A Ludwig van Beethoven le gustaban los maratones musicales. Podemos comprobarlo al repasar los estrenos de tres de sus conciertos para piano, en los que tocaba y dirigía en Viena, en extensas academias musicales celebradas en el Burgtheater y el Theater an der Wien. Destaca la del 22 de diciembre de 1808, en la que estrenó la siguiente sucesión de obras maestras durante cuatro horas seguidas: la Sinfonía Pastoral, el aria Ah! Pérfido, el gloria de la Misa en do y el Concierto para piano núm. 4, en la primera parte; y, en la segunda, prosiguió con la Quinta sinfonía, el sanctus de la referida misa, una improvisación al piano que desembocó en su opus 77, y la Fantasía coral para piano, coro y orquesta en do menor, op. 80.Más informaciónSería un programa ideal para uno de los maratones bianuales que el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) organiza desde 2011 en el Auditorio Nacional con motivo del Día de la Música, el 21 de junio. Beethoven ha vuelto a ser el protagonista en esta séptima edición de ¡Solo Música!, al igual que lo fue en 2013. Si entonces Jesús López Cobos dirigió las nueve sinfonías a cuatro orquestas con sede en la capital (Nacional de España, Sinfónica de RTVE, JONDE y Sinfónica de Madrid) en la sala sinfónica, o varios pianistas españoles tocaron las 32 sonatas en la sala de cámara, ahora todo se ha limitado a los cinco conciertos para piano en dos veladas por la tarde. Pero el protagonista ha sido Javier Perianes (Nerva, Huelva, 46 años), que ha actuado como solista y director al frente de una formación sinfónica de fuera de Madrid que ha sido una revelación: la Orquestra de la Comunitat Valenciana.De nuevo se respiró el ambiente desenfadado de pasadas ediciones en el Auditorio Nacional. Como en las dedicadas a Chaikovski en 2015, a nueve novenas sinfonías de Haydn hasta Shostakóvich en 2017, a ballets y poemas sinfónicos rusos de Chaikovski y Stravinski en 2019, o a las sinfonías de Schumann y Brahms en 2021, en plena desescalada, pues no hubo fiesta en 2023. Los puestos de comida volvieron a ubicarse en el vestíbulo, donde se podía ver la emisión en directo de Radio Clásica, y en la plaza de Rodolfo y Ernesto Halffter se colocó la pantalla gigante habitual, que congregó a bastante público a pesar del calor. Todo terminó, como es tradición, con un espectáculo de fuegos artificiales.Acorde final del Concierto Emperador con Javier Perianes tocando y dirigiendo a la Orquestra de la Comunitat Valenciana, el pasado 21 de junio en Madrid.RAFA MARTINPerianes acumula años de experiencia y un vínculo muy personal con estas partituras beethovenianas, que repasa hoy Jesús Ruiz Mantilla en el suplemento El País Semanal. El pianista onubense ya tocó el ciclo completo beethoveniano en el Auditorio Nacional, en febrero de 2019, dentro de los ciclos de Ibermúsica con la Filarmónica de Londres y Juanjo Mena, e incluso aquí también debutó con la Filarmónica de Viena tocando el Cuarto o con la Concertgebouw de Ámsterdam en una sustitución in extremis para tocar el Quinto. El orden de interpretación de los conciertos fue el mismo que en 2019. Se trata de una propuesta que evita lo ordinal y cronológico en favor de la coherencia musical. En el primero de los dos conciertos abordó los novedosos números 2, 3 y 4, es decir, los tres estrenados por el propio Beethoven, que tocaba y dirigía en Viena entre 1795 y 1808. En el segundo concierto, interpretó los más ambiciosos, como el núm. 1, estrenado por Beethoven en Praga en 1798, y el núm. 5, también conocido como Concierto Emperador, que el compositor nunca pudo tocar debido a su creciente sordera y que se escuchó por primera vez en la Gewandhaus de Leipzig en 1811.Al inicio del Concierto para piano núm. 2 quedó claro que el modelo de dirección desde el teclado para Perianes era el de su mentor Daniel Barenboim, del que ha recibido muchos consejos. “Nadie lo ha hecho mejor que él”, comentaba informalmente después de culminar la gesta, al tiempo que reconocía tener su filmación de 2007 en el Klavierfestival Ruhr como un referente. Obviamente, Perianes no es un director de orquesta como Barenboim, pero sus gestos claros y seguros desde el teclado fueron una de las claves del éxito de esta maratón musical. El pianista español apuesta por una relación camerística a gran escala con la orquesta, pero con un cariz mucho más intervencionista que otros eminentes colegas como Mitsuko Uchida, András Schiff, Leif Ove Andsnes o Yuja Wang. El pianista Javier Perianes durante su maratón de los conciertos de Beethoven, el pasado 21 de junio en el Auditorio Nacional.RAFA MARTINEl resultado del núm. 2 en si bemol mayor permitió evidenciar la versión tan personal e interesante de la integral pianística que teníamos por delante. Perianes evitó los extremos de tempo y dinámica tan propios del historicismo en favor de un discurso cómodo, nítido, flexible y lleno de destellos musicales. Lo comprobamos en el desarrollo del allegro con brio inicial, con ese trino sobre la nota fa, que resolvió en un momento mágico en pianísimo idealmente secundado por la orquesta. Y optó por coronar el movimiento con la breve y acertada cadencia de Wilhelm Kempff en lugar de la extensa y virtuosística de Beethoven. En el adagio central dejó claro que se trataba de cantar más que de tocar notas, con un bellísimo recitativo con gran espressione que dejó flotando en el aire. Y al allegro molto final no le faltó su dosis de comicidad juguetona con unas maderas admirables.La transición al núm. 3 en do menor se realizó sin impostar falsamente su tono dramático, aunque sin renunciar tampoco a la tensión y aspereza que aporta la orquesta y gestiona el piano. Perianes volvió a elevar con flexibilidad y musicalidad el desarrollo del allegro con brio, con ese deambular del tema inicial por varias tonalidades menores. Y, esta vez, la cadencia fue la habitual, extensa y virtuosa de Beethoven, admirablemente ejecutada. Los destellos de musicalidad prosiguieron en el largo central y Perianes atacó sin pausa el vigoroso rondó final, con el que hizo pura música de cámara con la excelente orquesta valenciana que brilló en la transición final de do menor a do mayor. El público lo terminó reconociendo con sonoros bravos.En la segunda parte, el núm. 4 en sol mayor fue el punto álgido de toda la serie. El pianista onubense le aporta un aura de misterio desde su apertura en solitario del allegro moderato, pero sabe mantener la conversación con la orquesta a pesar de las ristras de notas de la parte solista. En sus manos, el desarrollo vuelve a brillar y sabe contarnos una historia en la cadencia, decantándose esta vez por la versión más extensa de las tres escritas por Beethoven. Pero lo mejor de su interpretación llegó en el andante con moto central, donde plasmó idealmente el programa oculto de Orfeo en los infiernos; consiguió hacer enmudecer a la corpórea cuerda valenciana, al tiempo que dejó sin respiración al público madrileño. Y cerró la obra atacando sin pausa el rondó, que convirtió en otra celestial boutade beethoveniana con destellos camerísticos.El pianista Javier Perianes recibe los aplausos de la orquesta y el público al final de su gesta musical, el pasado 21 de junio en el Auditorio Nacional.RAFA MARTINTras un descanso inferior a una hora, la maratón prosiguió con el núm. 1, que Beethoven compuso después del núm. 2, aunque lo publicó en primer lugar. Perianes marcó el inicio del allegro con brio un poco moroso y algo desdibujado, pero todo se fue ordenando tras su entrada como solista. Y, una vez más, la magia del pianísimo de Perianes elevó el monólogo que conecta con la recapitulación, donde utilizó la cadencia más breve de las tres que escribió Beethoven. En el largo central impuso su canto en la remota tonalidad de la bemol mayor y volvió a atacar el rondó final con admirables destellos de humor, secundado por otra magnífica actuación de la orquesta.Pero faltaba el núm. 5, conocido como Concierto Emperador, por su duración y monumentalidad tanto pianística como sinfónica (“El emperador entre los conciertos para piano”, en palabras del editor J. B. Cramer). La idea de terminar con la obra que más energía demandaba quizá no fue ideal para una maratón, aunque musicalmente fuera la más lógica. Perianes no pudo ocultar leves signos de cansancio en el arranque del allegro, aunque se rehizo con el paso de los compases sin renunciar a continuos destellos de musicalidad y flexibilidad en el manejo de la dinámica y del tempo, cualidades que volvió a compartir con la madera de la orquesta valenciana. El pianista invitó a la reflexión en el adagio en si mayor y, en este caso, la conexión sin pausa con el rondó la proporcionó Beethoven; una robusta danza alemana a la que, una vez más, añadió dosis de humor, fantasía y perspicacia.Todo terminó pasada la medianoche, con el público en pie y vitoreando la hazaña de Perianes, que había tocado y dirigido de memoria y al máximo nivel los cinco conciertos pianísticos beethovenianos en una misma tarde. Pero el evento también reveló al público madrileño que la mejor orquesta sinfónica española se encuentra en Valencia, después de asistir a la edición con mayor calidad musical de los maratones festivos del CNDM.¡SOLO MÚSICA! VII. Beethoven ¡Pianísimo!Beethoven: Conciertos para piano 2, 3 y 4 & Conciertos para piano 1 & 5. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Javier Perianes (piano y dirección). Auditorio Nacional, 21 de junio.

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