El historiador francés Jean-Baptiste Fressoz (48 años, París), especialista en medio ambiente, ciencia y tecnología, asegura que el aceite de ballena es la única materia prima que ha dejado de utilizarse en los últimos siglos por la llegada de otras energías, el resto no solo no se han sustituido sino que se han ido sumando unas a otras y se encuentran totalmente entremezcladas. Para el autor de Sin transición. Una nueva historia de la energía (editorial Arpa), este pasado muestra la imposibilidad de acabar con los combustibles fósiles en unas pocas décadas para luchar contra el cambio climático.Pregunta. ¿Por qué es diferente su enfoque de la historia energética?Respuesta. El hecho de que en la escala mundial las energías se adicionen las unas a las otras es perfectamente conocido. Si miras un gráfico del mix energético mundial en la historia, ves que el gas se adicionó al petróleo, que se adicionó al carbón, que se adicionó a la biomasa. Lo que resulta más nuevo es que las energías no son simplemente adicionadas, sino que están en simbiosis, se entremezclan unas con otras. P. Asegura que hoy se sigue usando de forma masiva carbón, pero también madera. R. La interpretación clásica de la Revolución Industrial es que fue una transición de la madera hacia el carbón en el siglo XIX, primero en Inglaterra, luego en el resto de Europa. Y en realidad, cuanto más carbón consumimos, más madera consumimos. Para extraer el carbón necesitamos una enorme cantidad de madera, hasta tal punto que Inglaterra, en el siglo XX, consumía más madera para extraer el carbón que la que se quemaba en el siglo XVIII. La energía de la madera no hace más que crecer en la mayoría de los países industriales, salvo algunas excepciones.P. ¿Por qué es esto importante en el contexto actual de la lucha contra el cambio climático y la sustitución de los combustibles fósiles?R. El relato de la transición energética no funciona en absoluto. Resulta totalmente falso. Tenemos un problema con el cambio climático, existe, es serio, pero creo que la idea de transición energética, de un futuro posible sin emisiones de CO₂ en 20, 30 o 40 años, deforma completamente el debate que debemos tener sobre el cambio climático.P. ¿A qué se refiere cuando dice que las energías están en simbiosis?R. No es solo que quememos más y más madera, sino también que necesitamos mucha madera para extraer y usar el carbón. Por ejemplo, por los puntales de madera de las minas. Las tecnologías que solemos asimilar al hierro, al vapor y al carbón, también dependen de cantidades masivas de madera. Los caminos de hierro deberían haberse llamado caminos de madera. En 1900, la red ferroviaria de EE UU consumía seis veces más madera que hierro. Las traviesas de las vías son de madera, los vagones son de madera, los puentes son de madera. Tenemos una idea bastante equivocada si nos imaginamos que el carbón reemplazó a la madera. P. Por esto mismo cree inviable poner fin a los combustibles fósiles en unas pocas décadas. R. A pesar de todas las innovaciones que ha habido en el siglo XX, no hay ninguna materia prima que se haya vuelto obsoleta. En términos materiales, la innovación no destruye nada. Esta es la clave. Lo sorprendente es que se nos ha prometido una transición energética, es decir, que íbamos a hacer desaparecer el carbón, el petróleo, el gas, en 3 o 4 décadas.P. Afirma que un teléfono de 1920 contenía 20 materiales, pero que un siglo más tarde un smartphone contiene 50 de los 87 metales de la tabla periódica. ¿Por qué considera esto tan importante? R. Cuando analizamos cualquier objeto nos damos cuenta que esa visión por fases del mundo material no se mantiene ni un segundo. Nuestro mundo material es extraordinariamente complejo, y entremezclado. No vamos a desenredar las energías fósiles del resto. Podemos imaginar un futuro en el que el sector eléctrico esté descarbonizado, el problema, es que esa electricidad alimenta el mundo como lo conocemos, que está completamente anclado en el carbono, en su propia materialidad. Acero, cemento, plástico, agricultura en general, todos estos son sectores muy difíciles de descarbonizar. P. Algunos especialistas afirman que su aproximación resulta importante para el conjunto del mundo, pero falla cuando se mira más de cerca algunos países o regiones como Europa. ¿Qué piensa?R. Creo que no es verdad. Las reducciones de emisiones en Europa occidental tienen mucho que ver con su desindustralización. Si se miran las emisiones territoriales de estos países, lo que queman dentro de sus fronteras en términos fósiles, parece que existe una buena dinámica. En Francia tenemos ahora 4,5 toneladas de CO₂ por habitante y año, no está mal, pues hace un tiempo estábamos en ocho. Pero cuando se miran las emisiones importadas estas se doblan. Vemos que en realidad hemos logrado disminuir nuestras emisiones porque importamos cada vez más bienes industriales de otras partes del mundo.P. En España se producía un 25% de la electricidad con carbón en 2007 y ahora esta energía supone menos del 2%, sin que se hayan producido cambios tan grandes en las importaciones. R. Una vez más, sé que la electricidad puede descarbonizarse. Francia ha descarbonizado su mix eléctrico desde hace tiempo. Sin embargo, en Francia todavía hay mucho CO₂. Hay que dejar de proyectar lo que pasa con la electricidad al conjunto de la economía. La electricidad para un país como España, Francia o Inglaterra es una pequeña parte de sus emisiones. A la escala mundial, la electricidad es el 40% de las emisiones totales. En Noruega han descarbonizado su mix eléctrico gracias a la hidráulica, tienen un montón de coches eléctricos. Sin embargo, sus emisiones por habitante son mucho más altas que en Francia u otros países, porque son más ricos.P. ¿Por qué es tan difícil eliminar las emisiones de materiales como el cemento, el acero o el plástico?R. El mismo proceso de producción de cemento emite CO₂. Para evitar esto habría que instalar enormes máquinas que sean capaces de atrapar el CO₂ a la salida de las fábricas y almacenarlo. Esto es muy complicado y extremadamente caro. La cuestión es: ¿dónde se fabrica el cemento en el mundo? Primero en China, luego en India y en África occidental, en particular en Nigeria. ¿De verdad creemos que vamos a instalar dispositivos de captura del CO₂ a la salida de las cementeras de estos países? El grupo III del IPCC se encarga de estudiar estrategias de mitigación y la mayor parte de sus informes se basan en innovaciones. En ellos se habla 50 veces más de hidrógeno, por ejemplo, que de sobriedad. P. ¿Considera que la sobriedad económica es más importante para luchar contra el cambio climático que las innovaciones?R. Creo que la sobriedad tiene un papel infinitamente más importante en la disminución de las emisiones de CO₂ que el hidrógeno. Y creo que es honesto reconocer que no llegaremos a la neutralidad de emisiones de CO₂ en el siglo XXI porque se basa en ilusiones tecnológicas.P. ¿Qué piensa que hay que hacer para reducir las emisiones que calientan el planeta?R. Yo soy historiador, y reconozco que el problema es absolutamente titánico. Pero los que pretenden resolverlo están equivocándose y equivocándonos en el debate público de verdad necesario. Y esto tienen consecuencias catastróficas. Sabemos hacer electricidad relativamente limpia, reduzcamos las emisiones en un sector en el que se sabe hacer, con renovables. Pero hay que reconocer las dificultades y dejar de pensar en una neutralidad climática que es inalcanzable. En los otros sectores debemos hablar de reducción y sobre todo de la utilidad de las emisiones. Hay que preguntarse para qué se usa el CO₂ que emitimos y si es realmente útil. Esa es la discusión que debemos tener. Hay que reducir las emisiones del turismo internacional y del comercio del lujo, por el contrario, existen emisiones vitales relacionadas con la agricultura o servicios públicos de base. El cemento es muy difícil de descarbonizar, pero también es mucho más importante usarlo para construir redes de suministro de agua potable en Lagos [en Nigeria] que para levantar más rascacielos en Nueva York, Londres o Shanghái. P. ¿No le preocupa que sus ideas se utilicen justamente para desincentivar esfuerzos como el desarrollo de las renovables? R. En general, creo que se puede sustituir parte de los combustibles fósiles con renovables, pero no se puede sustituir todo el uso del petróleo y del gas en sectores como la agricultura, lo mismo que con el acero, etc. Evidentemente, hay que replicar a las personas que dicen que no sirve realizar esfuerzos de reducción. Pero también hay que reconocer que no son las petroleras las que crean la demanda de petróleo. Gracias a las renovables disminuimos la intensidad de carbono de la economía, es decir, necesitamos emitir menos CO₂ para producir cada dólar de PIB. Creo que es importante presentar las cosas así, reflexionando también sobre el tamaño de la economía, y no como una transición energética en la que se puede solucionar todo en unas décadas.P. ¿Las ballenas no se salvaron gracias al petróleo?R. Ese es un mito creado partir de los años 1860 y luego promovido por la industria petrolera estadounidense en los años 1930, que vendió que habían salvado a las ballenas gracias a que el petróleo sustituyó el uso del aceite extraído de estos animales. Ahora lo sigue diciendo un premio Nobel de Economía como William Nordhaus, premiado por sus trabajos sobre el clima, para mostrar cómo la innovación puede resolver los problemas. La realidad es que en el siglo XX se mataron tres veces más ballenas que en el XIX, gracias a barcos más perfeccionados y potentes que funcionaban con diésel. Con todo, esta es una anécdota interesante, pues el aceite de ballena es uno de los escasos ejemplos en los que sí deja de usarse una fuente de energía.

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