España y el resto de la Unión Europea se enfrentan a la amenaza de un “invierno cuántico”. Considerada como la tecnología más disruptiva, con un “impacto mayor que la digital”, la ciencia que estudia la estructura microscópica de la materia y sus propiedades renquea por los países de la UE mientras Estados Unidos y China lideran ya aplicaciones de esta física. La fragmentación regulatoria, la escasez de inversión privada y la falta de una estrategia unificada amenazan al continente europeo con volver a perder el tren de la innovación. Son algunas de las conclusiones del informe Tecnologías cuánticas: cómo apostar y acertar desde España y la UE, elaborado por el Real Instituto Elcano y Tecnalia como llamada de atención. “La revolución cuántica no es una opción, es un imperativo estratégico”, concluye el trabajo.La mecánica cuántica nació en Europa a principios del pasado siglo intentando explicar fenómenos a los que la física clásica no podía responder. Max Planck, Albert Einstein, Werner Heisenberg, Erwin Schrödinger y Niels Bohr construyeron los cimientos de la ciencia que puede explicar la naturaleza, pero el resto del edificio cuántico lo han construido otros, principalmente Estados Unidos y China, con dos modelos diferentes: privado el primero y público el segundo.De esta forma, Europa ha vuelto a dejar en manos ajenas el desarrollo de la ciencia que, según el informe, “tiene el potencial de transformar sectores clave como la ciberseguridad, la industria, la salud y la defensa”.Es la razón para esa amenaza de “invierno” del que advierte el análisis. “No aprovechamos con la suficiente velocidad el impacto de las tecnologías”, advierte Íñigo Arizaga, director de NEXT – Quantum Technologies en Tecnalia y coautor del informe. “Al final”, añade Judith Arnal, investigadora principal para Asuntos Económicos del Real Instituto Elcano y también firmante del trabajo, “el crecimiento económico va a depender, fundamentalmente, de ganancias de productividad y estas las van a aportar, sobre todo, las nuevas tecnologías. Esto explica que estén en el centro de las tensiones geopolíticas”.Judith Arnal, investigadora principal para Asuntos Económicos del Real Instituto Elcano.RIEPero no todo está perdido, el trabajo del Instituto Elcano y Tecnalia, aunque admite el liderazgo norteamericano y chino en computación y comunicaciones, defiende que aún hay margen para recuperar soberanía estratégica en este campo, en especial en chips cuánticos (procesadores) y sensores, que exigen una alta especialización, presentan menor competencia global y son claves para sectores como la biotecnología y la defensa.El camino para rectificar la senda actual es difícil porque supone superar las limitaciones que han llevado a Europa a esta situación de dependencia: la falta de coordinación público-privada, la deficiente transferencia de conocimiento, la dispersión o fragmentación de iniciativas y la debilidad de los ecosistemas industriales viables.En este sentido, el trabajo propone “una apuesta clara y concentrada para invertir en infraestructuras científico-tecnológicas, incentivar la financiación privada e impulsar iniciativas como Quantum Spain y el PERTE Chip, en España, o la Quantum Act y la Plataforma STEP en el conjunto de Europa”.Aunque el foco mediático lo recibe la computación cuántica, a pesar de que Arizaga advierte de que “todavía le va le va a costar algún tiempo llegar a problemas en una escala real”, el campo es muy amplio e incluye, además de esta, la simulación, las comunicaciones, la ciberseguridad y la sensórica y metrología (uso de estados cuánticos en partículas subatómicas para medir y detectar fenómenos con una precisión que va más allá de lo que permite la tecnología convencional). Cada sector atiende a diferentes desafíos y necesidades.En juego no solo está la independencia europea en tecnologías estratégicas, sino también un mercado que podría aportar, según el informe, hasta 850.000 millones de euros a la economía en las próximas décadas en aplicaciones industriales, financieras, de investigación científica, tecnológicas (en combinación con la inteligencia artificial) y ciberseguridad.Íñigo Arizaga, director de NEXT – Quantum Technologies en TecnaliaJAVIER LARREA“Hay una oportunidad económica importante y hay que hacer cosas para aprovecharla, pero, además, y esto es importante en sí mismo, detrás hay implicaciones relacionadas con la seguridad digital, con la soberanía en seguridad, que estamos obligados a mantener”, resume Arizaga.Para cosechar en el campo cuántico, China lidera el gasto público con un total de 15.300 millones de euros desde 2021 y hasta el próximo 2027. Europa es la segunda región en este tipo de inversión (10.900 millones de euros). “Pero lo hacemos mal, de una manera absolutamente fragmentada. Tenemos que hacer apuestas muy claras, muy decididas y muy concentradas”, lamenta Arnal. Estados Unidos supera a ambas potencias, pero el peso, por encima del 80%, recae en empresas privadas. Se incluyen en el grupo de grandes inversores Reino Unido, Canadá, India, Japón y Corea del Sur.La pujanza inversora contrasta con la aportación europea en investigación. Aunque Estados Unidos mantiene el liderazgo de patentes (con una media de 5.000 patentes por año), la UE mantiene una cifra similar y aporta el 24,3% de investigaciones relevantes en materia cuántica, un punto por delante de China y siete puntos más que el país norteamericano. De esta forma, Europa sigue aportando las bases de los desarrollos y materia gris que aprovechan otros. Grandes figuras españolas de la física y la computación cuántica, como Darío Gil (ex directivo de IBM y ahora en el Gobierno de EE UU), Sergio Boixo (Google) o Antía Lamas (Amazon Web Services), han desarrollado su carrera fuera de su país.Más informaciónEn España destaca el eje norte, formado por Galicia, País Vasco y Cataluña, con centros especializados en física cuántica y con infraestructuras destacadas, Madrid y las iniciativas públicas como Quantum Spain, con una inversión de 60 millones de euros, el Plan Complementario de Comunicación Cuántica (73,5 millones de euros) y el PERTE Aeroespacial (125 millones de euros).Estas iniciativas deberían situar al país en una buena posición para subirse al tren, pero carecen de financiación privada robusta, coordinación y capacidad de transferir las investigaciones a aplicaciones. “Que cada región”, explica la investigadora de Elcano, “quiera ser polo de atracción en materia cuántica es muy humano y una conducta muy política, pero esto requiere la suficiente masa crítica para que vayamos coordinados en el ámbito estatal y de la Unión Europea. Si no, desde un punto de vista estrictamente económico, no vamos a poder explotar economías de escala y cualquier cosa que hagamos va a ser muchísimo más costosa”. “Estamos cada uno disparando con balines en una dirección”, añade Arizaga, quien pone de ejemplo el efecto de la inversión china, vinculada a una estrategia única, con la europea, similar en cantidad, pero no en resultados.El momento es el adecuado para revertir la situación, según advierte Arnal: “Se está planteando aumentar muchísimo la inversión en defensa; vamos a intentar que sea lo más tractora posible para nuestro tejido industrial y tecnológico”.Esta tracción se explica en las posibles aplicaciones complementarias a desarrollos vinculados a la defensa. Arizaga pone de ejemplo los usos de tecnología cuántica en diagnóstico precoz, en resonancia magnética nuclear o en detección de contaminantes. También destaca la magnetometría, que permite determinar con precisión una ubicación o un objeto sin cobertura satelital.“Se habla mucho de digitalizar la industria y nosotros lo que pedimos es industrializar la digitalización, tener una verdadera política de Estado y europea para todo lo digital”, enfatiza Arnal.“Ya hemos perdido el tren de internet, pero en tecnologías cuánticas puede ser diferente, sobre todo, porque lo que estamos proponiendo nosotros no es cómo subirnos a un tren que ya lleva mucho tiempo en marcha, sino cómo ponernos a la cabeza. En tecnologías cuánticas tenemos la oportunidad”, concluye la investigadora de Elcano.

Un “invierno cuántico” amenaza a Europa, según un estudio sobre una tecnología más disruptiva que la digital | Tecnología
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