Sobre la mesa de una consulta del Hospital Germans Trias i Pujol (Badalona), la cirujana Sandra Vela traza un croquis para ilustrar a su paciente, Pablo (nombre ficticio), cómo será la intervención a la que tendrá que someterse en las próximas semanas: el hombre, de 40 años, pasará por el quirófano para tratar una fisura y una fístula anorrectal. En su caso, son unas lesiones vinculadas a la práctica del sexo anal y requieren un abordaje particular para preservar la anatomía y la funcionalidad sexual de la zona. “La visión diagnóstica y terapéutica es diferente cuando hay sexo anal de por medio”, explica la médica. Pablo es uno de los pacientes de la consulta monográfica desplegada por el hospital catalán para atender patologías relacionadas con el sexo anal. Cuenta Vela que este consultorio, pionero en España, surge de la experiencia de ver pacientes peregrinar con más o menos fortuna por un sistema sanitario con sensibilidad y conocimiento limitado para abordar problemas de salud vinculados a una práctica sexual que todavía arrastra cierto estigma. “Veíamos que cuando los pacientes nos llegaban por estos temas, ya habían pasado por muchas consultas y algunos médicos les recomendaban, por ejemplo, no practicar sexo”, ejemplifica. Más informaciónLa cirujana incide también en que algunas dolencias asociadas al sexo anal son aparentemente convencionales, como las hemorroides o las fisuras, pero el abordaje terapéutico puede ser distinto. “Depende de qué tipo de patología, en una persona que solo usa el ano para defecar, puedes permitirte una cirugía; en cambio, en una persona que practica sexo anal hay ciertas cirugías que te las tienes que pensar porque es un ano que tiene otras funciones”, abunda.Esta consulta ambulatoria sobre Salud Anal y Sexual (SAS es el nombre que aparece en la puerta) apenas lleva un par de meses abierta, con agenda quincenal, y ya han atendido a 60 personas. Hombres y mujeres. De todas las orientaciones sexuales. “Creo que el recibimiento en el colectivo que practica sexo anal está siendo muy buena, aunque a las mujeres les cuesta más. Pero la sensación que tenemos es buena y notas que la gente te habla sin tapujos. Hay gente que te dice que llevaba un año con el problema y no se atrevía a consultar hasta que apareció esta consulta”, explica la cirujana.Antes de llegar al consultorio de Vela, Pablo experimentó esas dificultades o reticencias que describe la cirujana dentro del sistema sanitario. “Aquí estoy más cómodo porque hay una sensibilidad por parte del médico. No hay preguntas ni respuestas incómodas. En algunas consultas, te hacían sentir como que estuvieses haciendo una cosa extraña. Nadie te explicaba ni sabían tus circunstancias”, expone.Es importante el contexto y no banalizar los problemas que pueden surgir asociados a esta o cualquier otra práctica sexual, insiste Vela. “En una persona con hemorroides muy sintomáticas causadas por el estreñimiento, corriges el estreñimiento y, probablemente, lo acabas operando. Pero en el caso de una persona que practica sexo anal te lo tienes que pensar porque tras esa cirugía hay un proceso de cicatrización que, en muchos casos, provoca que el ano se quede más estrecho. A una persona que practica sexo anal le puedes fastidiar su vida sexual”, reflexiona la médica. La Organización Mundial de la Salud recuerda que una buena salud sexual es un aspecto clave para el bienestar general de las personas. En este abordaje de las lesiones por sexo anal, lo más importante es resolver el problema de salud, pero el resultado funcional y estético tampoco es un elemento menor. “A propósito de la anatomía del ano, incluso a nivel estético, en una persona que solo lo utiliza para defecar, probablemente da igual que quede más o menos bonito o estrecho. Pero una persona que practica sexo anal probablemente no quiere tener un ano con cicatrices”, expone la cirujana. A Pablo le pasó: la primera cirugía de hemorroides terminó con una cicatriz que, a nivel estético, le afectó mucho en su vida sexual. “Era una cicatriz que, para mí, era desagradable. Tanto, que me ha generado un bloqueo emocional que tuve que tratar con terapia psicológica”, explica el paciente.El ano, un “desconocido” en la esfera sexualEn la calle, la censura propia y externa sobre la práctica del sexo anal está disminuyendo y “se consulta más”, cuenta Vela, pero todavía permanece cierto estigma. Y desconocimiento. En el plano sexual, explica la cirujana, la anatomía del ano sigue siendo un gran “desconocido”, incluso para las personas que practican sexo anal. “El ano es un órgano que está estudiado desde el punto de vista anatómico y fisiológico para el acto de la defecación, pero no está considerado, ni por los profesionales ni por los propios pacientes, como un órgano con el que se pueda realizar una práctica sexual. El sexo anal todavía sigue siendo muy tabú”. Producto del desconocimiento sobre todo lo que rodea a este órgano, explica, se han encontrado con lesiones complejas. Como las que se producen cuando alguien se introduce por el ano un objeto que no está convenientemente preparado para esta práctica sexual. “No hay un tope, no es como la vagina. Si te metes algo sin base, se va a ir para dentro. Es de sentido común. Ya hemos tenido que abrir la tripa para sacar alguno”, explica. Los juguetes sexuales, por ejemplo, suelen estar fabricados con una base que hace de tope e impide que el objeto se escape hacia dentro.Vela, en la consulta ambulatoria de Salud Anal y Sexual del Hospital Germans Trias i Pujol, en Badalona. Gianluca BattistaLa cirujana asegura que las patologías que ven suelen ser las mismas que llegan a una unidad de proctología, que es la subespecialidad quirúrgica que se ocupa de todas las dolencias que afectan al ano, el colon y el recto. Sobre todo, hemorroides, fisuras y dolor anal. “También estamos empezando un estudio para ver si en gente más mayor que lleva muchos años practicando sexo anal hay más incontinencia anal. Es una línea de investigación que queremos aprovechar para mirar”, abunda. Un estudio publicado en 2021 a partir de una encuesta a casi 22.000 hombres que tienen sexo con otros hombres, concluyó que hay una correlación positiva de la incontinencia fecal con el sexo anal si se practica una o más veces a la semana.Monitorizar infeccionesLa consulta monográfica, que dirigen Vela y su compañero Javier Corral, también contempla monitorizar la presencia del virus del papiloma humano y el riesgo de cáncer anal —más frecuente en hombres con VIH— y también otras infecciones de transmisión sexual. “A una persona asintomática solo miramos el papiloma. Pero si tiene algún otro síntoma, como picor o dolor, intentamos descartar gonorrea, clamidia, sífilis…”.Vela señala que parte de su trabajo también está relacionado con dar información para evitar daños y practicar el sexo anal de la forma más saludable. Por ejemplo, explica, recomendando una preparación y lubricación previa adecuada para evitar fisuras o desgarros. “Otra cosa que intentamos batallar es el tema de la limpieza: una persona que practica sexo anal puede ponerse un enema previo a tener estas relaciones sexuales, pero no se puede poner tres enemas cada día porque esa ampolla rectal [la parte ensanchada al final del recto] va a quedar disfuncional”, señala.

Hospital Germans Trias: En la consulta para lesiones vinculadas al sexo anal: “Aquí no hay preguntas ni respuestas incómodas” | Salud y bienestar
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