Violetta es la heroína operística más completa de Giuseppe Verdi. Posee todos los rasgos que les faltan a las demás: la madurez que no tiene Gilda en Rigoletto, la inteligencia que necesita Desdémona en Otello, la profundidad de que adolece Alice Ford en Falstaff e incluso la capacidad de amar de la que está desprovista Amelia en Un ballo in maschera. Y pocas producciones muestran todos esos elementos de forma tan desnuda y en primer plano como la austera y existencialista régie de La traviata, de Willy Decker, creada para el Festival de Salzburgo en 2005 y que, tras cancelarse hace cinco años por la pandemia, se ha estrenado finalmente el pasado martes 24 de junio en el Teatro Real.Más informaciónLa soprano Nadine Sierra (Fort Lauderdale, Florida, 37 años) se emocionó hace unos días, durante la rueda de prensa de presentación de la producción a los medios, hablando de Violetta. La estadounidense debutó en este papel en 2022 en la Metropolitan Opera de Nueva York y lo ha cantado en cuatro producciones, como la de David McVicar en el Liceu el pasado enero. Sin embargo, afirma haber conectado realmente con este personaje gracias a esta propuesta de Decker, incluso también a nivel personal. “Actuar en esta producción me ha permitido subrayar las incomprensiones entre sexos o entre lo que realmente importa en la vida y lo que simplemente es una mierda”, dijo entre lágrimas. Y reconoció haber podido profundizar en la forma de pensar de Violetta para relacionarse con ella, “no solo como cantante de ópera, sino también como actriz, artista y mujer”, remató.La soprano Nadine Sierra durante el dueto con Germont del segundo acto de ‘La traviata’, el pasado 24 de junio en el Teatro Real.Javier del RealSierra fue lo mejor en una representación de La traviata escasa de emoción y que fue de menos a más. Pero las intensas exigencias actorales a las que se sometió en el primer acto, junto con el minimalismo escénico y la frialdad del foso, no le permitieron brillar vocalmente desde su primera intervención, tal como vimos en Barcelona hace seis meses. Esto se notó en la escena final, donde no conmovió en su aria Ah forse lui quest’anima, a pesar de añadir su propia fermata, pero tampoco en la cabaletta Sempre libera, donde cantó con el piloto automático y terminó forzando el famoso mi bemol sobreagudo que Verdi nunca escribió.Todo cambió tras el descanso. Convirtió su extenso dueto del segundo acto con Germont en el primer momento memorable de la noche, aunque el bombástico acompañamiento orquestal arruinó poco después su climático Amami, Alfredo. Pero fue en el tercer acto donde elevó el personaje de Violetta con una inolvidable aria Addio al pasato que interpretó con su bellísimo timbre puro, incisivo y cremoso, una exquisita elasticidad en el fraseo y admirables sombreados dinámicos, que fue lo mejor de la velada junto al dueto final con Alfredo. El tenor Xabier Anduaga y la soprano Nadine Sierra durante el segundo acto de ‘La traviata’, el 24 de junio en el Teatro Real.Javier del Real Precisamente ese inicio del Parigi, o cara, noi lascieremo del tenor Xabier Anduaga (San Sebastián, 30 años), respetando la indicación dolcissimo a mezza voce de la partitura, fue uno de los pocos destellos musicales de su actuación como Alfredo. Lo mismo puede decirse de su dueto con Violetta en la Introduzione del primer acto. No obstante, el cantante donostiarra triunfó más luciendo su vocalidad viril y atractiva, con ecos de otros tiempos y un explosivo registro agudo. Lo comprobamos en su aplaudida cabaletta del segundo acto, Oh mio rimorso!, de la que suprimió la repetición y coronó con el famoso do sobreagudo que Verdi tampoco escribió.Ni Anduaga ni Luca Salsi destacaron especialmente a nivel actoral, respectivamente, como Alfredo y su padre Germont. El barítono italiano (San Secondo Parmense, 50 años) mostró sus galones de gran verdiano en su dueto con Violetta del segundo acto, con un fraseo autoritario y una buena paleta de colores vocales, que también exhibió en su aria Di Provenza il mar. Buena actuación de los secundarios, a pesar de quedar diluidos entre el vestuario de los integrantes del coro. No obstante, la mezzo Gemma Coma-Alabert fue una acertada Annina y el veterano bajo Giacomo Prestia un lujo como Doctor Grenvil, omnipresente aquí sobre el escenario como encarnación de la muerte. Uno de los aspectos más desafortunados de esta producción ha sido la dirección musical del húngaro Henrik Nánási. Una lectura de La traviata trazada muchas veces a brochazos que ayudó poco a los cantantes y tampoco plasmó los muchos detalles que hacen tan dramáticamente eficaz esta partitura de Verdi. Empezamos con un preludio plano y sin vuelo, a continuación un primer acto frío y bombástico, con múltiples desajustes con el escenario. Y, aunque hubo leves mejoras en los dos siguientes actos, tras el descanso, su dirección no contribuyó a elevar la temperatura de la función. Destacó, eso sí, la buena actuación del Coro Titular del Teatro Real, que también tuvo bastante trabajo escénico, aunque la orquesta del coliseo madrileño estuvo un punto por debajo de lo habitual.El barítono Luca Salsi y la soprano Nadine Sierra al final del segundo acto de ‘La traviata’, el pasado 24 de junio en el Teatro Real.Javier del Real La novedosa propuesta escénica del alemán Willy Decker es ya casi un clásico, tras pasar por la Metropolitan Opera de Nueva York entre 2010 y 2018. Una producción, cuya reposición en el Teatro Real ha dirigido Gina Lapinski, que rompe con la ambientación decimonónica de la trama en favor de un entorno atemporal y minimalista que busca acercar al público el potencial de las situaciones y los personajes. Se basa en una escenografía semicircular blanca de Wolfgang Gussmann que parece abrazar a los espectadores. Un espacio que evoluciona hacia lo floral o hacia el negro en función de la trama. Y donde se incluyen varios elementos simbolistas, como un reloj gigante que marca el paso del tiempo, una siniestra figura que representa a la muerte (el Doctor Grenvil), una camelia blanca y el festivo vestido rojo de Violetta, diseñado junto con el resto del vestuario por Gussmann y Susana Mendoza. No obstante, a esa paleta visual monocromática, con predominio del blanco y el negro, aunque se destaca el rojo, se suma una iluminación de Hans Toelstede que marca la decadencia de la protagonista. Y tampoco podemos pasar por alto las modernas coreografías de Athol Farmer, en las que también participa.Pero para que esta propuesta tenga éxito, es necesario un alto nivel de implicación actoral y una gran profundidad en la psicología de los personajes, algo que tan solo consiguió Nadine Sierra en la noche del estreno. No obstante, el Teatro Real ha programado 17 funciones más hasta el 23 de julio, como broche final de la temporada. Cuenta con un atractivo segundo reparto, que incluye a la soprano rumana Adela Zaharia, al tenor peruano Iván Ayón Rivas y al barítono polaco Artur Ruciński, así como con otras estrellas, como el tenor Juan Diego Flórez, que cantará tres funciones junto a Nadine Sierra entre el 14 y el 20 de julio.’La traviata’Música de Giuseppe Verdi. Libreto de Francesco Maria Piave basado en la obra teatral La dama de las camelias (1852), de Alexandre Dumas hijo.
Nadine Sierra, soprano (Violetta Valéry); Karina Demurova, mezzosoprano (Flora Bervoix); Gemma Coma-Alabert, mezzosoprano (Annina); Xabier Anduaga, tenor (Alfredo Germont); Luca Salsi, barítono (Giorgio Germont); Albert Casals, tenor (Gastone); Tomeu Bibiloni, barítono (Barón Douphol); David Langares, bajo-barítono (Marqués de Obigny); Giacomo Prestia, bajo (Doctor Grenvil); Joan Laínez, tenor (Giuseppe, criado de Violetta); Ihor Voievodin, barítono (Un caballero).
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real.
Director del coro: José Luis Basso.
Dirección musical: Henrik Nánási.
Dirección de escena: Willy Decker. Reposición: Gina Lapinski.
Teatro Real, 24 de junio. Hasta el 23 de julio.

Nadine Sierra redime una ‘Traviata’ escasa de emoción en el Teatro Real | Cultura
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