El calor aprieta desde las 7.30 de la mañana, cuando los primeros grupos de alumnos llegan a la Universidad Complutense de Madrid. Más de 2.000 estudiantes vuelven a llenar las aulas de la Ciudad Universitaria este martes, en pleno verano, para examinarse en las Pruebas de Acceso de la Universidad (PAU). Para muchos, es la fecha más desesperada: la convocatoria extraordinaria. Los ánimos, sin embargo, no lo evidencian por igual. Tiziano Trillini es el primero, junto con dos amigos, en llegar a la facultad de Ciencias Químicas. “Yo voy a hacer un grado superior de FP [se exige solo el bachillerato]pero mi madre ha dicho que por si en el futuro quiero ir a la universidad, que viniera”, cuenta. Y ríe: “Hay que hacer caso”.Casi el 95% de los estudiantes que se presentaron en la Complutense en la convocatoria de junio, la ordinaria, aprobó los exámenes. Pero esto no es una garantía de entrar en un grado deseado en la red pública, por un sistema de plazas insuficiente. La edición de 2025 no fue tan complicada como muchos esperaban, pero sí tenían los alumnos menos facilidades a la hora de elegir qué contestar ―desde que estalló la pandemia en 2020 los alumnos habían podido dejarse sin estudiar parte del temario porque podían escoger qué respondían― y con una parte, por ahora pequeña, de prueba competencial en la que hay que aplicar lo aprendido, no vale solo memorizar.La convocatoria extraordinaria reúne a tres grupos de aspirantes. Los que no habían acabado el bachillerato para la convocatoria ordinaria y ahora han aprobado, los que han suspendido la PAU en junio y los que buscan mejorar la nota porque no les da para el grado deseado (en Madrid se conocerá el resultado el 11 de julio). Unas chicas esperan a realizar los exámenes de la convocatoria extraordinaria.SAMUEL SÁNCHEZEstos últimos son casi un tercio de los que se presentan esta mañana en la Complutense. En concreto, 638, según datos de la universidad. José María Ángel es uno de ellos. En la convocatoria de junio sacó un 12,17, pero la nota cree que no le alcanza para acceder a Medicina, que tuvo una nota de corte superior a 13,30 sobre 14 el curso pasado. Y es que la excelencia ya no asegura una plaza en las universidades públicas españolas.Pero Ángel dice estar tranquilo. “Es una carta para el futuro, si no haré Fisio [Fisioterapia]”, explica de camino a la facultad de Matemáticas, donde tiene que examinarse. Frente al portal de columnas aparcan filas de coches de padres con las ventanillas levantadas y el aire acondicionado encendido. En el asiento del acompañante estudian los hijos, aferrados a los apuntes. Los que estudian en la calle, los usan de abanico. Ángel argumenta que el nuevo modelo de la PAU no ha perjudicado en su rendimiento, pero no le caben dudas de que las notas han bajado. Y en esto, están todos de acuerdo.En menos de una década, las notas de corte de algunas carreras se han incrementado hasta cuatro o cinco puntos. En ese mismo periodo, el número de alumnos aprobados en la PAU ordinaria ―convocatoria en la que se agotan las carreras más demandadas― aumentó en 57.500 en España y, pese a ello, las universidades públicas matricularon a 16.700 estudiantes menos en el primer año, mientras aumentaban en 34.000 en la privada.Los cambios fundamentales de la nueva PAU: menos opciones de elegir qué responder, un 25% de preguntas competenciales y una mayor penalización por faltas de ortografía. Carolina Chen ha tenido problemas con esta última. “Sobre todo en Inglés”, dice, donde la prueba de escritura se le ha hecho difícil. Chen quiere hacer Economía, pero para eso tiene que superar el 8,6 que obtuvo en la convocatoria ordinaria.Alumnos en la convocatoria extraordinaria de la Selectividad en la Facultrad de Ciencias Químicas de la Universidad Complutense.Samuel SánchezPara Sonia I.R., el problema han sido los temarios y las preguntas competenciales. Ella quiere estudiar el doble grado de Administración de Empresas y Derecho, pero ha sacado un 9,8. Necesita un 10,9, si no baja la nota de corte del curso pasado. Argumenta que el examen de Lengua había sido “extremadamente largo” para el tiempo que tenían y que en el de Matemáticas era muy fácil liarse. “Hacían preguntas trampa”, se queja Sonia, para quien es injusto que los exámenes fueran más sencillos en el pasado. La nota de la fase optativa ―los exámenes de materias adicionales a los que se presentan quienes quieren optar a una carrera muy demandada― se conservaba antes por un plazo de dos años, pero con la nueva modalidad, desde 2025 se mantiene hasta tres. Esto supone que, con la nota de la prueba de 2023, cuando el examen era supuestamente más fácil, haya estudiantes que puedan optar plazas al igual que los que se examinan este año, además de los del 2024. Elsa Gregori, que se presenta este martes porque le habían quedado unas asignaturas del bachillerato, critica esta medida: “El año pasado si estudiaban un solo bloque [de materia] podían aprobar; nosotros, si no estudiamos todo, podemos suspender”. Ella quiere hacer Informática y considera que sería conveniente dejar lo que ella llama “el modelo covid”.En el parque que está frente a la facultad de Ciencias Físicas, Eva Ordóñez estudia de pie, nerviosa. Quiere ser psicóloga, necesita poco menos de un 10 y es la primera vez que se presenta. Para ella, el cambio de modelo también es una injusticia, pero por motivos muy distintos. “Por cuestiones personales y económicas he tenido que hacer el bachillerato en tres años”, se lamenta. Esto implica que se preparó bajo tres modelos distintos. “Los cambios fastidian mucho y hacen que seguir el estudio se haga muy difícil”, asegura. Y apunta contra los modelos anteriores: “Han inflado mucho las notas de corte, y los que venimos ahora lo tenemos más complicado”.Alumno de la convocatoria extraordinaria de la PAU este martes en la Complutense.Samuel SánchezPrevisiblemente, ni en Informática ni en Psicología, ni en ADE y Derecho quedarán plazas libres en ninguna universidad pública española, porque son carreras muy demandadas ―se llenarán con los de la convocatoria ordinaria de junio―, así que las tres estudiantes, si obtienen una buena nota, tendrán que esperar a septiembre de 2026 para empezar los estudios si optan por un centro público.La mayoría de sus amigos están en la playa, en el pueblo o, sencillamente, de fiesta. “Nosotros estamos despiertos, aquí, y ellos se están yendo a dormir”, bromea Trillini. Por el parque que separa las facultades, una chica habla a los gritos por teléfono: “¡No! Ya no quiero más esto, tío, que estamos en verano. ¡Qué miedo, qué miedo!“.

Shares: