudiantes que usan el móvil por ocio en la escuela tienen, en promedio, niveles significativamente más bajos de rendimiento académico. Los propios alumnos dicen que se distraen con los móviles. Y los que lo hacen más tienden también a considerarse menos felices y capaces de manejar las emociones. Así que, a pesar de que la naturaleza causal no esté clara, tenemos razones para pensar que el consumo elevado de contenidos digitales es parte del problema que observamos en el rendimiento. Y que la distracción digital no es solo un inconveniente, sino que parece tener una asociación tangible con los resultados de aprendizaje”.El sociólogo Miquel Àngel Alegre cree que no hay motivo para dramatizar. “La idea de que España va fatal en educación no es cierta. Los datos no reflejan ninguna debacle. La cuestión es, vigilemos las posibles caídas, como la que hemos tenido en la última edición de PISA (en la que nadie discute que influyó la pandemia). Y, sobre todo, veamos por qué no vamos a mejor”. Alegre menciona tres tipos de posibles “topes” a la mejora del rendimiento. Uno tiene que ver con el contexto. Dentro de él menciona, como Schleicher, la “pantallización” de los estudiantes, el cambio que está provocando en cómo se relacionan entre sí y con el conocimiento, y la influencia que ello tiene en el grado de autoridad que conceden al profesorado y a la institución escolar. Y también incluye, como Schleicher, los cambios en los patrones de crianza; PISA ha detectado, por ejemplo, una reducción de la implicación de los padres en la educación de sus hijos.Un reto mayorUn segundo tope, prosigue Alegre, está relacionado con una composición de las aulas “más retadora” que en el pasado. “Que uno de cada tres menores esté en riesgo de pobreza o exclusión social (según el indicador AROPE, la tasa ha pasado del 29,9% en 2018 al 34,7% en 2024) es muy fuerte. Es difícil mover hacia arriba los resultados con esa dificultad de partida”, afirma. Julia García, directora del colegio público San Antonio Abad de Cartagena, en Murcia, ha visto en los 32 años que lleva siendo maestra cómo ha ido conformándose una escuela mucho más diversa que cuando ella empezó a trabajar. “Casi todo el alumnado era, por entonces, del mismo estrato social. Ahora tenemos estudiantes que desconocen el idioma. Niños que reciben un estímulo cultural en casa y otros cuyos padres se pasan el día trabajando para salir adelante y no les queda tiempo para dedicarse a sus hijos. Y también alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo, que antes no estaban en la escuela ordinaria, y que necesitan una atención más personalizada”.El tercero y último de los frenos a la mejora del rendimiento educativo reside, añade Alegre, en el propio “proceso” escolar. Y está vinculado a cómo funcionan los centros educativos, al diseño del currículo (es decir, a qué y cómo se enseña) y a su evaluación, que, pese al ruido en torno a la Lomloe, apenas ha empezado a cambiar; a la formación que recibe el profesorado, y qué conocimientos y habilidades se les exige tener a través del modelo de oposiciones.El padre del Informe PISA afirma que los datos de la prueba que dirige también “sugieren que los sistemas escolares tienen que hacer más para que el aprendizaje sea más relevante, más atractivo e interesante para los jóvenes”. “El mayor desafío para la educación puede no ser solo su ineficiencia, sobre la que se ha escrito mucho, sino que los entornos de aprendizaje en la escuela se están volviendo obsoletos, al menos a los ojos de los estudiantes. Si un supermercado viera que 19 de cada 100 clientes se van sin comprar, haría cambios en su inventario y su propuesta de ventas. Pero parece que tenemos dificultades para hacer lo mismo en el sistema escolar, donde tendemos a educar a los jóvenes para nuestro pasado, en lugar de para su futuro”.

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