Lo que normalmente lleva 10 años, se hizo en 10 meses. La necesidad urgente de una vacuna durante la pandemia del coronavirus empujó a cientos de científicos de todo el mundo a buscar una solución en tiempo récord. Además de los millones invertidos y una colaboración global sin precedentes, otro factor fue clave: la tecnología de ARN mensajero (ARNm). Esta molécula porta las instrucciones para crear una proteína específica o un trozo de virus y, una vez se introduce en la célula, la maquinaria celular la lee y empieza producir la proteína o pedazo de virus deseado. Con la covid, las instrucciones permiten fabricar la proteína de la espícula del virus, que será localizada y atacada por el sistema inmune. Ante el enorme potencial de esta tecnología, las empresas BioNTech y Moderna acordaron una colaboración con el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS) para desarrollar con este método una vacuna contra el cáncer. Miles de personas ya participan en ensayos clínicos alrededor del mundo, y se espera que las pruebas se acepten a principios de 2026.“En lugar de darte directamente una parte del virus, esta tecnología te entrega un modelo —un blueprint, borrador español— en forma de ARN con las instrucciones de cómo se ve la anormalidad. Es como un perro rastreador en un aeropuerto: le das una muestra para que sepa qué buscar”, explica el oncólogo Lennard Lee, quien dirige el proyecto en el NHS y dirige el Instituto Tecnológico Ellison de Oxford. Lee protegió a miles de pacientes con cáncer al demostrar que podían seguir recibiendo quimioterapia durante la pandemia. En 2020, se descubrió el potencial del método de ARNm: “Permitía modificar la vacuna rápidamente para protegerte contra distintas variantes del virus, como la Alfa, Beta u Ómicron. La mayor parte de la vacuna seguía siendo la misma, solo cambiabas la instrucción de cómo se ve”.Al terminar la pandemia, las empresas desarrolladoras de la inmunidad empezaron a pensar en alternativas para reencauzar su inversión. El foco lo pusieron en el cáncer, del que se prevé un aumento del 47% en los casos durante las próximas dos décadas, según la Organización Panamericana de la Salud. La misma institución registró 10 millones de muertes por esta enfermedad en 2022 en todo el mundo. Reino Unido se mostró como una buena opción para asentar el proyecto por los rápidos ensayos clínicos que realizó durante la pandemia, gracias a sus frigoríficos e instalaciones de fabricación a gran escala. Así, ha firmado un acuerdo con BioNTech para proporcionar a 10.000 pacientes acceso a tratamientos personalizados contra el cáncer hasta 2030. Y con Moderna ha acorado una inversión de 10 años para construir un centro de innovación y tecnología con capacidad para producir hasta 250 millones de vacunas.Genética, IA y ARNmPara lograr la nueva vacuna contra el cáncer, convergen los avances en tres áreas: la tecnología de vacunas, la secuenciación genética y la inteligencia artificial. Gracias a la segunda, se puede analizar cada par de bases ―los “peldaños” que forman la escalera característica del ADN― del cáncer, identificar cuáles son las anormalidades e incorporarlas en la dosis. Y la inteligencia artificial, por ejemplo, permite analizar rápidamente cuáles de entre las 1.000 y 10.000 mutaciones o anormalidades que llega a tener cada cáncer pueden ser reconocidas por el sistema inmunológico.“El primer paso es extraer el tumor del paciente y realizarle una secuenciación genética. Después, se introduce esa información en un algoritmo informático de inteligencia artificial, que analiza cuáles son las mutaciones del cáncer que el sistema inmunológico puede reconocer. El tercer paso es fabricar una vacuna personalizada para esa persona y, finalmente, administrársela”, explica Lee. Cada dosis se crea de manera individual para el cuerpo de cada paciente. Se le hace una biopsia, se secuencia el tejido y se envía a las empresas farmacéuticas para que diseñen una dosis a la medida de su cáncer. Esa preparación no sirve para nadie más.Una inmunidad individualizada está permitiendo luchar contra cualquier tipo de cáncer: pulmón, páncreas, melanoma, renal, tumores cerebrales, colorrectal o de vejiga. “Las vacunas están pensadas para personas a las que se les ha detectado el cáncer a tiempo y se les ha extirpado. El problema suele ser que, a partir de ahí, viven con la preocupación constante de si el cáncer volverá. Lo que hacen ahora estas vacunas es entrar al sistema inmunológico para que aprenda a reconocer cómo es esa célula de cáncer específica. Así, el propio cuerpo puede vigilar y controlar, y la esperanza es que eso ayude a prevenir una recaída”, apunta el oncólogo.Ensayos en España Al ser dosis personalizadas, los ensayos clínicos pueden tardar más de lo normal. Por ello, Lee lanzó a finales de 2022 la Plataforma de Lanzamiento de Vacunas contra el Cáncer para acelerar las pruebas. Y en enero de este año, junto a varios otros oncólogos británicos, divulgó el primer informe estratégico sobre los avances en vacunas contra el cáncer, publicado por la revista Prisms de Cambridge: Medicina precisa, de la Universidad de Cambridge. Entre otros puntos, el documento recomienda a las naciones contar con una infraestructura de ensayos moderna e involucrar al público en este desarrollo.El resultado de los esfuerzos ha sido miles de voluntarios que se están sometiendo a pruebas clínicas en la tercera fase, en hospitales de 25 países de cuatro continentes. Entre ellos, España, con seis centros de vacunación repartidos entre Barcelona, Madrid, Málaga y Valencia. A la cabeza está Estados Unidos, con 34 hospitales, muy por delante del segundo, Alemania (12). “La confianza tiene mucho que ver. En 2020, el mundo fue capaz de desarrollar una vacuna en un solo año. Eso cambia la mentalidad. Ahora, la pregunta es: ¿por qué no podemos acelerar también las vacunas contra el cáncer? Se está avanzando a gran velocidad, porque la gente vio que la vacuna en la pandemia funcionó. Es un momento muy emocionante para la ciencia”.Queda esperar los resultados de las pruebas para después obtener el visto bueno de agencias como la FDA o la EMA. Lee proyecta que los ensayos serán aprobados a principios de 2025 y que, durante todo el próximo año, ya se estén usando las vacunas como “una alternativa más ágil que una quimioterapia prolongada”. Sin embargo, aclara que no se debe entender como un sustituto de los tratamientos tradicionales, sino como una adición esencial al arsenal de opciones de inmunoterapia.¿Cómo de accesible y popular será la vacuna contra el cáncer? “Por ahora nadie sabe con certeza cuánto costarán. Por un lado, las vacunas suelen ser baratas de producir. Pero también es cierto que se necesita una infraestructura nacional capaz de hacer secuenciación genómica del tumor, lo que supone un costo adicional”, responde el oncólogo británico. El precio final lo determinarán las empresas farmacéuticas una vez que las vacunas sean aprobadas. 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