La política española es una factoría incansable de paradojas. Lo corroboró este martes el primer debate de cierta profundidad en el Congreso sobre la nueva política europea de defensa. Los dos partidos grandes, los que defienden posiciones más cercanas sobre el aumento del gasto militar y la pertenencia a la OTAN, no dejaron de atizarse en toda la tarde. Mientras, el PSOE, sus socios de Gobierno y sus aliados parlamentarios evidenciaban importantes diferencias sobre la cuestión, pero evitaban cuidadosamente hacerse sangre.Esas discrepancias quedarán plasmadas en el Diario de Sesiones el próximo jueves al final del pleno, cuando se voten las dos iniciativas debatidas este martes. Sumar se posicionará claramente en contra del plan de rearme lanzado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, al igual que la mayoría de las formaciones de izquierda. El PSOE votará muy probablemente junto a sus aliados por la derecha —Junts y PNV— y también coincidirá con PP y Vox. Pero el debate dejó la sensación de que, por muy grandes que sean las diferencias, la base parlamentaria que sustenta al Gobierno no parece que vaya a resquebrajarse por este motivo. Ni siquiera Podemos, que en los últimos días ha llegado a calificar a Pedro Sánchez de “señor de la guerra”, entró esta vez a la estocada directa contra el Ejecutivo.El debate venía suscitado por dos iniciativas, ambas meras declaraciones sin ningún efecto más allá del pronunciamiento político: una proposición no de ley del PP centrada en el apoyo a Ucrania y al refuerzo armamentístico de la OTAN, y otra del BNG, contundente en su rechazo tanto al plan de Von der Leyen como a “cualquier aumento” del gasto militar y en abogar por la disolución de la Alianza Atlántica. Sumar, como había anunciado, presentó enmiendas, aunque apenas con matices al texto defendido por el diputado gallego Néstor Rego. La mayor modificación propuesta es sustituir la referencia a la salida de la Alianza por una más genérica adhesión a un modelo de seguridad europeo “autónomo” y “desvinculado de la OTAN”. El texto final no se conocerá hasta el jueves.El debate lo abrió el popular Borja Sémper, en defensa de su proposición no de ley, con el propósito claro de subrayar las discrepancias entre los habituales apoyos parlamentarios de Sánchez, a quien recriminó que pretenda aprobar las nuevas partidas para armamento “a espaldas de este Congreso”. Sémper proclamó que respaldar al Gobierno ucranio “no es una opción, es un deber moral”. Y eso le dio pie a atacar a Vox —un día después de haber defendido personalmente el pacto con ese partido del presidente valenciano, Carlos Mazón— por su apoyo a Donald Trump pese al acercamiento de este a Rusia.Sobre Ucrania, nadie discrepó abiertamente del PP, aunque Vox, por medio del general retirado Alberto Asarta, insistió en alinearse con las iniciativas de Trump. Junts, PNV y UPN también se adhirieron a las ideas generales expuestas por los populares, incluido su compromiso atlantista, aunque por los independentistas catalanes, en plena fase de distensión con el PSOE, su diputado Isidre Gavin introdujo una relevante salvedad: se opuso al punto donde los populares encarecían al Gobierno a llevar al Congreso todas sus iniciativas sobre la materia. “Eso es imposible”, sentenció Gavin.La socialista Obdulia Taboadela, sin rebatir el fondo de las posiciones del PP, entró al choque. Se remontó a la guerra de Irak para reprochar que José María Aznar implicase a España en la contienda obviando al Parlamento. Y conminó a los actuales dirigentes del partido a elegir “entre la democracia y la ultraderecha”.Lo que no se produjo fue ningún encontronazo con las fuerzas a la izquierda del PSOE, pese a que las diferencias con estas eran más evidentes. Francesc-Marc Álvaro, de ERC; Jon Iñarritu, de EH Bildu, y Javier Sánchez Serna, de Podemos, habían cargado todas sus críticas en las posiciones atlantistas del PP, sin aludir al PSOE. Quien sí se dirigió a los “compañeros y compañeras socialistas” fue Agustín Santos, de Sumar, para pedirles que no caigan en la tentación de pactar con el PP y “lavarle la cara” a los pactos de este partido con Vox.Entre la izquierda soberanista descolló el ímpetu de Rego en defensa de la moción del BNG. Llegó a tildar de “patética” a la UE por querer “aparentar cierto grado de autonomía” respecto a Estados Unidos. Pero rehuyó los ataques al Gobierno. La socialista Esther Peña tampoco entró a discutir con él y de nuevo se volvió contra el PP para asegurar que Alberto Núñez Feijóo “es el único líder del mundo que no se acaba de enterar de que el gran peligro para Europa son los ultras”. Lo más sorprendente lo dejó el diputado de Vox José María Sánchez, que por momentos sonó casi como un pacifista — “la guerra es una aventura sin retorno”, dijo— y acabó exhortando a los populares: “No se dejen seducir por esa señora con el pelo lleno de laca [Von der Leyen]”.El acercamiento entre el PSOE y Junts, plasmado este mismo martes en el acuerdo para el reparto de menores inmigrantes, dejó otra muestra en el pleno. Los socialistas votaron a favor de tomar en consideración una proposición de ley de Junts que pretende facilitar el desalojo de los ocupantes ilegales de viviendas. El PSOE se alineó así con toda la derecha, frente al rechazo del resto de la izquierda. Está por ver cuál es el futuro de la iniciativa, porque para abrir el proceso de elaboración de la ley se necesita que así lo permita la mayoría de la Mesa del Congreso, integrada por PSOE y Sumar.

El PSOE y sus socios rebajan las discrepancias sobre el gasto militar | España
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