En distintas cuentas de TikTok, las ofertas para que migrantes atraviesen ciertos trayectos del tapón del Darién siguen a un solo clic, pero ya no con la misma intensidad ni tampoco con mensajes tan seductores. La situación en el tupido bosque compartido entre Colombia y Panamá cambió, ya la gente no lo camina en multitudes solamente con la idea de llegar algún día a Estados Unidos, sino que hay otros que vienen de vuelta en una procesión de lamentos y sueños frustrados. En Panamá, esta migración inversa es un fenómeno en el que las autoridades han documentado que, solo en febrero, más de 2.000 personas ingresaron al país desde la frontera con Costa Rica. Esto se ha agravado, en tanto, el pasado 22 de febrero, se reportó la llegada de una embarcación con 21 personas a bordo, colombianas y venezolanas, que habían naufragado en ese viaje de retorno.¿Qué hay detrás de este nuevo reto por las autoridades de la región? Cientos de familias han retornado tras toparse con muros y barreras legales como el endurecimiento de políticas migratorias por parte de gobiernos similares al de Estados Unidos y su presidente Donald Trump.”Lo que estamos presenciando es un cambio en la dirección del flujo migratorio en uno de los corredores más críticos del continente. En lugar de ser solamente una ruta de tránsito hacia el norte, el tapón del Darién -y por extensión Colombia- está comenzando a recibir un flujo creciente de migrantes que retornan al sur. Muchos de ellos iniciaron su viaje meses atrás, algunos registrados en CBP One o en programas de Movilidad Segura, otros cruzando de manera irregular con la esperanza de llegar a Estados Unidos antes del endurecimiento de las políticas migratorias de la nueva administración. Sin embargo, al quedar estancados en países de tránsito como Panamá, Costa Rica o México, y sin opciones viables de regularización o protección, muchos han optado por retornar”, le explicó a este periódico Diego Chaves-González, director para Latinoamérica y el Caribe del Instituto de Política Migratoria (MPI, por sus siglas en inglés), con sede en Washington.Así se ven, desde el aire, las montañas del Darién. Foto:Julián Ríos Monroy. EL TIEMPOA las playas de Capurganá, en el Chocó, entre enero y febrero de este año llegaron al menos 1.889 personas retornadas en difíciles situaciones de vulnerabilidad, las cuales tienen a las autoridades y ONGs con preocupación por una posible creciente de otros migrantes que lleguen en esas mismas circunstancias: maniatados y con necesidades básicas como alimentación y hogar.La cifra, que corresponde a la más actualizada que tiene Migración Colombia, está desglosada con que de esas casi 1.900 personas, 1.599 alcanzaron a ser caracterizadas: 1.585 son venezolanas, seis peruanas, cuatro ecuatorianas, dos chilenas (menores de edad que serían hijos de venezolanos) y dos nigerianas.Esta concuerda con la de la Defensoría del Pueblo, emitida el pasado 21 de marzo. Esta entidad ha identificado que, entre el 15 de enero y el 28 de febrero de 2025, 1.885 personas migrantes ingresaron al país desde Panamá por el paso de Capurganá, en Chocó, y tal como se lo mencionó la fuente a este medio, la mayoría de las personas que ingresaron terminaron movilizándose a Necoclí.A Capurganá llegan varios de los migrantes que retornan a Colombia. Foto:Julián Ríos Monroy. EL TIEMPOSegún la Procuraduría, este tema puede desbordarse si no se controla a tiempo. “Comienza ese fenómeno de intensificación de migrantes que inicialmente pasaban por el Darién para irse hacia los Estados Unidos, pero que no logran pasar de Panamá y se devuelven. Ese es un fenómeno nuevo que nos tiene a todos alertas, sorprendidos y frente al cual la Procuraduría viene haciendo varias cosas”, le dijo a EL TIEMPO el procurador delegado para los Derechos Humanos, Néstor Osuna.Desde el Gobierno, la canciller Laura Sarabia ha estado pendiente. “Frente a la migración inversa, tenemos varios fenómenos que se están dando en nuestro país, y es precisamente que muchas de las personas están decidiendo por voluntad propia retornar al país de manera segura”, explicó la Ministra de Relaciones Exteriores hace un mes. Su tesis fue orientada a una de las modalidades de regreso: la aérea, en la que se ha visto cómo han aterrizado vuelos en el aeropuerto El Dorado y otras terminales, a la que connacionales llegan tras las masivas deportaciones que está haciendo Estados Unidos.Néstor Osuna, procurador delegado. Foto:UBPDSin embargo, las más vulnerables condiciones las enfrentan quienes transitan el tapón del Darién desde La Miel, en Panamá, hasta Capurganá y otras partes de Acandí, en Colombia. Las maneras para hacerlo son a pie o en lancha, para lo cual se ofrecen ofertas en TikTok que se pueden cotizar escribiendo al chat interno de cada cuenta.De acuerdo con la Procuraduría, ambas formas son duras porque en la primera se está expuesto a la selva y a lo que delincuentes hacen dentro de ella; y la otra porque es un riesgo transportarse en lanchas precarias especialmente a altas horas de la noche, donde pierden de vista a los radares de las autoridades marítimas. “Las dos son sumamente peligrosas y la segunda puede ser mortal. Hay unos riesgos que hemos evidenciado como naufragios. El 22 de febrero de este año hubo uno en el que murió un niño de ocho años”, explicó el procurador Osuna.Las dos son sumamente peligrosas y la segunda puede ser mortal. Hay unos riesgos que hemos evidenciado como naufragios.néstor osunaProcurador delegadoFuentes enteradas de la región enteradas de la dinámica de este fenómeno le explicaron a EL TIEMPO que “para que un migrante llegue a Necoclí por la migración inversa, debe llegar primero a dos lugares: Capurganá o Acandí, ellos limitan con el Darién. Algunas personas llegan allá caminando mientras que otros se devuelven por el mar, eso es lo peligroso, desde Panamá se trabaja ese tema para que no sean víctimas de naufragio en el mar, deben cruzar estos dos territorios y luego el golfo de Urabá que solo se puede cruzar en lancha. Ahí es cuando les cobran, lo que yo tengo entendido es que todos los que llegan a esos dos puntos terminan saliendo en lancha y llegan a Necoclí o Turbo y de ahí se van para Montería, porque muchos van de regreso a Venezuela”.Al día, según un cálculo muy somero que han podido hacer en la región -pues reconocen que hay un subregistro-, retornan entre 84 y 89 migrantes, quienes se cruzan con las personas que empapadas de sueños, apenas empiezan su escalada para llegar al país del norte. Ese es un punto de encuentro crucial para las familias. Los temas que los afectan, más allá de las conversaciones rutinarias, son el tráfico de migrantes para el envío de droga, la trata de personas y la violencia de género.Migrantes en su ruta por Centroamérica hacia Estados Unidos. Foto:EFE”Está siendo cada vez más difícil ese regreso por la frontera con Panamá, incluso más costoso. Los migrantes usualmente se ven movidos por bandas de tráfico de personas, y hoy están generando más cobros, o están saliendo más rutas por el Caribe que están siendo más costosas, y esto está dejando víctimas mortales. Esto está dejando represamientos en municipios que no tienen la capacidad para absorber y gestionar estos flujos migratorios. Tal es el caso de Acandí”, dijo María Clara Robayo, investigadora del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.Ante este regreso que va en aumento, tanto las autoridades del municipio de Acandí como las de Necoclí han reportado en semanas recientes que el ingreso de personas desde Panamá viene en aumento, y que a pesar de que ha llamado la atención de los habitantes de estos municipios, hasta ahora no se han presentado problemáticas en las regiones. Sin embargo, las personerías de ambos municipios han encendido las alarmas ante un inminente desbordamiento de las capacidades de respuesta de Acandí y Necoclí ante el ingreso de personas que, eventualmente, decidan quedarse en la región.Los sorprendidos serían incluso los mismos traficantes. En diálogo con este diario, Ligia Bolívar, investigadora asociada del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Andrés Bello, de Venezuela, explicó que es posible que las redes ilegales que cobran hasta 300 dólares por pasar el Darién no se esperaran la nueva oleada a la inversa, aunque afirmó que son tan oportunistas que no van a demorarse en adaptarse.Aquí, según ella, hay un elemento importante, y es que ha escuchado que varias autoridades en el Urabá han dicho que se iba a cerrar Capurganá y Acandí para que no pase nadie. “Eso contrasta mucho con la actitud cuando pasaban las personas en sentido contrario. Y frente a esa reacción, la única respuesta que se me ocurre es que aquí estamos hablando de un negocio, porque las personas cuando iban hacia el norte, tenían algo de recursos, y mal que bien eso generó cierta prosperidad en Necoclí, Acandí y Capurganá. Ahora estas personas que están de vuelta vienen con la derrota marcada en la frente, ahora sí son personas no gratas, sin tener en cuenta que muchos de los que están regresando son colombianos”, subrayó Bolívar como responsable del área de derechos de migrantes y refugiados de su universidad.Migrantes en Panamá. Foto:Cortesía Senafront¿Qué hay detrás del retorno?La migración inversa parte de Estados Unidos para abajo, por lo que cada país centroamericano ha recibido como nuevo este flujo migratorio que, de acuerdo al análisis de Diego Chaves-González, se ha dado de manera forzosa o provocado por decisiones logísticas o políticas. “En los centros del Darién y Paso Canoas, los migrantes suramericanos han sido literalmente desalojados para hacer espacio a personas recién deportadas”, anotó el experto.Eso lleva a María Clara Robayo a manifestar que entonces “sí se requeriría abrir un debate regional y unos canales de integración para justamente pensarse cuál va a ser la gobernanza y la gestión de esa migración, sobre todo con enfoque de protección de derechos humanos, porque estamos hablando de poblaciones bastante vulnerables”.Lo que más fácil explica que no se pase a Estados Unidos es la política restrictiva que tiene el gobierno Trump. Muestra de ello es que la Procuraduría empezó a recibir reportes de migración inversa desde su provincial en Apartadó, Antioquia, mayoritariamente desde el 15 de enero, días antes de la posesión del mandatario norteamericano.El presidente de EE.UU., Donald Trump Foto:SAUL LOEB / AFP”Desde que se posesionó Donald Trump hemos evidenciado que se endurecieron esas políticas migratorias en temas de retornados y deportados. Entre el 15 de enero al 28 de febrero se alcanzó el máximo esplendor en temas de flujo migratorio inverso”, precisó la delegada al mando de Néstor Osuna.A esa circunstancia se le suman otras dos razones. La primera es que como lo indicó Robayo, “por parte de Estados Unidos se cancelaron los fondos de cooperación internacional. Esa gran respuesta que Colombia ha tenido, sobre todo en los gobiernos anteriores al actual, se perdió”.Y la segunda es que Panamá también endureció su política migratoria siguiendo los pasos del país del norte, y por eso, según Robayo, ya le pidió a Colombia que le deje enviar vuelos de migrantes a Norte de Santander, con la idea que de allí pasen a Venezuela. “Lo que hemos visto es que varios países se están sumando a estas políticas de securitización y cerrar puertas a los flujos migratorios”, explicó la experta, haciendo énfasis en que Colombia ya ha aprendido que no puede hacer eso “porque tiene una frontera que no puede controlar, y a Venezuela, que expulsa migrantes día a día. Independiente de las políticas de Estados Unidos, la migración venezolana no va a terminar”.Según los expertos y hasta la misma Procuraduría, la migración inversa tiene en países como Colombia muchas preguntas sobre cómo se asumirá, y más cuando nadie está preparado para ello. “Nunca estuvieron preparadas para la migración hacia el norte, ahora esperar que esté para lo inverso, es muy optimista. Siempre se atendió de una manera reactiva”, afirmó Ligia Bolívar.Migrantes haitianos en Necoclí, en tránsito hacia Estados Unidos. Foto:Jaiver Nieto. EL TIEMPOPara Diego Chaves-González, este retorno se da al mismo tiempo que se registra una caída de cruces hacia el norte, pues según sus cifras en enero pasado solo se registraron 2.200 cruces irregulares por el Darién, frente a los 11.100 de noviembre del año anterior. “Esta caída de más del 80% refleja un cambio abrupto en las condiciones de tránsito, pero también en la percepción de oportunidad. Muchos migrantes ahora entienden que su travesía ha llegado a un punto muerto”, concluyó.Para buscar soluciones y hacerle seguimiento al tema, la Procuraduría resaltó que el pasado 13 de marzo participó en una sesión de la Comisión para la Gestión de Gobernanza Migratoria realizada en Antioquia. En ese espacio hizo un llamado porque se requieren incluso acciones del Ministerio del Transporte y la Superintendencia de Transporte. Carlos López – Justicia – @CarlosL49 – carben@eltiempo.com

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