Libros. Una silla de ruedas. Patines de niños con un casco. Bicicletas o taladros. Todo esto podría estar en la basura. A alguien ya no le servía y podía desecharlo. Sin embargo, encontraron otro destino, una segunda vida en espacios completamente diferentes que van desde una ‘biblioteca de las cosas’ en Cataluña, hasta una plataforma parecida a Wallapop ―pero gratis― del Ayuntamiento de Madrid. Existen diversas iniciativas en España que de una u otra manera alargan la vida de las cosas y así reducen el impacto ecológico. Todas tienen un mismo objetivo: reducir la basura.Según los últimos datos de Eurostat publicados en febrero, los españoles generaron 465 kilos de residuos municipales por persona en 2023. Y casi la mitad sigue acabando en un vertedero.Laia Tresserra, coordinadora de proyectos de Rezero, una fundación que promueve una sociedad libre de residuos y tóxicos, explica: “Si reducimos el consumo y las compras, reducimos el impacto ambiental de la fabricación, consumo de recursos hídricos y emisiones de efecto invernadero”. Agrega que todos los objetos llevan “una mochila ecológica” ya sea por la extracción de materiales, el transporte o la fabricación.Una biblioteca comunitaria de objetosEn Barcelona, en el distrito de Sant Martí, Rezero y la Cooperativa de Trabajo Nusos impulsaron la primera ‘biblioteca de las cosas’ de España. Se trata de un almacén comunitario que tiene más de 410 productos disponibles para préstamo, de los cuales el 95% proviene de donaciones de vecinos. Para acceder al servicio, los usuarios deben registrarse en una plataforma y consultar el catálogo. Los préstamos tienen una duración de una semana y un costo de entre 1 y 3 euros.¿El producto estrella? El taladro. “El taladro se usa una media de 13 minutos a lo largo de toda su vida, según un estudio francés; está mejor empleado si está al servicio de toda la comunidad”, explica Tresserra. En esta biblioteca tienen más de uno, por el uso que le dan, y todos han sido donados. Otros objetos con mucha demanda son sillas de ruedas o muletas, cunas de viaje o escaleras altas.Esta biblioteca de las cosas se fundó hace cinco años y entre 2023 y 2024 han doblado el número de préstamos: 60 al mes y 1.200 usuarios. “Hemos ahorrado, en 2024, casi 2.500 kilos de residuos”, dice. En España hay otras bibliotecas similares: 16 en Cataluña (con seis en Barcelona), una en Navarra y otra en Huesca, según tiene registrado Rezero. “Cuando necesitamos algo lo asociamos a que necesitamos comprar, pero no es así, con la biblioteca queremos cambiar esto”, explica Tresserra, “si hacemos un uso racional de los recursos evitamos los residuos y su impacto”.El Wallapop gratuitoEl proyecto madrileño de ReMAD es parecido a la web de compra-venta Wallapop, pero en una plataforma del Ayuntamiento de la capital y sin dinero. Basta con ingresar a la web de ReMAD para ver todo el catálogo de objetos que están disponibles.El proceso es sencillo y parecido al de esta tienda en línea. Los interesados en donar un objeto deben subir una foto, con una descripción, a la web; y, luego, depositarlo en uno de los contenedores físicos de ReMAD. Por otro lado, quienes busquen adquirir algo pueden explorar el catálogo completo de artículos disponibles en la plataforma. El sistema opera mediante puntos: cada usuario recibe 100 puntos al registrarse, obtiene otros 100 por donar un objeto y se le descuentan 50 por retirar uno.Los contenedores de ReMAD están en los 16 Puntos Limpios de Madrid ―instalaciones municipales para dejar residuos domésticos que por su tamaño o características especiales no pueden depositarse en contenedores en la calle―. En el área de recogida de Arganzuela, la más grande, tres bicicletas de diferentes tamaños esperan a su nuevo dueño. Al costado, muebles de ropa en perfecto estado y una silla de coche para bebés.

Desde que empezó a funcionar esta plataforma, en 2019, se han publicado más de 80.000 objetos, según los últimos datos municipales, de septiembre de 2024. Y 14.107 personas se han hecho un perfil. ReMAD busca impulsar la economía circular, un sistema en el que los productos se comparten, alquilan, reparan o reutilizan en vez de ser desechados.Los artículos que se pueden llevar son material deportivo, instrumentos musicales, libros, accesorios para bebés o elementos de decoración y muebles para el hogar, entre otros. Los más demandados son bicicletas, juegos de lego y palas de pádel.El contenedor de ReMAD en el Punto Limpio de Madrid de Arganzuela.Francesca RaffoTesoros en la basuraCuando los objetos terminan en la basura, un perfil de Instagram intenta “revivirlos”: se trata de Estoy en la basura. Sandra (31 años, Málaga), quien se encarga de la plataforma y prefiere no hacer público su apellido, comparte artículos que se encuentran en un contenedor de basura de Madrid junto con la dirección para que quien esté interesado pueda ir a recogerlo. También difunde cuando particulares regalan cosas como muebles, juguetes, electrodomésticos y más.La cuenta comenzó en enero de 2021 y actualmente tiene más de 53.300 seguidores. Sandra cuenta: “Encontraba muchas cosas y no quería que se desperdiciara. La gente flipaba con lo que encontraba”. Agrega que quienes dejan los objetos en los contenedores no se dan cuenta, pero que “realmente lo ponen en un escaparate aún más grande que es la calle”.Sandra intenta organizar su trabajo con la gestión de Estoy en la basura, pues recibe muchísimos mensajes y tiene contenido casi a diario. Con los días de lluvia en Madrid, hay quienes le escriben: “Sube esto que se está mojando”. “No hay un solo día de descanso”, dice. En una de las historias de Instagram se puede ver un mueble de madera en muy buen estado, al lado de un contenedor de basura, y una dirección en Atocha. En la siguiente, un usuario que regala un sofá color gris de tres plazas en forma de L para recoger en Prosperidad.Trueque entre vecinosUn grupo de ocho personas, a través de la Red de Trueque de Córdoba, desarrolla unos 10 o 12 mercados de intercambio al año en la ciudad. Lo hacen desde el 2013 de manera ininterrumpida. Jesús García Pedrajas (Córdoba, 51 años), quien es parte de este grupo, comenta: “El consumo es desenfrenado, no le damos una segunda vida a las cosas”. Explica que el trueque, además de reducir esto, permite una relación igualitaria entre las personas y fomenta la comunidad en estos espacios.Las ferias que realizan lo hacen junto a asociaciones vecinales, consejos de distrito, asociaciones culturales y van cambiando de lugar. Publican la información de los mercadillos por redes sociales, como Facebook e Instagram, así como a través de su amplia base de datos de mails. Los objetos que más funcionan son libros, comenta, así como juguetes. La ropa es lo más complejo.Varios ayuntamientos también apuestan por esta iniciativa. En Madrid, en Pozuelo de Alarcón está el Mercado de Segunda Vida, donde vecinos pueden intercambiar o vender artículos que ya no usan. Las Rozas tiene el Mercado vecinal de segunda mano y en Rivas-Vaciamadrid se encuentra el Mercadillo de Intercambio, que cada mes está destinado a un objeto diferente. En Castilla–La Mancha, el Ayuntamiento de Albacete tiene el Mercadillo todo a 0, de ropa y objetos no voluminosos.Según la legislación europea, en 2025 España debería recuperar para reciclar el 55% de los residuos municipales. Sin embargo, la realidad es que la Comisión Europea tiene ya abierto un expediente sancionador contra el país por estar lejos de cumplir el objetivo previo de 2020 (que era del 50%).De segunda manoLos tradicionales mercados de compra y venta de segunda mano son otra opción al intercambio gratuito. En Barcelona, uno de ellos el Gran Flea, que el último año recibió a más de 5.000 personas. Está a cargo de una organización que realiza mercados itinerantes desde el 2007. Mark Dix (44 años, South Port), uno de los fundadores, cuenta: “En Barcelona no hay sitios donde particulares pueden vender sus cosas”. Actualmente, desarrolla algunos mercados en la vía pública, pero critica que conseguir permiso del ayuntamiento sea cada vez más difícil, lo que incita a que los organicen en recintos privados.En el Gran Flea participan estudiantes, jubilados, parados, particulares… Todos deben pagar para poder vender. Lo que más se comercializa es ropa de segunda mano. “Tenemos un problema de exceso de producción de ropa”, incide Dix, pues muchas personas tienen prendas en muy buen estado que no usa: “Una salida sostenible es su venta”.

Shares: