Hace 13 años, Lady Gaga tenía que haber actuado en el festival Rock in Río, pero canceló su actuación pocas horas antes por unos fuertes dolores provocados por una fibromialgia. Sus fans se tuvieron que conformar con su sentido mensaje en Twitter: “Brazil, I’m devastated” (Brasil, estoy devastada). La frase recorrió memes, parodias y homenajes durante años. Hasta este sábado. La diva estadounidense saldó su deuda pendiente con Brasil por todo lo alto: un concierto gratuito, masivo, en la playa de Copacabana, como ya hiciera Madonna el año pasado (más leña al fuego para los que alimentan las comparaciones entre ambas). Según el balance oficial de las autoridades, Lady Gaga congregó a 2,1 millones de espectadores, superando a la reina del pop, que en mayo del año pasado convocó a 1,6 millones.Más informaciónGaga aterrizó en Río para presentar su nuevo disco, Mayhem. Era la tercera parada de su nueva gira, tras el aplaudido arranque en el festival de Coachella y dos llenos en Ciudad de México. La expectación era máxima, con miles de fans esperando desde hacía días a las puertas del hotel Copacabana Palace, frente al mar, donde la cantante estuvo recluida casi una semana. La mother monster no defraudó. Con una escenografía en forma de suntuoso teatro de la ópera, puso sobre la mesa todo su imaginario barroco y mutante: arrancó con Bloody Mary y enseguida enlazó con Abracadabra, su último éxito. La primera sorpresa llegó cuando bajo el aparatoso vestido rojo del inicio apareció otro con los colores de la bandera de Brasil y una franja cruzada que bien podría ser la de una presidenta.Fans de Lady Gaga durante el concierto en la playa de Copacabana, este sábado, en Río de Janeiro.Bruna Prado (AP)No fue el único guiño de la noche al público local: después de colocar una bandera brasileña en lo alto de un palco de su particular teatro, la cantante paró el concierto para leer un emotivo discurso que fue traducido por un intérprete: “Nadie hace historia sola. Sin todos vosotros, el increíble pueblo de Brasil, yo no tendría este momento. Gracias por hacer historia conmigo, sois la razón por la que puedo brillar (…) Me habéis esperado, me habéis esperado más de diez años”, dijo sin poder contener las lágrimas. Se repuso rápidamente para entonar Alejandro y proseguir con un show que fue intercalando sus éxitos más sonados con los del nuevo disco. De los clásicos no faltaron Poker Face (en la que se enfrenta a su alter ego en una violenta partida de ajedrez), Paparazzi o el himno Born this Way, que llevó al delirio al público, posiblemente la mayor concentración de gays por metro cuadrado jamás vista en el hemisferio sur. Los abanicos arcoíris se perdían en la inmensidad de una playa abarrotada donde, por suerte, había 16 enormes torres de sonido con pantallas gigantes. Cerca de una de ellas estaba Felipe Santos, de 21 años: “Lady Gaga es mi diva de la infancia. Mi madre no me dejaba ver sus videoclips, pensaba que era una mala influencia, pero yo me iba a casa de una amiga a verla. Ella acabó siendo una referencia en el descubrimiento de mi identidad”, confesaba emocionado. La mayoría del público rondaba la treintena y aunque también había grupos de turistas extranjeros, la mayoría procedían de todos los rincones de Brasil. Más de 500.000 visitantes llegaron a la ciudad en los últimos días, según el ayuntamiento.Fiel a su estilo grandilocuente, Lady Gaga estuvo acompañada de un nutrido cuerpo de baile y hasta de una orquesta, resucitó bajo la arena, bailó con esqueletos y aún tuvo tiempo de sentarse al piano para los momentos más íntimos. Enlazó las baladas Blade of Grass y Shallow, la canción por la que consiguió un Oscar. Fue una de las más coreadas de la noche junto con, por sorpresa, Vanish Into You, de su nuevo disco. Fue el momento escogido por la artista para bajar a la pista y saludar a sus fans, después de decirles que les había estado escuchando todas las noches desde su hotel. Un día incluso les mandó unas pizzas. Lady Gaga, durante su concierto en Río de Janeiro, este sábado.Ricardo Moraes (REUTERS)A Stefani Joanne Angelina Germanotta, su verdadero nombre, se la vio en todo momento eufórica y emocionada ante el concierto más multitudinario de su carrera. Para la apoteosis final dejó Bad Romance. Tras las muecas agresivas y el icónico movimiento de garras, hubo un momento que parecía fuera del guion: la canción terminó, ya se había estirado todo lo posible, desde el mar salían fuegos artificiales y Gaga y sus bailarines simplemente se sentaron para contemplar el espectáculo. Ella se llevaba las manos a la cara como incrédula con lo que tenía delante. Un mar de gente frente al océano gritando “Gaga, eu te amo”.La playa se había ido llenando desde primera hora de la mañana hasta superar los dos millones de asistentes. Más allá de las inevitables aglomeraciones a la salida, la noche transcurrió sin incidentes y los cariocas pueden presumir de nuevo de que saben organizar macro eventos con nota. La policía bloqueó el acceso a algunas calles e instaló 150 puntos de control para revisar a todo el mundo. Se desplegaron 5.300 agentes, cámaras de reconocimiento facial, drones y hasta embarcaciones en el mar.El concierto gratuito de Gaga fue posible gracias a varios patrocinadores (el principal, una marca de cerveza) y por la inyección de 30 millones de reales (4,7 millones de euros) de dinero público, aproximadamente un tercio del coste total. Las autoridades lo justifican por el enorme retorno económico: hoteles y restaurantes a rebosar, recaudación récord de impuestos… Un estudio encargado por el ayuntamiento estima un impacto directo de más de 100 millones de dólares, además de la publicidad internacional para la marca de la ciudad. El proyecto Todo el mundo en Río se repetirá cada mayo y su principal impulsor, el alcalde Eduardo Paes, ya ha avanzado que trabaja para que el año que viene pisen Copacabana los irlandeses U2 o, lo que se antoja más difícil, Beyoncé. “Si lo consigo, literalmente, seré el rey de los gays”, bromeaba hace unos días.

Lady Gaga despliega su mastodóntica ópera pop ante más de dos millones de fans en Río de Janeiro
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