Un radiante día de primavera entre semana con la gente relajada tras las vacaciones de Semana Santa, medio millar de escritores lanzados a la calle con sus obras bajo el brazo, y un campo de juego espectacular —el eje central de la ciudad sembrado de casetas de libros y rosas y convertido en una súper isla peatonal al que no podían acceder ni siquiera bicicletas y patinetes— se han conjugado para convertir este Sant Jordi en Barcelona en una jornada redonda, de récord. Tras varios años de incertidumbre meteorológica y desasosiego político, la gran fiesta del libro y la rosa se ha desplegado en la capital catalana con toda la alegría, la belleza y la masiva participación que convierten la celebración en un verdadero y asombroso milagro.Desde la mañana la ciudad ha bullido de gente, y turistas y locales se han mezclado en grandes riadas humanas que circulaban arriba y abajo por el inmenso territorio de papel y flores vedado al tráfico. Sobre sus cabezas, además del cielo azul, unas banderolas anónimas que si te entretenías en leer te arrastraban al mundo de maravilla y misterio de la literatura y la leyenda: “Aquel era un día de sol y gente en la calle. La ciudad se detenía en medio de rosas y libros que ejercían de estandartes del amor. Pero no todo el mundo creía en la magia de un gesto tan simple. Al final, algunas aprendíamos que las palabras no curan, las espinas sí”.Más informaciónLa soleada jornada festiva, para la que se han abierto las fuentes de la ciudad como la de la Gran Vía, estaba paradójicamente a la sombra de dos luctuosas desapariciones: la de Mario Vargas Llosa y la del papa Francisco. San Jordi no ha parecido prestar mucha atención a la primera y en cambio la segunda ha marcado la celebración: uno de los libros más vendidos ha sido El loco de Dios en el fin del mundo, o como pedía una señora “el libro del papa”, la obra de Javier Cercas centrada en el pontífice fallecido. Se han formado largas colas para que el escritor firmara su libro, y lo ha hecho con gran oficio y dedicación, arremangándose literalmente.Puestos a seleccionar entre los elementos que componen la fiesta, la cola de Cercas sería de las mejores: los comentarios en ella iban desde los elogios al libro y al escritor a apuntar la suerte que ha tenido el autor con el timing. “Le han hecho la campaña perfecta”, consideraba un lector que señalaba no solo la coincidencia de la muerte del papa Bergoglio sino la promoción del diálogo con el presidente Salvador Illa la víspera de la Diada. “Beatus Illa”, ha aportado irónicamente alguien. “El primer milagro de Francisco”, ha añadido otro candidato a firma. “Parece que avanzamos, veo fumata blanca”.De entre todas las librerías de la zona central de la ciudad, abarrotadas hasta parecer estaciones de metro en hora punta, ha destacado La Central de la calle de Mallorca —que ha acuñado la frase “many things can happen in a book”— por una innovación gastronómica: han hecho hoy paella. Toda la librería olía al suculento arroz que se servía en la estupenda terraza a cargo del Baldomero (15 euros plato y bebida). En las casetas de la librería toda una escuadra de autores congregaba largas colas para la firma. Sergi Pàmies, Irene Solà, Milena Busquets… Se codeaban la sabiduría de Borja de Riquer y Ramon Andrés, la poesía de Luis García Montero y el underground clásico de Nazario. Cola también ante Santiago Posteguillo en un paseo de Gràcia invadido por una gozosa marabunta humana. El novelista explicaba que ya tiene acabada la tercera entrega de su serie sobre Julio César. “Nos vemos en Germania”, saludaba entre firmas y preguntando si valía la pena, para documentarse de cara a Cleopatra, visitar las excavaciones de Taposiris Magna, junto a Alejandría.Mucho debate egipcio también en la caseta del Museo Egipcio de Barcelona, con una verdadera aglomeración de egiptólogos y egiptófilos firmando: Nacho Ares, Tito Vivas… José Miguel Parra, con libro nuevo, ofrecía datos sobre la Gran Pirámide a Antonio Cabanas para su próxima novela. En la misma calle Valencia, un mujer leía la mano (otra forma de lectura) y otra deambulaba vestida de hada. Una abuela y su nieto compraban libros de terror en la parada de la editorial Carfax, de ominoso nombre. “La gente compra nuestro género aunque haga mucho sol”, decían. En el puesto de Edhasa esperaban a Pilar Sánchez Vicente, flamante ganadora del premio de novela histórica, con la esperanza de que acudiera a firmar caracterizada de guerrera astur.Largas colas frente a Irene Montero (con un jersey rojo que vindica la sangre del dragón), Manolo García, Marius Serra, Julia Navarro y hasta Borja Vilaseca, que saltó al éxito de la literatura de desarrollo personal tras no tener mucho como portero de la selección de fútbol sala de la redacción catalana de El País. Se han aprovechado los pirulíes de publicidad de la ciudad para colocar mensajes relativos a la fiesta. “Los libros te hacen volar”, reza un cartel de Vueling. “Nadie te hace ni p*to caso y te lo mereces”, apunta un autonombrado especialista en escritura. “Estás a 300 palabras de hacerte rico y de tener tanto sexo como desees”. He ahí un banderín de enganche para la literatura… Y luego vas y escribes del papa.Dvd 1263
BARCELONA 23/04/2025
DIADA de SANT JORDI 2025. Ambiente en Paseo de Gràcia. Foto: Gianluca BattistaGianluca BattistaEn busca de la rosa perfecta, otro sine qua non de la fiesta, es difícil no detenerse en la caseta de The Flower House, que se publicitan con el letrero “aquí hacemos trío” pero se refieren a la rosa romántica, la tradicional y la premium. En la Plantisserie ofrecen rosas eternas, como las de la Bella y la Bestia. Turistas japoneses erizados de teleobjetivos y rosas fotografían la Pedrera, que luce una banda con la leyenda “Feliz Sant Jordi”, como si la fusilaran. En todo caso, y aunque es por supuesto cuestión de gustos, la rosa perfecta es la de Au Nom de la Rose, un clásico.¿El dragón perfecto? Se los ha visto por toda la ciudad. De peluche la mayoría, en combinación con libros y rosas. Un paseante llevaba a su perro disfrazado de dragón. Es encantador el de Crónicas de Pizzania de Joan Antoni Martin Piñol, que vuela en la caseta de Flamboyant. Pero el perfecto es sin duda el que me encuentro en Il Café de Francesco en una pausa. Una pareja que toma café ha dejado sobre la barra una rosa con el lema “loco por ti”, una bolsa de papel de la librería Taifa y una pequeña caja en la que pone en una etiqueta “dragón” y en otra “¿quién dice que no puedes tener un dragón en casa?”. Me marcho sin preguntar que contiene: el dragón perfecto.Frase escuchada al paso en el escenario de la SER, y que deja su poso: “He visto una gaviota con una cosa roja en el pico y he creído que era una rosa y me ha parecido muy bonito y simbólico. Era una paloma muerta”.El libro perfecto será diferente para cada uno, pero quien firma no ha podido dejar de hacerse con un ejemplar de La tía Julia y el escribidor en formato bolsillo y leer con emoción la primera frase: “En ese tiempo remoto, yo era muy joven y vivía con mis padres en una quinta de paredes blancas de la calle Ocharán, en Miraflores”. Va por ti, Mario. En un ambiente más festivo me he hecho con Tiranosaurio, un título inencontrable de Douglas Preston; La sonrisa de los tiburones, de Gádor Muntaner, la chica que nada con ellos; y una novedad sensacional, The Einstein Vendetta, de Thomas Harding, la represalia de los nazis sobre la familia de Einstein, concretamente su primo.La firma perfecta es la que me coloca, con dedicatoria, Ignacio Martínez de Pisón en su conmovedor libro Ropa de casa para una amiga y novieta de adolescencia, de los días de las vacaciones de verano y las playas de San Salvador y Comarruga. Nada más bonito que hacer de puente en una antigua historia de amor. Eso es también Sant Jordi.

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