Después de seis horas sobre la bici, de un desnivel positivo de 5.000 metros y de cuatro puertos de aúpa, a Juan Ayuso no se le ocurrió otra cosa que tirarse a la nieve que había en una de las cunetas de la estación de esquí de La Molina. Un poco de frío para un cuerpo en llamas, desfondado. Allí fue a abrazarle Paco Lluna, su confesor y masajista, además de su compañero Marc Soler, que agitó la carrera como acostumbra. Con esa alegría entremezclada con el cansancio, transmitió Ayuso a las claras su esforzado triunfo, por más que se requirió de la fotofinish para descifrar quién había logrado el último golpe de bicicleta, si él o el voraz Primoz Roglic. Y sí, fue el español, por un centímetro, el que se llevó el laurel y el certificado de que está para competir por la Volta tras imponerse en la Tirreno, además de en la Faun Drome y el Trofeo Laigueglia. Una explosión en toda regla acompañada por el ejercicio de autoridad de su equipo, el UAE.Desde bien pronto, el outlet de Viladecans Style recibió oleadas de gente, familias que querían ver a los ciclistas de cerca y, a poder ser, rascar algún regalito en forma de camiseta, libreta o bolígrafo, también aficionados equipados a la última y hasta colegios que encontraban en la ceremonia de apertura de la etapa la excusa perfecta para hacer una excursión con los chavales. Las escuadras, siempre abiertas a la comunión, aceptaban la curiosidad que les envolvía, pero por una vez se palpaba la calma tensa por los boxes, pues en todos los meetings [charlas] de los directores de equipo se señalaba la etapa como la primera llave para la Volta, al menos la declaración de intenciones, con la santísima trinidad -el Coll de Batallola (3ª categoría; 11,7 km al 3% con rampas del 12%); Coll de la Creueta (hors catégorie; 21,2 al 5% con pendientes máximas del 15%); y La Molina (1ª categoría; 12,1 al 5% con tramos del 14%) como epílogo a una jornada de lo más dura. “Hoy es el día”, describían desde Picnic PostNL. “Será una etapa dura, veremos cómo responden las piernas”, siseaban desde el Arkéa. “Jornada para los que quieren ser algo en la Volta”, cerraban desde Alpecin. Y eso fue cosa de Ayuso.Más informaciónDel asfalto a la carretera, la etapa prometía curvas. 218,6 kilómetros de sufrimiento sobre las bicis, aunque también de deleite para los ojos, pues el Pirineo les aguardaba envuelto en nieve, allá por las montañas de Andorra como telón de fondo, también por La Molina, que por algo es una estación de esquí que tanto gozan y embozan los catalanes durante los fines de semana de invierno. Así que al contrario que en las etapas anteriores, el pelotón, dictatorial, no dejó que se fraguara de buenas a primeras la fuga, ojo avizor para que nadie pudiera marcarse la gesta si no se daba entendimiento en el pelotón. Se sucedieron muchas intentonas sin éxito hasta que cuatro atrevidos se ganaron la aquiescencia de los jefes: Armirail (AG2R), Germani (FDJ), Molenaard (Caja Rural) y Wenzel (Kern Pharma). Y aunque llegaron a tener una ventaja de algo más de seis minutos, UAE decidió que se había acabado lo que se daba, mono de trabajo y ritmo para desdibujar la renta, no fuera que se le estropeara el certamen a Ayuso, favorito en las quinielas junto a Roglic. Pero el esloveno tiró pelotas fuera antes de ponerse a rodar en la etapa: “No he ganado nada este año, ni siquiera un sprint intermedio. Así que estoy lejos del triunfo. Los rivales van muy rápido. En el repecho final hay que tener piernas y no sé si las tengo”. Palabras, claro, que se llevó el viento.No hubo sobresaltos en la primera de las tres ascensiones, alternancia de empuje al frente del pelotón, ora los Lidl-Trek, ora Ineos o Lotto; casi siempre UAE ante la renuencia del Visma, que entendía que al liderato de Brennan le quedaban las horas contadas. Ritmo, en cualquier caso, que reducía a mordiscos la diferencia con los escapados, dos minutos y medio tras la cima. Pronto asomaría la Coll de la Creueta. Quedaba lo bueno -eso se pedía Armirail, que se despegó de sus compañeros de fuga, que tiró sin mirar hacia atrás, que levantó el dedo en su búsqueda del edén-; y quedaba lo duro. Aunque tardó en llegar, quizá prendado el pelotón de los bosques pirenaicos, incontables pinos que abrazan a la carreta, musgo y rocas que salpican el paisaje, belleza pura. Hasta que Sivakov (UAE), con cinco kilómetros para coronar, se puso como timón pirata, velocidad para erosionar al pelotón y a sus piernas, también para fagocitar la ilusión de Armirail.Remitido el desenlace al último puerto, a la estación de La Molina, a los 12 kilómetros de carretera revirada y bien cuesta arriba, fue UAE quien rompió de nuevo la baraja -Pablo Torres y Marc Soler como agitadores- para desgajar al pelotón y crear la selección natural de los más fuertes, para darle el mazazo a Armirail, absorbido a falta de nueve kilómetros. Vía libre para los ataques. Lo probó, medio serio o medio en broma, Nairo Quintana (Movistar); y lo solicitaron Kuss (Visma) y O’Connor (Jayco), todos negados por Yates para explicar la jerarquía del UAE.Una que no atendió demasiado Soler, que se metió en la fuga con Fortunato (Astana) y Bennet (Israel), después Kuss, pedaladas de sufrimiento ya con las cunetas repletas de nieve. Su ilusión se fue al traste en el último kilómetro, cuando Roglic y Ayuso ya cogían posiciones, la hora de los mayores. Restaba una cuesta terrorífica de 500 metros, lengua fuera y sprint de orgullo. Atornillado como tercero Landa, siempre presente, se adelantó Roglic y replicó Ayuso, que pidió paso por la derecha y se le fue concedido a regañadientes, al final deportivo el esloveno. Quedaban los últimos golpes de riñón, las pedaladas de angustia. Y, para Ayuso, la gloria. Un triunfo con el que explica que también se pide la Volta.

La explosión de Juan Ayuso continúa en la Volta Catalunya | Ciclismo | Deportes
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