Nuevo zarpazo de Donald Trump al Gobierno de Nicolás Maduro. Estados Unidos ha interceptado y confiscado este domingo la carga de un buque petrolero en aguas internacionales, frente a las costas de Venezuela. Es el segundo barco apresado durante el fin de semana, después del que la Guardia Costera interceptó el sábado. Se trata además del tercero pocos días, y forma parte de una campaña inaugurada el 10 de diciembre con la espectacular confiscación de un buque de nombre Skipper. Todos estos movimientos militares suponen la última vuelta de tuerca a la presión que Washington viene ejerciendo desde hace meses sobre el chavismo. La información de la confiscación de tercer barco la adelantaron las agencia Reuters y Bloomberg, citando fuentes anónimas. El presidente de Estados Unidos había anunciado esta semana un “bloqueo total y completo” de todos los petroleros sancionados por Washington que intenten entrar o salir de Venezuela. Con ese anuncio, que dio método a una nueva herramienta de presión para forzar un cambio de régimen, el republicano despejó las pocas dudas que podían quedar sobre el interés de Washington en el petróleo venezolano como parte de la ofensiva contra el Gobierno de Nicolás Maduro. Antes, venía justificándola únicamente como una guerra como el narcotráfico. Como parte de esa ofensiva, Estados Unidos ha asesinado sin juicio previo a un centenar de tripulantes de supuestas narcolanchas en el Caribe y el Pacífico. Los funcionarios estadounidenses citados anónimamente por Reuters no precisaron el lugar de la operación de este domingo; tampoco el nombre del barco. La agencia Bloomberg informó que se trata del Bella 1, y que se dirigía a Venezuela a cargar. Se trata de un buque con bandera panameña, y formaba parte desde 2024 de la lista de los petroleros sancionados por Estados Unidos, según consta en los documentos oficiales de Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC son sus siglas en inglés. Fue construido en 2002 y es propiedad de una empresa llamada Louis Marine Shipholding Enterprises. El Departamento del Tesoro lo sancionó por sus vínculos con Irán y por “haver participado en el transporte ilícito de petróleo y otras mercancías”, también para los hutíes, en Yemen. El buque apresado el sábado se llama Centuries, pertenece a una empresa china y, según la información publicada por diversos medios, no forma parte de la lista de petroleros sancionados por Estados Unidos. La Casa Blanca ha asegurado este domingo que sí estaba en esa lista. Desde que el ejército estadounidense, con las mañas de una película de acción, se apoderó la semana pasada frente a la costa venezolana del petrolero Skipper −ese sí, sancionado− un embargo de facto se ha impuesto sobre el comercio energético de Caracas. Muchos de estos petroleros pertenecen a lo que se conoce como la “flota fantasma”, de la que Venezuela lleva sirviéndose, a la manera de Rusia e Irán, para eludir las severas sanciones impuestas por Washington a una de las principales vías de financiación del Gobierno de Maduro. Con esa armada de barcos obsoletos logra seguir suministrando crudo a sus clientes.Pese a las amenazas de Trump de “bloqueo total”, los petroleros han seguido saliendo de Venezuela. Algunos de ellos, según se supo esta semana, lo han hecho escoltados por barcos militares. El Gobierno de Nicolás Maduro declaró que piensa mantener sus compromisos de despachar unos 700.000 barriles diarios a China, su principal cliente. Pese a esa promesa, las exportaciones de crudo venezolano han caído drásticamente, según apunta Reuters, desde la incautación del Skipper, que navegaba con falsa bandera guyanesa y 1,9 millones barriles a bordo. La crisis en el Caribe ya ha tenido su impacto en un alza del precio del barril y en el desvío de buques que se dirigían a la zona.[Noticia de última hora. Habrá ampliación].

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