Diana Cornejo-Sánchez, 43 años, es desde hace 18 meses la directora general de High Tech High, una red de escuelas e institutos de California que alcanzó celebridad en el mundo de la innovación educativa al convertirse en protagonista de una película documental estrenada en el festival de Sundance en 2015. La cinta contaba el origen de un proyecto que empezó en el año 2000 y cuenta ahora con 6.400 alumnos repartidos en 16 centros educativos, todos en el condado de San Diego. Hija de emigrantes mexicanos, doctorada en liderazgo educativo, y poseedora de una risa contagiosa, Cornejo-Sánchez responde a la entrevista en un impecable castellano, en una mesa situada al fondo de una calurosa cafetería del centro de Barcelona, ciudad en la que aterrizó el 25 de junio para respaldar la presentación de Futurs de l’Educació, un colectivo de centros educativos públicos catalanes innovadores que tienen en High Tech High a uno de sus referentes.Pregunta. Sus escuelas se llamarían, en España, concertadas. ¿Qué tipo de alumnado asiste a ellas?Respuesta. Es muy diverso. Tenemos más demanda que plazas, y la matrícula se hace a través de una aplicación en la que solo aparecen datos básicos, como el código postal. Las plazas se sortean, como en una especie de lotería, de forma que la matrícula sea representativa de todo el condado de San Diego, donde hay barrios de extracción económica y social muy diferentes. P. ¿Las familias pagan cuotas?R. No, ninguna. Uno de nuestros pilares básicos es la equidad.P. ¿Qué distingue a sus centros educativos?R. Nuestros principios básicos, además de la equidad, son la personalización de la educación, el trabajo auténtico y la colaboración. Nuestra metodología es activa; los estudiantes aprenden haciendo, no solo recibiendo clases y haciendo exámenes. Demuestran sus aprendizajes mediante proyectos, presentaciones, exhibiciones a las que vienen todas las familias y en las que los estudiantes explican sus creaciones y el proceso que les llevó hasta ellas. Y al final de la secundaria pasan tres semanas haciendo prácticas en empresas e instituciones, con el horario de cualquier trabajador, para que puedan explorar sus pasiones e intereses.P. ¿Mezclan las asignaturas?R. Nuestras escuelas son pequeñas, tienen entre 300 y 425 estudiantes. Están centradas en las relaciones y la colaboración entre el alumnado, entre el profesorado, y entre unos y otros. Y el trabajo es bastante interdisciplinar. Las materias no están aisladas en el sentido de decir: esta es la clase de matemáticas y solo se hacen matemáticas. Tratamos de romper las barreras de las disciplinas para llegar a un aprendizaje más profundo. P. En España hay voces que, siendo partidarias del Aprendizaje Basado en Proyectos, creen que lo mejor es alternar esta metodología con la instrucción directa, más tradicional, en la que el peso del profesor como conductor de las clases es mayor. ¿Qué opina?R. Nosotros también hemos debatido mucho sobre esto. Y creo que se trata de lograr un equilibrio entre los dos métodos para llegar a ese aprendizaje profundo. Cuando diseñas un proyecto, debe tener un contenido. De lo contrario, ¿cuál sería el propósito? Tiene que tener contenidos académicos, sí, pero también una vertiente social. Y puede haber clases más tradicionales, la cuestión es que no sean así cada día del año.Diana Cornejo-Sánchez en el instituto público Angeleta Ferrer de Barcelona.Albert GarciaP. Su proyecto educativo trata de que el alumnado desarrolle competencias socioemocionales, de autorregulación, de aprender a aprender. Uno de los problemas es cómo medir el éxito de dicho objetivo. Algo que sí puede hacerse con las propuestas más tradicionales a través de las pruebas estandarizadas.R. Las personas tendemos a seguir el método de educación que conocemos. El tradicional es el del profesor impartiendo una materia al frente de la clase, con los alumnos sentados en filas, con las cabezas bajas, y tomando notas. El problema es que así creamos estudiantes que quizá no pueden pensar por sí mismos, no saben hacer preguntas difíciles, y cuestionar por qué pasan las cosas. Y eso se traslada al mundo del trabajo. Vemos grandes compañías que dicen: los trabajadores no saben comunicarse, colaborar… Al mismo tiempo, es cierto que muchas de estas otras competencias son difíciles de medir. Cómo mides, por ejemplo, la resiliencia de una persona. O la empatía. Es difícil, como evaluar una relación, porque son habilidades relacionales.P. Una preocupación habitual en las familias es si, estudiando con dichos métodos, a sus hijos les irá bien en los exámenes de acceso a la universidad. ¿Cómo les va en ese terreno?R. Somos la organización de escuelas de San Diego con resultados más altos en asistencia a la universidad una vez que se gradúan, a pesar de nuestra diversidad. Y estamos rompiendo las estadísticas de muchos distritos.P. ¿Los estudiantes de sus centros educativos intervienen en la contratación de los nuevos profesores?R. Sí. En realidad, intervienen para la contratación en casi todos los puestos. Incluso para el mío tuve entrevistas con estudiantes. Los aspirantes primero tienen una entrevista con la directora o el director. Y luego se les invita a dar una clase, una demostración. Por ella pasan directores de varias de nuestras escuelas, y también otros profesores, para observarlos. Pero los alumnos están durante toda la clase, y su voz es muy importante. Ya en primaria son conscientes del tipo de maestro que quieren. Nos dicen cosas como: “Me hizo pensar”; “me gustó que respetase mi opinión”; “me gustó que no gritara”; “caminaba y estaba presente por toda el aula”; “nos dio una clase donde tuvimos que crear algo”, o dicen: “Hoy he aprendido algo”. P. ¿Su opinión es recogida de forma sistemática?R. Sí. Después de la clase de demostración, evalúan al aspirante de uno a cuatro. Uno significa: “No puede quedarse”. Y 4: “No dejen que se vaya sin contratarlo”. El proceso de selección tiene otros elementos. El aspirante interviene en la junta de profesores. Los docentes dan su opinión. Y la directora o el director va recogiendo todos esos feedbacks. Pero la voz de los alumnos es superimportante porque son ellos los que van a tener a ese profesor. Y cuando tienes a un profesor al que no le interesas, es mucho más difícil aprender. Tenemos que desarrollar escuelas donde los estudiantes sientan que sus maestros los ven. P. ¿Qué es el éxito educativo? R. Para mí es poder crear seres humanos decentes.P. ¿La administración de Donald Trump ha declarado una especie de guerra a las universidades que no se han plegado a sus planteamientos. ¿Está presionando también al sistema escolar? R. Es un momento muy difícil para el conjunto del país porque existe el deseo de controlar y censurar lo que los estudiantes aprenden. Principios como la diversidad y la equidad están siendo atacados, y ambos forman parte de lo que nosotros somos como organización. Y se plantean retiradas de fondos a las escuelas públicas [en EE UU las escuelas concertadas (charter schools) también entran en dicha categoría] que defienden una filosofía como la nuestra. En nuestro caso, estamos protegidos porque el Estado de California tiene un gobernador [Gavin Newsom] y un secretario de Educación [Tony Thurmond] muy progresistas. Pero en Estados como Texas, Florida o Tenessee está habiendo problemas. P. ¿Cómo ve la política migratoria que ha adoptado su país?R. Me preocupa mucho. Fue una de las razones por las que acepté el puesto, Veía a qué nos íbamos a enfrentar. En San Diego hay mucha población latina e inmigrante. En la Junta de Educación de la que formo parte aprobamos una resolución que dice que los agentes federales no pueden entrar en nuestras escuelas [a detener a inmigrantes en situación irregular]. También colaboramos dando recursos a nuestras comunidades, para que sepan cuáles son sus derechos y qué pueden hacer cuando se enfrenten a esas situaciones.

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