El imaginario colectivo tiende a representar a un músico en una orquesta, quizá como solista o director. Pero el abanico de especialidades que ofrece un conservatorio o escuela superior de música es notablemente más amplio: interpretación, dirección, composición, pedagogía, musicología, sonología, promoción y gestión cultural. Estas enseñanzas superiores, equiparables a las universitarias, forman a intérpretes, por supuesto, pero también a docentes, músicos de cine y videojuegos, técnicos de sonido, productores, gestores o críticos musicales. La unión con otras disciplinas multiplica aún más las posibilidades, acota Miguel Pina, vicedirector del Conservatorio Superior de Música Joaquín Rodrigo de Valencia, poniendo como ejemplos la musicoterapia o la medicina y la fisioterapia para instrumentistas. La Escuela Superior de Música de Cataluña (Esmuc) tiene en marcha un doble grado en Música y Matemáticas.Más informaciónSe trata de una carrera larga, exigente, muy vocacional, que se inicia años antes de que el alumno llegue al grado. Un buen lugar desde el que contarla es Llíria, Ciudad Creativa de la Música por la Unesco y cantera tradicional de instrumentistas para España y el mundo. Aquí nació, hace 17 años, Javier Alamá Barona, hijo y hermano de músicos, que comenzó desde muy pequeño en la Banda Primitiva de su localidad y ahora es estudiante de percusión de la Esmuc. Una particularidad del conservatorio de Llíria es que solo imparte los seis cursos de profesional, con chicos y chicas entre 1º de ESO y 2º de Bachillerato. De los cuatro años de enseñanzas elementales —con niños y niñas de 3º a 6º de Primaria— se encargan las sociedades musicales, como la Unió Musical y la Banda Primitiva. En el resto de España, esta primera etapa se da en el conservatorio, escuela o centro autorizado.El alumnado de 5º y 6º de profesional ha de combinar sus estudios musicales con 1º y 2º de Bachillerato. Es un momento crítico, con una carga lectiva enorme, en el que se producen abandonos, reconoce Sergio Izquierdo, director del conservatorio de Llíria. “Hace falta organización y una buena rutina para no perder la motivación y seguir disfrutando”, recomienda Alamá Barona. Un porcentaje (bajo) de jóvenes que tienen claro que se quieren dedicar profesionalmente a la materia elige la modalidad de Bachillerato Musical (oficialmente de Artes Escénicas, Música y Danza). Fue el caso de Eloy Pérez Llavata, natural de Casinos (un pueblo al lado de Llíria), trompetista desde muy niño en la Unió Musical. “Me matriculé en las cinco asignaturas troncales, y el resto del tiempo me lo pasaba en el conservatorio, estudiando con mis amigos”, recuerda. No hizo la prueba de acceso a la Universidad, que no es necesaria para matricularse en un conservatorio superior de música.Pruebas de accesoPara entrar en enseñanzas elementales hay que superar una prueba de acceso, que valora la aptitud del niño —oído, ritmo, entonación—; otra para seguir en profesional; una más para llegar al grado superior. Esta última “no es que sea complicada, pero puedes tocar muy bien y quedarte fuera porque otros lo han hecho mejor que tú”, acota Izquierdo. Como en unas oposiciones. A modo de ejemplo, el Conservatorio Superior Joaquín Rodrigo de Valencia recibe en cada convocatoria, de promedio, unas 400 candidaturas para 120 plazas, según calcula Pina, quien desvela que estos números permanecen constantes desde hace años. Según datos del Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes, en el curso 2023-2024 había unos 9.300 estudiantes de enseñanzas superiores de música en los alrededor de 26 centros públicos y privados que existen en España; son cifras muy similares a las de 2022-2023.Más informaciónAlamá Barona y Pérez Llavata prepararon su pase al superior, acudieron a las jornadas de puertas abiertas de los conservatorios o escuelas que más les interesaban, e hicieron la prueba no en una sino en varias, por si las moscas. El primero se matriculó en la Esmuc, donde quería. El segundo hizo 1º en el Joaquín Rodrigo de Valencia y después continuó en Hamburgo, donde se graduará en junio. “Ahora existe mucha más movilidad internacional; cuando yo estudiaba, el programa Erasmus ni existía”, cuenta Izquierdo con un deje de envidia. “En 3º o 4º de profesional se van de Erasmus, buscando centros o docentes que les gustan; para muchos es su primer contacto para realizar un futuro máster”, describe. Actualmente funcionan en España 53 títulos de máster homologados impartidos por instituciones superiores de música.La internacionalización es una vía de doble sentido llena de jóvenes de otros países que vienen a España a formarse y a competir por una plaza vacante en una orquesta. “El lenguaje musical es único para todo el mundo”, recuerda Pina, que destaca que su conservatorio es el que más movilización de Erasmus tiene del país, tanto de profesores como de alumnos. “En nuestras aulas conviven 15 nacionalidades distintas”, señala. La competencia es global, pero él cree que el relevo generacional de buenos músicos españoles está garantizado. “Como profesor es un lujo trabajar con gente que demuestra tanta pasión por lo que hace”, subraya. En septiembre, y a sus 22 años, Pérez Llavata entrará, en periodo de prueba, como trompeta solista de la Orquesta del Gran Teatre del Liceu de Barcelona, después de haber superado la cuarta ronda del proceso selectivo para cubrir la plaza. “Quiero seguir progresando y creciendo como músico”, asegura.Clave para una formación completaEn 1976, la potente Unió Musical de Llíria abrió un colegio privado para los hijos de los socios que en 1996 pasó a ser concertado y se convirtió en un centro integrado de enseñanzas musicales, explica su presidente, Josep Vicent Pedrola. Eso significa que el alumnado tiene integrada la educación musical en su currículo entre 3º y 6º de Primaria —lenguaje musical, coro, agrupaciones, instrumento—, de manera que termina esta etapa con el grado elemental ya superado. La mayoría continúa sus estudios en el conservatorio profesional. “La música es importante para la formación integral de los niños”, reivindica Amparo Esquerdo, vocal del colegio de la Unió Musical. Favorece la socialización, y el compañerismo, aporta Pedrola. “Tener una cultura musical es un valor añadido que van a disfrutar toda su vida, se dediquen a ello profesionalmente o no”, concluye Esquerdo.

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