Dos ensayos clínicos en un reducido número de pacientes con párkinson han demostrado que los trasplantes de células madre en el cerebro son seguros y no causan efectos secundarios peligrosos. Las intervenciones se han realizado en apenas 19 pacientes, y su objetivo principal era solo estudiar la seguridad, pero ambas han mostrado también efectos positivos, como una reducción de los movimientos involuntarios que caracterizan a esta enfermedad incurable.Esta dolencia descubierta por el paleontólogo, cirujano y geólogo británico James Parkinson hace más de dos siglos es la segunda enfermedad neurológica más frecuente, después del alzhéimer. Unos 10 millones de personas la padecen en todo el mundo, unos 150.000 de ellos en España. Aunque la mayoría de pacientes son mayores, hay un 15% de personas que la desarrollan antes de los 50 años, y en ocasiones los primeros síntomas no son motores, sino psiquiátricos, como la depresión, sin que esté claro por qué.La causa de la enfermedad de Parkinson es la muerte de un tipo de neuronas encargadas de producir dopamina. Este neurotransmisor juega un papel esencial en el estado de ánimo, pero también en la locomoción y en los mecanismos de recompensa. Desde los años 60, el párkinson se trata con el precursor de la dopamina, la levodopa, que suele aliviar los síntomas. El problema es que con el avance de esta enfermedad crónica cada vez quedan menos neuronas dopaminérgicas a las que tratar con ese fármaco, con lo que los movimientos incontrolados, la rigidez y otros síntomas vuelven a surgir.En la década de 1980 se realizaron los primeros intentos de tratar esta enfermedad con un trasplante de neuronas. En aquella época la única forma de hacerlo era extraerlas del cerebro de fetos humanos e implantárselas a los pacientes. Los ensayos tuvieron resultados positivos en algunos pacientes, pero el tratamiento quedó en dique seco por su escasa viabilidad y los impedimentos éticos.Ahora, dos ensayos clínicos retoman el camino usando como fuente dos clases de células madre capaces de convertirse en cualquier tipo de tejido. En el primer ensayo, dirigido por médicos y científicos japoneses, se ha recurrido a células madre reprogramadas a partir de células adultas de la sangre de un donante japonés. Los investigadores convirtieron esas células madre en neuronas fabricantes de dopamina, y luego las implantaron en el encéfalo de siete personas con párkinson. El injerto se hizo en el putamen, una estructura situada casi en el centro del encéfalo y que está conectada con una estructura aún más profunda, la sustancia negra, donde sucede la muerte de neuronas dopaminérgicas. El estudio muestra que las neuronas implantadas comenzaron a producir dopamina sin generar tumores, que era el gran temor sobre este tratamiento experimental. Los resultados se publican hoy en Nature, referente de la mejor ciencia mundial.En un segundo estudio, médicos de Estados Unidos y Canadá realizaron un trasplante similar a 12 pacientes usando un fármaco experimental basado en células madre embrionarias, el bemdaneprocel. En este caso, los resultados muestran que las neuronas dopaminérgicas sobrevivieron al trasplante y no generaron movimientos involuntarios causados por el injerto, que era otro de los grandes miedos sobre estas terapias.El objetivo de estos primeros ensayos era solo demostrar la seguridad de los trasplantes, pero ambos han registrado mejorías en la mayoría de los pacientes. Los movimientos involuntarios se redujeron hasta en un 50% tras un seguimiento de 18 meses, en el caso del estudio americano. El ensayo japonés, que duró dos años, detectó eficacia en todos los pacientes analizados mientras estos tomaban su medicación habitual (un subgrupo de seis) y en la mayoría de ellos incluso sin medicación (cuatro).El neurólogo de la Universidad de Toronto Andrés Lozano.Universidad de TorontoEl neurocirujano de la Universidad de Toronto Andrés Lozano, nacido en Sevilla hace 65 años, es uno de los autores del ensayo americano. El médico enfatiza que este tratamiento no es una cura de la enfermedad, solo una intervención para mejorar los síntomas. Pero comparado con otros tratamientos experimentales, como la estimulación cerebral profunda, que requiere el implante de electrodos en el cerebro, el trasplante permite “reponer” las neuronas perdidas. Esto tal vez consiga “reconstruir el circuito cerebral que está dañado por la enfermedad de Parkinson”, destaca el investigador.Los dos trabajos tienen limitaciones. El número de pacientes es demasiado reducido para demostrar la eficacia con fiabilidad estadística. Además, en este caso tanto los pacientes como los médicos sabían quiénes estaban recibiendo el tratamiento, lo que implica un posible y potente efecto placebo. Para demostrar la efectividad real de estos tratamientos hay que hacer un ensayo con más pacientes y que ni estos ni los médicos sepan quiénes reciben el trasplante. Esto supone tener un grupo de control al que se le trepanará el cráneo, pero no se les implantará nada. El grupo de Lozano ya está en proceso de que las autoridades estadounidenses y canadienses aprueben este tipo de ensayo —de fase 3—, cuyo objetivo principal sería ya probar la efectividad del trasplante. El cirujano cree que estos tratamientos “son prometedores”, ya que no solo podrían actuar contra la enfermedad de Parkinson, sino también contra otras dolencias caracterizadas por la muerte neuronal, como el alzhéimer y la enfermedad de Huntington.Ambos trabajos aportan un importante avance para la aplicación de terapias celulares de forma universal. Hace 12 años, Jun Takahashi, líder del experimento japonés, probó un trasplante en macacos basado en células madre derivadas de la piel del propio animal, en teoría para evitar rechazos. En 2020, un equipo estadounidense hizo un trasplante similar a un paciente de párkinson basado en células extraídas de su piel, reprogramadas e injertadas en su cerebro. En estos dos nuevos ensayos el material de partida son líneas de células madre estandarizadas que potencialmente se pueden aplicar a muchos pacientes, lo que acerca la posibilidad de usarlas de forma generalizada, rebasando la necesidad de tratamientos personalizados, mucho más caros.El neurólogo Pascual Sánchez, que no ha participado en los ensayos, resalta su importancia. “Ambos estudios son bastante prometedores”, opina. “Es una línea de trabajo muy interesante que consiste en una terapia sustitutiva aplicada in situ y que potencialmente daría menos problemas de rechazo”, explica. Lo más importante es que en ambos casos no hayan aparecido tumores ni efectos neurológicos derivados del trasplante, resalta Sánchez. No obstante, el director de la Fundación CIEN destaca que hacen falta ensayos más grandes y con un periodo de seguimiento mayor para demostrar que los trasplantes son efectivos y que sus efectos perduran en el tiempo.

Éxito inicial de dos trasplantes de células madre contra el párkinson | Ciencia
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