Cuando tu nombre está escrito con las letras más grandes en el cartel del festival de música más famoso del mundo, tienes una misión. Y Lady Gaga (Nueva York, 39 años) supo cumplirla con creces. La cantante y actriz volvió a sus orígenes la noche del viernes en Coachella (California), poniendo el broche del oro al primer día de los tres del festival para presentar su nuevo disco, Mayhem, que lanzó hace apenas un mes y que veía la luz en un escenario por primera vez. Pero no solo fue cantar un álbum. Fue mucho más allá. La artista repasó casi 20 años de carrera y muchos de sus grandes éxitos, en una puesta en escena grandilocuente y melodramática como a ella tanto le gustan.Más informaciónDe los más de 120.000 asistentes a Coachella, muchos de ellos se congregaron en el escenario principal para ver el primer show de Stefani Joanne Angelina Germanotta, como se llama la cantante, con su flamante álbum, que a partir de julio paseará en una gira con casi todo ya vendido. Eran afortunados. Eran conscientes del privilegio de ver a la artista dar a luz una nueva etapa de su carrera, en la que muestra cómo le ha costado convivir consigo misma, pero también que, como ella misma sabe, siempre estará ahí. Lo dijo al final del concierto: “Los monstruos nunca mueren”, en referencia al nombre, “monstruos”, que se dan sus seguidores, pero también a sí misma, sus temas, sus historias, sus demonios. Esos no se van. En el inmenso escenario con forma de antiguo teatro, con sus palcos y columnatas, Lady Gaga mató a Lady Gaga. Mató a la Lady Gaga del pasado: a cada tanto aparecían en el escenario dobles de ella, exactamente iguales, vestidas y peinadas de sus épocas de Bad Romance o Alejandro, las canciones que la lanzaron a la fama. Y ella luchaba contra esos alter ego, las liquidaba a puño limpio y las dejaba KO. Pero siempre, como ella, resurgían de sus cenizas para dar una nueva versión de sí misma.Lady Gaga, en otro momento de su actuación en el festival Coachella.Lady Gaga hizo mucho más que presentar Mayhem. Lo colocó dentro de su discografía y de su biografía, lo diseccionó y mostró qué lugar ocupa en su vida: está orgullosa de volver a publicar música propia y original, algo que (sin recopilatorios o bandas sonoras) no hacía desde hace cinco años. Dividió el concierto en media docena de actos, y en todos ellos colocó canciones de este octavo disco de estudio (abriendo con, cómo no, Abracadabra), pero también de otros álbumes. Bailó con esqueletos y muertos vivientes, subió y bajó escaleras, se puso pelucas, tocó el piano, la batería y hasta la guitarra eléctrica, caminó por la pasarela que unía el escenario principal con un cuadrilátero más pequeño (convertido a veces en tablero de ajedrez), bajó de él y saludó largo rato a sus seguidores. Y, con esa espectacular puesta en escena, pensada para el público, pero también para la cámara, dio a entender que este no era un concierto para salvar Coachella y convertirlo, que lo es, en escaparate viral: era un aperitivo, probablemente algo más cortó (duró una hora y 45 minutos), de la gira de 48 conciertos.Lo que verán los espectadores de todo el mundo, desde Las Vegas en julio a, al menos, Sídney en diciembre, pasando por tres recitales en Barcelona, es a una Lady Gaga esplendorosa en lo vocal (aunque algo ahogada a veces en lo físico, tanto de manera impostada, con mucho suspiro, como a veces real) y decidida a demostrar lo que es: una artista del escenario. A falta de conocer la configuración cuando llegue a los estadios, el espectáculo es casi un musical, un repaso vital con decenas de músicos, bailarines, vestuarios, luces y fuegos artificiales. Si The Eras Tour, de Taylor Swift, logró recaudar 2.000 millones de dólares (1.761 millones de euros) en todo el mundo durante unos 20 meses, Lady Gaga ha sabido seguir un ritmo muy similar (repaso de carrera, mezcla de viejos y nuevos éxitos, inmensa puesta en escena) y podrá alargarlo y estirarlo tanto como guste. Da para eso y más.Lady Gaga, durante su concierto en el festival Coachella, en el que ha presentado su nuevo disco, ‘Mayhem’.Conciertos en medio de la ola de calorAntes de que Germanotta se quedara con los oídos del público del festival, el día estuvo cargado de conciertos, de calor y de colas. Coachella es inmenso y deja exhausto a cualquiera, más cuando el sur de California sufre una ola de calor estos días. Hasta 42 grados se alcanzaron en Indio, la localidad que acoge dos fines de semana seguidos a cientos de miles de personas y que hace su agosto en abril, con habitaciones agotadas y precios disparatados (donde, por ejemplo, una noche por 1.000 dólares no está fuera de la media). Solo el primer día se celebraron 61 conciertos, desde la una de la tarde hasta la una de la madrugada, en sus 2,6 kilómetros cuadrados. Realmente inabarcable, hasta para los más expertos festivaleros.Asistentes al festival Coachella, en Indio (California) rellenan sus botellas de agua en un puesto por las elevadas temperaturas, el viernes 11.Amy Harris/Invision/APUno de los primeros platos fuertes de la jornada fue la británica Lola Young, con solo 24 años —de esas personas ya nacidas en el siglo XXI y que, en un parpadeo, han triunfado— y su imparable tema Messy. Gracias a él (y a una docena más) llenó el escenario Mojave (hay ocho pistas en total) pese a ser el momento pico de bochorno del día. Young, de TikTok al mundo. Pero no está sola. Esta, como ha pasado desde hace unos años, parece ser una de las máximas del festival. No hay cabezas de cartel (el año pasado, gracias a Lana del Rey, Sabrina Carpenter, Chappell Roan, Peso Pluma o J Balvin parecía estar más conectado con el momento), pero o hay viejas glorias que apelan a la nostalgia (como Green Day, The Prodigy o Kraftwerk) o esos fenómenos virales que gracias a las plataformas logran colocar un tema como exitazo instantáneo —el clásico one hit wonder— y llenan el escenario, aunque sea en pequeñas franjas de 50 minutos: desde la propia Young a Benson Boone (su Beautiful Things tiene 2.000 millones de reproducciones en Spotify), Artemas (con i like the way you kiss me), Tyla (con Water), Rema (con Calm Down) o DJO (con End of Beginning).Aunque Boone, por su parte, dio un poco más al público. En el segundo escenario más grande y gozando de la puesta de sol, se lanzó a cantar en la tarima y con solvencia nada menos que Bohemian Rhapsody, de Queen. Pero el asombro llegó cuando sacó, además, al guitarrista sir Brian May. Este tipo de sorpresas enloquecen al público. Por ejemplo, Tyla subió consigo a Becky G. Por cierto, Lady Gaga no salió con Bruno Mars en su Die With a Smile, por la que ganaron juntos el Grammy hace un par de meses.La cantante británica Lola Young, durante su concierto en el festival Coachella, el viernes 11 de abril.CAROLINE BREHMAN (EFE)En el capítulo latino, este año está lejos del brillo de 2023, cuando Rosalía y Bad Bunny fueron cabezas de cartel, o incluso del año pasado. Pero sí hay variedad y calidad. El viernes, presentaron su música dos bandas muy diferentes. Primero, Los Mirlos, el primer grupo peruano en actuar en Coachella, con su divertida y bailable cumbia amazónica, como ellos mismos la llaman. Más tarde, a una hora ya muy noble (a partir de las ocho, cuando cae el sol y los escenarios se cotizan más), llegó el destape con Ca7riel y Paco Amoroso. Los dos argentinos se hicieron también virales gracias a su Tiny Desk, los miniconciertos grabados de la NPR, la radio pública estadounidense. Pero en vez de con un solo éxito, ellos se presentan con una banda con una decena de músicos y una puesta en escena y una variedad de temas que tienen intención de llegar más allá. El público lo dio todo con sus estribillos pegadizos y hasta con la rave que montaron, llena de láseres verdes. Al final, la viralidad está en como cada uno sepa sacarle partido, seas un one hit wonder o una imparable diva musical. Coachella sabe mucho de eso.

Lady Gaga mata, entierra y resucita a la Lady Gaga del pasado en su espectacular concierto en el festival de Coachella | Cultura
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