En 2019, los observatorios LIGO y Virgo detectaron una onda gravitacional muy breve y extraña, llamada GW190521. Al principio se atribuyó a la fusión de dos agujeros negros, pero su forma inusual hizo pensar en otras posibilidades. Un grupo de científicos chinos propone que la señal no se originó en nuestro universo, sino en otro paralelo. Según su modelo, la colisión de agujeros negros en ese cosmos creó un agujero de gusano, y la onda viajó por él hasta nuestros detectores. Para mantener el túnel abierto el tiempo suficiente, habría intervenido una forma de materia con energía negativa. Aunque suene fantasioso, recordemos que las propias ondas gravitacionales también fueron una predicción teórica antes de ser descubiertas.

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